viernes, 18 de diciembre de 2015

Entrevista a Enrique Soto Cano ex Jefe de la FAH

Fuente : Diario La Tribuna, Seccion : Dia 7 entrevista por el periodista Marlon Gonzalez, fotos cortesia de Diario La Tribuna.

Al escuchar el nombre de Enrique Soto Cano de inmediato se viene a la memoria la base aérea de Palmerola, en Comayagua, pero la verdad es que detrás de esa figura existe un hombre que defendió a Honduras en momentos de crisis.

Fue parte de los elementos hondureños que participaron en la II Guerra Mundial (1939-1945) en los operativos para rastrear submarinos alemanes en el océano Atlántico y el mar Caribe, además era el comandante de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), en la guerra de 1969 con El Salvador.

Fue él la persona que ordenó desde la comandancia de la base militar el despegue de los aviones Corsarios hondureños, para atacar a las aeronaves salvadoreñas que bombardearon Tegucigalpa, aquel 14 de julio de 1969.

Al contrario de lo que muchos pensarán, Enrique Soto Cano todavía da testimonio de lo que sucedió en esa ocasión. LA TRIBUNA dialogó con él sobre diferentes aspectos y épocas de su vida.

A sus 90 años es una enciclopedia viviente de la aviación militar, quien y con clara lucidez relata los momentos que le tocó vivir, desde su niñez, cuando a la edad de 8 años perdió a su padre, hasta llegar a máximo jefe de la Fuerza Aérea.


Olanchito,Honduras,Enrique Soto Cano
De dónde viene Enrique Soto Cano?
Vengo de una familia bastante grande, de mediana posición. Mi abuelo tenía una haciendita con 15 vacas y yo se las ordeñaba, y todos cooperábamos con él.

¿Cómo fue su niñez?
Guarda silencio y contesta… perdí mi padre a los ocho años y eso creó en la casa un desbalance, entonces íbamos con el abuelo a ayudarle; mi tío me llamaba a las 4:00 de la mañana para que fuera a arrearle las vacas y traer la leche a las 6:00 de la mañana, después me iba para donde mi madrina que me estaba ayudando a levantarme, y luego a la escuela; esa fue mi vida, recogiendo leña, haciendo mandados, fui zapatero, me fui a tocar marimba ¡y descalzo va!… luego deja escapar una leve sonrisa…

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lunes, 7 de diciembre de 2015

"Cuentos Tardios" : La Entrevista

Juan Ramon Martinez, Olanchito,Literatura de Olanchito, Honduras
Por: Nery Alexis Gaitán
Entrevista al escritor olanchitense Juan Ramon Martinez 
Fuente : Diario La Tribuna

1. ¿Por qué el título, Cuentos Tardíos?
Ocurre que cuando publiqué mi primer libro de cuentos, “La Pasión de Prudencia Garrido y otros relatos”, en un periódico de la costa norte, se dijo que publicaba tardíamente porque estaba entrado en años; y que además, hasta ahora me atrevía a escribir, cuando me había dedicado casi toda mi vida profesional, exclusivamente a hacer análisis político. Se creía que la calidad literaria estaba reducida a la precocidad. Es decir que, en ese momento era víctima del encuadernamiento: a uno lo meten en una “caja” o compartimiento estanco; y de allí, no quieren permitirle que se salga. El crítico o la crítica, no quería que me saliera del encuadre del analista; y se anticipaba que mi ingreso a la literatura era muy tardío. Por lo que estaba condenado a no tener éxito. Se me ocurrió que allí había un bonito nombre, de forma que usé una expresión cargada de negatividad, en algo positivo. Por eso es que el segundo libro se llama “Cuentos Tardíos”. Esa es la historia.

2. Háblanos acerca de lo que representa para ti “Cuentos Tardíos”, dentro de tu obra cuentística.
Pues, como nos ocurre a todos, en la Pasión de Prudencia Garrido y otros relatos, como sabes es mi primer libro de cuentos, puse toda mi ilusión. En consecuencia, puse en él todas mis esperanzas. La respuesta de los lectores ha sido buena e incluso, en algunos casos, los personajes –que en los cuentos son ligeros, frágiles y construidos a pinceladas rápidas por el autor- desarrollaron con la complicidad de los lectores, una personalidad que no me había imaginado originalmente. Ese es el caso de Prudencia Garrido, que se ha vuelto un personaje que se me repite, sin que mi voluntad intervenga siquiera, en otros cuentos e incluso creo que estará presente en la primera novela que espero publicar dentro de algún tiempo. Cuentos Tardíos es un segundo paso en la búsqueda de mi propia expresión. En su conjunto, este libro de cuentos, mucho más voluminoso que el anterior, me confirmó que el oficio periodístico y la creación literaria no están confrontados; y que más bien, se enriquecen mutuamente. Lo periodístico da oficio. La cuentística nos obliga a la creatividad que, no es otra cosa, que el limpio ejercicio de la libertad. Pero hay algo más. Este segundo libro de cuentos, representa un avance en la forma de relacionarme con los lectores y la confirmación de la necesidad de comunicarme conmigo mismo, echando mano de historias pensadas durante mucho tiempo y ambientadas en lugares conocidos. Como puedes ver, cosa que tú mencionas en el prólogo, es el mejor homenaje que le puedo hacer a mis amigos. Por ello cada cuento está dedicado, con el afecto merecido, a cada uno de los que me han acompañado en su condición de amigos en esta vida cargada de satisfacciones. Es en pocas palabras, un libro dirigido a los amigos. A los mencionados y a los muchos que he ido conociendo a partir de la lectura de sus páginas.

3. ¿De este libro, cuáles son tus cuentos favoritos y por qué?
Bueno, esta pregunta siempre es problemática. Los cuentos son como los hijos del autor. A todos se les quiere por igual. El que recuerde el que le dio más dificultad, es algo incidental como cuando nos ocupamos del hijo menos aplicado; o a la hija más desafortunada en el amor, por ejemplo. Aunque estoy obligado, en consecuencia a decir que los quiero a todos, tengo algunos que son más cercanos a mi vida, por lo que los releo con frecuencia. Otros valen mucho porque son guiños e indirectas a algunos de mis amigos literarios y profesionales, a los cuales busco impresionar. Este es el caso de Apuntes para “El Hombre de la Esquina Rosada” cuento de Borges, del cual tomo el título y en que lo imito inventando, no en el estilo sino que en las transgresiones y libertades, introduciendo en el relato personajes a partir de conocidos extraordinarios –este es el caso suyo- e incluso, hago un esfuerzo de invención, para mostrar que el cuento de la Calle Rosada, tuvo un origen en una visita de Borges a Puerto Cortés, Honduras. Como que por supuesto todo esto no es cierto; lo que quiero demostrar es que los personajes y las historias, en vez de obra de la realidad, pueden ser originados en los libros mismos. Pero, después de darle vueltas al asunto, te diré –estoy hablando como si fuera un jugador hondureño de fútbol- que podría señalar como tres cuentos que son mis favoritos, por diversas razones a: “Déjame que te cuente”, “Tanto tiempo disfrutamos de este amor” y “50 años de inventada soledad”.

4. ¿Por qué decides iniciar el libro con una rememoración de Máximo Luján?
De repente porque, como lo hiciera Lisandro Quesada, uno de nuestros mejores escritores vivos, originario de Olanchito, quiero continuar la saga de Ramón Amaya Amador. Quesada escribió las primeras páginas de la continuación de Prisión Verde, que no terminó que por consiguiente, tampoco publicó. En mi caso, la mejor manera de hacerlo, fue la de construir un personaje utilizando a uno señalado por Amaya Amador como principal en su primigenia obra literaria –pero poco trabajado en cuanto a sus características psicológicas y biográficas- como es el caso de Máximo Luján. Dicho en otros términos, me identifico con Ramón Amaya Amador, mi coterráneo inevitable y le doy continuidad, en otros tiempos, otros materiales y otras visiones, a su obra que la considero como la obra de todas, en la persona de Máximo Luján, resaltando sus valores éticos y sus visiones y compromisos en la vida.

5. ¿Existe un personaje con el que te identifiques particularmente y por qué?
Como te dije, no es cuestión de identificación. Es más bien administración la que siento por Prudencia Garrido que ha tomado una singularidad y unas características que le han convertido en más que un personaje, en una persona de carne y hueso, viva entre todos nosotros, a quien la vemos cruzar en la calle y a la cual la saludaron con afecto y naturalidad. Muchos de mis amigos, creen que ella es el mejor personaje que he creado. Y yo estoy de acuerdo.

6. “Cuentos Tardíos” reporta una vasta cantidad de nombres. Háblanos acerca de la fluidez con que logras nombrar a casi todos los personajes del ambiente, a la vez que imprimes en cada uno de ellos una personalidad y una psicología particular, sin necesidad de detenerte mucho en ello haciendo que la narración lleve su curso natural.
Cuando escribo no tengo nombres anticipados. Prefiguro el personaje, masculino o femenino, más que ser sus características, por la forma cómo piensa, cómo se expresa y la manera cómo se relaciona con su entorno. Es en este momento en que busco el nombre o los nombres. Porque tú tienes razón: en mis cuentos no hay hombres solos, sino que articulados dinámicamente con otros seres humanos, con los que se relaciona amorosamente o se envuelve en una terca y compleja confrontación. Y para nombrarlos, me dejo llevar por la coincidencia, lejana o no; o por el simple juego de la repetición, entre el personaje sin nombre y el nombre de un amigo o conocido. No soy el inventor de esta metodología. Otros lo han hecho. Lo que ocurre es que, como García Márquez, no la uso para molestar a nadie, sino que para honrar a mis amigos y amigas; y para demostrarles que, en el mejor momento de la creatividad, los tengo presentes en mi memoria y en mis afectos. Y con ello, además, les confirmo que los quiero como tales. Todavía no me he enredado; pero me puede ocurrir lo que a Camacho, en “La Tía Julia y el escribidor” de Vargas Llosa, que un día de estos, una persona buena en un cuento, aparezca en otro, con un comportamiento negativo o malvado. Me mantengo alerta; pero los diablillos literarios tienen sus propios planes.

7. ¿De dónde provienen todos esos nombres, en qué medida tienen, o no, que ver con personas de la vida real?
La mayoría de los nombres, como he indicado, son de personas con las cuales ha tenido alguna forma de contacto. En primer lugar mis compañeros de escuela, colegio y universidad. En segundo lugar, las personas que dentro de la esfera de la amistad me han impresionado por su carácter, su forma de hablar y se han introducido en el círculo de mis registros mentales. Tengo entonces, más que referencias históricas o literarias que necesito articular para volverlas verosímiles, una lista de nombres a los cuales echar mano, teniendo cuidado que sean los más naturales posibles. Por que está bien inventar la historia; pero debemos compartirla con la realidad, y la mejor manera, en usando nombres que todos puedan reconocer, por lo menos los contemporáneos suyos.

8. ¿Tu obra narrativa es un estrado imperdible desde el que has lanzado una fuerte crítica al sistema político en Honduras. ¿Sientes que ya has denunciado, por tu parte, y a través de la narración, todo al respecto?
Tengo que confesarte que no uso la creación literaria como un instrumento de crítica social y política. Pero claro como soy un crítico social y político profesional, dedicado a la tarea de observar y cuestionar, cuando hago literatura algo detrás va conmigo. Por ello, aunque no me considero un escritor que denuncia en sus cuentos las cosas que no le gustan de la sociedad, o niego que sin ser un realista puro, me debo al entorno social, económico y político del cual soy parte; y en consecuencia, me expreso literariamente con los mismos valores que reclamo para los políticos, los gobernantes y los empresarios, solo para citar algunos ejemplos. Por ello, como la realidad es cambiante, es muy posible que en mis próximos libros, especialmente en Cuentos Breves que espero publicar este mismo año, continúe ejerciendo la crítica, por medio del ejercicio literario. Tú sabes, porque eres mejor cuentista que yo, que uno como escritor, no es tan libre, en el acto creativo, como quisiera.

9. Háblanos acerca del tratamiento simbólico que rodea las acciones del padre Nicanor Nufio en el cuento “La Llorona”.
Una de las cosas que recuerdo de mi niñez en los campos bananeros de la Costa Arriba –Coyoles Central, Culuco, Tiestos, El Cayo, Campo Rojo y la Jigua- son las historias que los campeños se contaban entre sí, en las últimas horas de la tarde y las primeras de la noche. Allí escuché al narrador que más me ha impresionado en la vida y que de repente, me animó para el oficio que comentamos: Don Gregorio Corleto, un salvadoreño que minúsculo -estatura reducida, tono de voz suave y lento caminar- durante el día, en las primeras horas de la noche, se agigantaba cuando hacía uso de la palabra, en el momento de narrar “mentiras” –como decía mi papá, que no aceptaba estas cosas de la libertad creativa, ni de la verdad de las mentiras de Vargas Llosa, porque era un realista indomeñable- y llenarnos la cabeza a sus oyentes de preguntas y respuestas inconclusas. En alguna de esas tertulias debí haber escuchado la historia de La Llorona. Después en Olanchito, incluso hacíamos apuestas entre los compañeros más dispuestos a la indagación, para determinar quién era La Llorona. Porque en realidad, que una mujer saliera a llorar en las horas de la noche –hay que recordar que no había entonces luz eléctrica en las calles- era una forma de protestar o de buscar consolación por sus sufrimientos. El juego imaginativo entonces era averiguar quién era La Llorona. En el cuento a que te refieres, hago una broma a mis amigos, al señalar al padre cura católico como La Llorona, para indicar que las posibilidades eran infinitas; y que, nosotros nos habíamos quedado tan solo con el nombre de la esposa del diputado, la novia del militar; o la querida del político de turno. Por supuesto, este cuento lo considero bien logrado; y además, muy tradicional, por la temática no por el lenguaje, porque incluso termina desconcertando a los lectores. Ahora que lo he releído, no descarto por ejemplo que, de alguna manera, pretenda un cierto ajuste de cuentas con algún cura católico, que en la tarea de educarnos cristianamente, nos haya ofendido, de palabra o con la acción. Y además, rendirle un homenaje a García Márquez que tiene en “Cien Años de Soledad”, el padre Nicanor, después de tomar dos tazas de chocolate, al predicar levitaba. Los laberintos de la memoria son inescrutables.

10. ¿Qué vigencia mantiene en la actualidad el argumento del cuento “Los Pantalones de los Españoles?
Este cuento es un homenaje, sin mencionarlo por supuesto, a Mario Felipe Martínez Castillo quien escribiera un libro sobre las probanzas de un exsoldado español que reivindicaba la condición de autor de la muerte, en una lucha cuerpo a cuerpo, de Lempira. Pero además es la celebración de su existencia histórica concreta, que nos obliga a los hondureños a introducirlo en nuestra conciencia para que, su conducta y su comportamiento, en una situación traumática como fuera la Conquista, nos sirva como lección para poder en nuestros tiempos modernos, usar sus tácticas –como por ejemplo, disfrazarse de español para luchar contra ellos-, asumiendo además, su deseo de desmitificar al enemigo, configurando que este no es más que otro mortal, que puede ser superado; o derrotado en la lucha. Si uno tiene voluntad para enfrentarlo. Además, es un reconocimiento que el desarrollo cultural, se alimenta incluso de los artefactos, las costumbres e incluso las modas de los peores enemigos. Depende del uso que se les da. Por lo que ese cuento, es de cierta manera, un homenaje no a los hondureños del pasado, sino a los que en el futuro, se pongan de pie y luchen por su libertad y su singularidad.

11. Háblanos de la inclusión y replanteamiento que logras hacer de autores y personajes de la literatura universal. El Fusilado y el Extraño y Apuntes para El Hombres de la Esquina Rosada son un par de buenos ejemplos.
Tú sabes que no soy un literato de escuela. Soy un narrador por impulso natural que por tal razón, no trato de defenderme colocándome bajo la suya de los grandes escritores mundiales. Me imagino el último de sus discípulos, desafortunadamente para molestia de algunos que, por razones ideológicos, no me quieren bien. Por ello, casi no hago uso de ellos para legitimarme.

Trato de buscar mis propias formas de expresión. Pero en el caso de Borges especialmente, es un donde uno encuentra en toda su escritura más que vida concreta y experiencias humanas, lecturas y personajes creados por otros autores.

Por eso es que sus personajes son más de los libros que de la realidad. Intertextualidad pura. Por ejemplo “Fúnez el memorioso” no tiene cuerpo ni dimensión, solo tiene memoria y la memoria suya, proviene exclusivamente de los libros leídos, no de su vida. En los dos cuentos citados, lo que hay es una combinación, debo declararlo de personajes vivos de la historia personal o nacional; y fundamentalmente, personajes fruto de las lecturas. Un poco para confirmar que, aunque no lo repito en mis artículos, también soy un hombre que además de pupitre y barrio, tengo lecturas acumuladas durante más de dos tercios de mi vida consciente. En pocas palabras, me coloco en el mundo literario, abierto a todos los recursos. Y como tengo mucha vida acumulada, puedo utilizarla al lado de las lecturas que he hecho, desde la tarde en que, Cristelia Soto, me enseñó la magia del alfabeto y el encanto de expresarme en español, en la Escuela Modesto Chacón de Olanchito, en 1949.

12. ¿Con la madurez narrativa que has alcanzado, podrías hablar sobre un estilo particular en tu obra?
Creo que sí. Aunque esa es tarea de los críticos y los estudiosos del futuro que podrán enhebrar las historias y conseguir identificar un estilo definido. La verdad es que, creo que he logrado una forma de expresión personal, la que no califico. Más bien, no quiero ahondar en esto, porque creo que ese no es el papel del narrador. Además, nos quita el placer de anticipar cómo los lectores y los críticos descubren algunas cosas que nosotros los narradores, nunca pensamos al momento de escribir; pero que ellos identifican. Por supuesto, no puedo esconder el hecho que mis historias de alguna manera, tiene que ver con mi vida, con la de mis amigos y con las de muchos conocidos que, alrededor de una taza de café han conversado conmigo, dándome las motivaciones para ordenar una historia específicamente.

Si tomas escuchar, guardar, calentar y reescribir historias ajenas, es un estilo, pues bien, creo que tengo, como todos, también estilo de escribirlas.

13. ¿Al momento de crear, independientemente de las valoraciones y de los críticos, has pensado tu obra para un público en particular?
Sí, por supuesto. No escribo para los profesores de literatura; ni mucho menos para los críticos. Pienso más bien en un lector al cual no lo han torturado; ni mucho menos asustado con la idea que la literatura se produce para unas minorías. Y que él, el lector, no tiene derecho a lograr visualizar esos mundos que los intelectuales creamos para unos pocos.

Aunque cuando escribo no particularizo, en general, trato de no complicar las historias, creando situaciones artificiosas del difícil credibilidad. Busco lectores y por ello no discrimino. Ni mucho menos elimino a nadie. Esa es la causa por la que aunque experimente en algunos momentos en la estructura de la historia contada, no la complico deliberadamente. De repente en ese momento se me sale la venta de profesor de escuela que no tuve la fortuna de cumplir en mi vida personal.

14. ¿A manera de consejo para los jóvenes narradores emergentes ¿dónde radica la dificultad para construir un cuento?
Bueno, no me siento autorizado para hacer recomendaciones. Y mucho menos a los jóvenes. Los cuentos son a mi juicio, historias que los lectores pueden considerar como suyas, que le han ocurrido a algunos conocidos, o a él mismo. Por supuesto, hay quienes creen que el cuento es una emboscada o un laberinto en que el lector sorprendido, de alguna manera, es derrotado por el talento del cuentista. Yo no tengo esas pretensiones. Me gusta contar historias y por eso escribo. Creo que el único consejo que hay que dar es que la historia, los personajes y las situaciones se encarnen en la vida común. Y que al escribirla, se sienta uno cómodo al hacerlo. Porque el cuento no debe ser una tortura al leerlo; y mucho menos una tragedia para quien lo escribe. Si no hay satisfacción en lo que se hace, se pierde el tiempo. Cuidando, por supuesto, que además de fácil, la historia sea verdadera o una mentira, sea creíble. O verosímil como dicen los grandes maestros de estas cosas.

15. ¿Existe dentro de Cuentos Tardíos el cuento delirante que te haya obligado al desvelo y por qué?
Ninguno de los cuentos me ha puesto en una situación así. Como tengo oficio periodístico, las narraciones una vez pensadas y ordenadas fluyen con enorme facilidad. Por supuesto, hay algunos personajes que poco a poco se van materializando; y uno que otro termina hablando como ellos quieren; o estableciendo algunas veces, una ruta particular en la narración.

Pero todavía no he llegado a sentir delirio, falta de sueño o dominación por parte de algún personaje. Lo que sí me ha ocurrido es cierta persistencia en la memoria, por parte de un personaje que se quiere expresar en el momento en que él quiere. Aunque no descarto que en el futuro me encuentre en una situación a la que muchos escritores se confrontan o se han confrontado. No te olvides que para mí, el acto creativo –hacer el amor, escribir un libro o redactar un pronunciamiento- son actos positivos que deben provocar satisfacción. Cosa que aprecio cuando escribo o cuando leo.


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viernes, 25 de septiembre de 2015

Quien fue Francisco J. Mejia en la politica hondureña?

Francisco J Mejia, biografia Francisco J Mejia, Olanchito
Por: Juan Fernando Avila Posas
FRANCISCO JAVIER MEJIA POSANTES, fue el nombre de un robusto varón nacido el 3 de diciembre de 1869, en el Barrio marginal LOS MIRRIÑAQUEZ, en el sureste de la ciudad de Olanchito, siendo hijo del hogar formado por JOSÉ MARIA MEJIA y la señora SANTIAGA POSANTES. FRANCISCO J. MEJIA, llegaría con el tiempo a desarrollar una de las carreras políticas más admirables de Honduras, y a ocupar importantes cargos en la administración pública en distintos gobiernos de tendencia conservadora.

 Nuestro biografiado realizó estudios primarios en su tierra natal, ya que sus padres se interesaron porque adquiera una formación sólida y no inclinara su afición hacia la pesca artesanal, que fue uno de los oficios que dominaron la mayoría de los originarios y residentes de ese sector de la comunidad, herencia recibida de los NEGROS DE ARGOLLA DE OLANCHITO, cuando estos últimos se ubicaron entre los caudales diáfanos y transparentes de los ríos UCHAPA y AGUAN, antes de que los mismos se convirtieran en los hilos lanquidecientes y moribundos en que los convirtieron los depredadores del pasado histórico y del presente nefasto e incorregible.

 Los estudios secundarios, los realizó MEJIA POSANTES, en el Instituto Nacional de Tegucigalpa y los superiores en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, y Notario en la Corte Suprema de Justicia.
 Con una formación profesional consistente decidió establecerse en la ciudad Puerto de La Ceiba, donde fundó dos periódicos llamados PATRIA Y PUEBLO, tribunas de pensamiento que de algún modo le fueron abriendo el camino a su prolongada vida política, porque a través de sus columnas desarrollaba el diagnóstico de los problemas que atribulaban a la sociedad hondureña, planteando igualmente sus vías lucidas de solución.
El año de 1881, FRANCISCO J. MEJIA, se había convertido en redactor de COMBATE, órgano que defendía la candidatura presidencial del General PONCIANO LEIVA, desempeñando iguales responsabilidades en ECO POPULAR, El Heraldo que se editaba en La Ceiba de idénticas pretensiones políticas.

 FRANCISCO J. MEJIA fue electo Alcalde de la ciudad de 1900 a 1901, seis años después de haber emigrado de su ciudad natal Olanchito. Durante su gestión como principal autoridad local, fundó la Librería LA ESTRELLA, considerada la más grande de la localidad, y en materia educativa fue pionero entusiasta el haber fundado dos de las principales escuelas de la comunidad, siendo estas: la de varones FRANCISCO MORAZAN y la de niñas GUADALUPE QUESADA, que hasta la fecha se constituyen timbres de orgullo para la sociedad porteña. En esta misma ciudad y junto al Licenciado JUAN BUSTILLO RIVERA, en febrero de 1902, iniciaron la campaña política a favor del General MANUEL BONILLA CHIRINOS, a través del semanario EL INICIADOR, y más tarde sus colaboradores pasaron a formar las páginas del DIARIO DE HONDURAS, que fue el principal vocero de la candidatura triunfal Bonillista.

 Para dedicarse al ejercicio activo del periodismo, adquirió en 1903 la imprenta LA ESTRELLA, lo que le permitió cubrir con su trabajo intelectual, las páginas del Comercio, donde colaboró con diversos escritos en el año de 1908, su trabajo destacado y su proyección como figura sobresaliente de su campaña, lo llevaron a ocupar una diputación en la administración Bonillista, y con ello después de sus contribuciones sin espacio que duraría hasta el día de su infortunado fallecimiento. Escritor de sólidos principios en torno a sus ideas las que alternaba con su pasión partidaria, asistió como representante de Honduras al CONGRESO DE PERIODISTAS CENTROAMERICANOS, que se celebró en Guatemala en 1911, año en el cual se convirtió en miembro del Gabinete del Gobierno provisional del Doctor FRANCISCO BELTRAND, ocupando el Ministerio de GUERRA Y MARINA, un 28 de marzo de 1911.

 Más tarde durante el segundo gobierno del General MANUEL BONILLA, que dio inicio el 1 de febrero de 1912, fue designado nuevamente Ministro de Guerra y Marina. Cuando las debilidades orgánicas apresaron la capacidad dirigencial del General MANUEL BONILLA y ya prácticamente enfermo depositó el poder un 2 de marzo de 1913 en el Doctor FRANCISCO BELTRAND, quien fungía como Vicepresidente, el Doctor Francisco J. Mejía, fue ratificado en el desempeño de la misma cartera ministerial. El 5 de agosto de 1915 en el gobierno del Doctor ALBERTO MEMBREÑO, fue seleccionado Ministro de GUERRA Y MARINA, quien en las postrimerías de su administración le confió en forma temporal la Secretaría de HACIENDA Y CREDITO PUBLICO. Finalmente en el Gobierno que a las 3 de la tarde del 8 de febrero de 1916 asumiera el Doctor FRANCISCO BELTRAND, el político olanchitense fue nombrado Ministro de GOBERNACION Y JUSTICIA, figurando al mismo tiempo en la nómina como PRIMER DESIGNADO A LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA.

Desde esa plataforma se constituyó una fuerte corriente de opinión favorable a su candidatura presidencial, donde resaltaban sus múltiples virtudes y se preconizaba su experiencia y capacidad administrativa a nivel público. En el proceso de transición ministerial de las administraciones del Doctor BELTRAND, FRANCISCO J. MEJIA, se revistió de una obsesión geofagica y se apoderó junto a TERENCIO T. REYES, virtual alcalde de Olanchito de 3.812 hectáreas de terreno en la jurisdicción de SONAGUERA, COLON en 1917, según lo consigna el libro INDICE GENERAL DE TITULOS DE TIERRA DEL SIGLO XVI al siglo XX, cuyos equivalentes en términos de manzanas totalizan la nada despreciable cantidad de 5.451.16 manzanas, extensión mayor que todo el ejido municipal de la ciudad coloneña. Aun así, los comentarios generalizados de aquel tiempo señalaban, que si no es por su inesperada muerte se hubiera convertido en el indudable sucesor del Presidente BELTRAND, en los destinos de la nación hondureña. Con su muerte (presumiblemente por envenenamiento) extremo este último que quedó envuelto en un velo de misterio, la ciudad C IVICA DE OLANCHITO, perdió la más cercana oportunidad de tener por primera vez en su historia un presidente de extracción humilde, nacido en una zona marginal de la ciudad, conocida en la distribución de la nomenclatura urbana antigua como BARRIO DE LOS MIRRIÑAQUEZ, hoy Colonia La Torre.

 FRANCISCO J. MEJIA, expiró el sábado 25 de enero de 1919 a las 11:00 de la mañana a la edad de 50 años, rodeado de un núcleo de amigos, de sus más cercanos familiares y de políticos afines a su causa, que vieron en el fallecimiento del líder la capitulación de sus ideales y sus aspiraciones políticas. El pueblo de Olanchito, a través de lo que fue la SOCIEDAD DE PADRES DE FAMILIA, al fundar el primer centro de formación educativa a nivel medio dispuso honrar el nombre del hombre público que fue MEJIA POSANTES, el Instituto fue creado por acuerdo # 580 del 17 de abril de 1943. Al retornar de Guatemala, donde vivió por un tiempo, escribió una Monografía sobre la FACCION DE OLANCHO, que quedó inédita, desconociéndose el destino de la misma.
el Doctor FRANCISCO J. MEJIA, en Consejo de Ministros emitió el Decreto # 66 DECLARANDO DUELO NACIONAL, la fecha de su fallecimiento. Lo mismo hizo el CONGRESO NACIONAL, mediante Decreto # 17consdignando la muerte del ilustre estadista.

A su sepelio asistieron personalidades más sobresalientes  de la política nacional quienes en sus intervenciones oratorias destacaron los méritos y virtudes de uno de los hombres que nació predestinado a ocupar un espacio estelar en la historia de la Política Nacional.

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martes, 15 de septiembre de 2015

La inseguridad ciudadana y el desarrollo humano

Por : Mario Posas
Fuente : Revista Humanum
Puedes descargar el estudio completo en formato PDF

La inseguridad ciudadana restringe las posibilidades del ejercicio de la condición ciudadana y repercute negativamente en el desarrollo humano, el cual aspira al incremento de las opciones de las personas. Este trabajo está dedicado a ofrecer una aproximación al problema de la delincuencia, la inseguridad ciudadana y el desarrollo humano en Honduras.

1. Delito y delincuencia

El delito es la violación de una norma establecida por la ley penal. Los que se dedican a la práctica del delito, se conocen con el nombre de delincuentes. El escalamiento de la delincuencia en América Latina en las últimas décadas y sus repercusiones sobre la vida y la seguridad de los bienes de las personas, ha colocado el tema de la inseguridad ciudadana en un lugar preferente de la agenda pública.

Un creciente número de personas en nuestras sociedades abrigan el temor de ser objeto de agresiones a su integridad personal y al sentido de dignidad que es inherente a la persona humana y al concepto de seguridad ciudadana. En este contexto, la inseguridad ciudadana se ha convertido en uno de los temas centrales de debates y de estudios en nuestro tiempo.

La inseguridad ciudadana restringe las posibilidades del ejercicio de la condición ciudadana y repercute negativamente en el desarrollo humano, que, como se sabe, aspira a incrementar de las opciones de las personas a escoger el tipo de vida que tienen razones para valorar. “Desarrollo humano y (in)seguridad ciudadana”, se puntualiza, “están estrechamente ligados, pues ambos conceptos ponen en el centro a las personas, a la ciudadanía, la verdadera riqueza de la nación”.1 “Más allá de la irreparable pérdida de miles de vida humanas”, se enfatiza, “la violencia y la inseguridad tienen efectos negativos directos e indirectos en diferentes campos del desarrollo humano: en la salud pública, en el sistema educativo, en el sistema político, en el sistema jurídico, en el capital social, cultural y humano, en la economía, en las desigualdades de género, y en la libertad de las personas”.

Este trabajo está dedicado a ofrecer una aproximación al problema de la delincuencia, la inseguridad ciudadana y el desarrollo humano en el país.

2. Delincuencia y victimización
2.1. Delincuencia

El tema de las estadísticas de los delitos es un problema complejo, no solamente en los países en vías de desarrollo, sino que también, en los países altamente industrializados. Es universalmente aceptada, la existencia de subregistros en los datos sobre los delitos cometidos. Esto se debe básicamente a que no todas las personas que han sido víctimas de acciones que las leyes penales consideran delictivas y punibles, hacen las denuncias correspondientes a la autoridad competente.

Este es el origen de la denominada “cifra negra” o oculta de la delincuencia. Sin embargo, hay que indicar que el homicidio es el tipo de delito que presenta los niveles más bajos de subregistro, porque los asesinos no siempre están interesados en ocultar a sus víctimas y, si lo hacen, por regla general, salen eventualmente a la luz. Por ello, se le utiliza como un indicador fiable para estimar los niveles de delincuencia y de violencia social en un país determinado.

En el caso de Honduras, al subregistro por este tipo de argumentos, hay que agregar dos elementos adicionales:
1) la deficiencia histórica del registro de delitos, y 2) la existencia de diferentes fuentes de registro con resultados divergentes. Las deficiencias de los registros estadísticos sobre delitos son tan notorias que impiden verificar la tendencia histórica de los mismos.
3 En los últimos años, varias entidades públicas han venido llevando registro de los delitos, sobre todo, en lo que a delitos contra la vida e integridad de las personas se refiere. Sin embargo, ha faltado un esfuerzo de consolidar las cifras compiladas. Esta ausencia de estadísticas delictivas consolidadas sobre delitos contra la vida y la integridad de las personas, ha sido resuelta merced a la creación del Observatorio de la violencia, que es una iniciativa combinada del PNUD, el Ministerio Público, la Dirección General de Investigaciones Criminales (DGIC), la Dirección de Medicina Forense y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).


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domingo, 13 de septiembre de 2015

Día del Ganadero y Agricultor de Olanchito

Por: Mario Berrios / Diario Tiempo
La ganadería es una actividad económica de origen muy antiguo, la cual consiste en el manejo de animales domesticables con fines de producción para su aprovechamiento. En el Día del Ganadero y Agricultor de Olanchito, 12 de septiembre, es preciso recordar que Olanchito ha sido punta de lanza en el rubro ganadero. En todas las comunidades del municipio de la Ciudad Cívica, los habitantes son agricultores y ganaderos, además de poetas, escritores y cuentistas, rara combinación de hombres del campo, armas y de intelectuales. Bañado por ríos como el Aguán Yaguala, San Marcos y Uchapa, el Valle del Aguán ha sido siempre el segundo pulmón productivo después del Valle de Sula. En Olanchito pueden apreciarse varias especies de ganado y productos derivados del campo.

Los ganaderos, profesionales encargados directamente del desarrollo de la producción animal y los agricultores, son un bastión importante en el desarrollo de la región y del país. Allí se han acuñado formulas propias de queso y mantequilla, por ello no es extraño que un habitante, en cualquier latitud de Honduras, solicite en un puesto de venta lácteos originarios de Olanchito.

La simbiosis de la ganadería con la agricultura ha dado sus mejores frutos en estas tierras de Jacobo B. Cárcamo, Ramón Amaya Amador, Armando García, Heber Sorto, las familias Meléndez, Durán, Martínez, Puerto, Quesada, Agurcia, Hernández, Castro, y miles más…. Como en todo mercado, a veces la ganadería se vuelve más rentable que la agricultura, porque permanecemos en una  relación constante de precios y sus vaivenes. Por supuesto los sistemas integrados agrícola-ganadero tienen un futuro interesante y un presente muy halagüeño. Pero para competir en otros mercados, adonde apuntan algunos ganaderos olanchitenses, se requiere una estimulación significativa, a fin de producir mejor carne y leche para el consumo y para exportación.

El mercado internacional con el sello de Olanchito no debe ser un simple sueño, se pueden seguir los pasos de algunas comunidades argentinas que tienen su buen nombre en el mundo con su producto de alta calidad, estimado en los mercados mundiales. La sequía actual, provocará este año una merma de miles de terneros y por efecto escases de carne, leche y lácteos, pero se espera un buen período de parición en los próximos meses. La región de Olanchito necesita ser inyectada con estímulos gubernamentales y bancarios, sólo así podrán librarse del actual fenómeno de acaparadores o coyotes colombianos, quienes dan facilidades crediticias a un alto costo. Tecnificar con riego, heno para la época crítica y la protección del ambiente es un reto asumido por la directica comandada por Carlos Meléndez, actual presidente de la asociación de ganaderos y agricultores, donde se aglutinan los 16 CREL de la zona.

Si bien Olanchito es famoso por sus literatos, también lo es por su hermosa ganadería y agricultura, allí un ganadero carga arma, pero también un libro. En sus campos, en ese Aguán lejano, donde el sol con el prado y el libro son hermanos, deambula el ganado entre el valle, hondonadas y ríos. Cuando el vientre de Olanchito se aproxima al amanecer, aparece un hermoso caballo, un toro bravío o una vaca lechera. Es común entre los ordeñadores contar historias, narrar pasajes como el que yo les cuento, en esas noches negras o pintadas de claro por la luna, sin brisa o con el murmullo del viento, mientras se  escucha el quejido del arduo sol o de la noche fría. En los corrales, el berrido de los terneros o el mugido de las vacas se escuchan en la lejanía. Y ladran en coro los perros alertando la presencia de algo extraño en tanto persiguen al animal fugitivo. Hombres y mujeres aceleran su paso por las cuestas, donde inocentes animales salen al camino.

A paso sigiloso, embelesado con la maldad, una noche de estrellas adormecidas visita un corral el abigeo, quien de prisa se abalanza sobre un desprevenido y robusto ternero. Una bala encarnizada centellea en la oscuridad lanzada con tal puntería, que aquel cuatrero no tose y ahoga el último suspiro. Al siguiente día, el ganadero luce sus cueros en los postes y alambradas del corral como una señal de que es un celoso guardián, de su mujer y de sus bienes.

 Pese al modernismo de máquinas de transporte, la estampa histórica del ganadero, arriero o agricultor, evoca al clásico personaje de modestas costumbres e indumentaria (espuelas, caballo, sombrero, botas y pistola al cinto), trabajando de sol a sol y, de cuando en cuando, de tarde en tarde o de noche en noche, narrando —con atractivo literario o aspiración romántica— su colección de anécdotas y poemas sobre su vida, un fallecido, determinado vecino o hasta acerca de su propia madre.

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domingo, 23 de agosto de 2015

Los dones de Honduras

Por:  Oscar Anibal Puerto Posas
Don es un título honorífico y de dignidad, que se antepone al nombre propio, no al apellido. Se daba antiguamente a muy pocos, aún de la primera nobleza. España, lo reservará, más tarde, a sus grandes hombres lindantes con la genialidad. Son pocos, muy pocos y entre ellos espiga una que otra mujer.

No pretendemos hacer un listado exhaustivo. Me referiré a algunos; casi todos pertenecientes a la generación noventayochistas. Veamos, don Ramón Menéndez Pidal, don Miguel de Unamuno, don Marcelino Menéndez y Pelayo, don Ramón María del Valle Inclán. ¡Oh! casi se me olvidaba una gran mujer: doña Emilia Pardo Bazán. España tiene enormes poetas y artistas. A ninguno se le aplica el calificativo de don. Al parecer, solo se le aplica a ejemplos vitales de erudición.

Honduras, ha producido también sus dones: don Augusto C. Coello, don Rómulo E. Durón, don Jesús Aguilar Paz, don Manuel Adalid y Gamero y creo que ya no hay más… Desearía equivocarme. Hay dos damas que merecen el cognomento: doña Lucila Gamero de Medina y doña Paca Navas de Miralda.

Don Augusto Constancio Coello, es harto conocido por ser el autor de la letra del Himno Nacional. Pero el hombre allí no se agota. Fue historiador. Periodista. Político. Hizo de la vida pública una función patriótica altísima. Fue Canciller de la República en el gobierno del doctor Miguel Paz Barahona. Debido a ello, la Academia de Diplomacia lleva su nombre.

Don Rómulo Ernesto Durón. Jurisconsulto. Político. Poeta. Ex rector de la Universidad Nacional de Honduras. Historiógrafo, sus tratados son obra de consulta. Fue, en suma, un patriota: la United Fruit Company le pidió que llevara sus asuntos jurídicos. El incentivo económico era halagüeño. Pero, don Rómulo dijo: “no”. Su argumento fue: “si en algún momento me toca litigar en contra del Estado de Honduras, me moriría de vergüenza”. Era Canciller de la República, cuando los marines yanquis llegaron a Tegucigalpa en 1924. Don Rómulo, en persona, entregó una nota de protesta al Embajador de los EEUU, Franklin Morales. Son las cosas que no se saben y por eso no se reconocen los méritos de las personas.

Don Jesús Aguilar Paz, fue un finísimo obsequio que el municipio de Gualala allá en Santa Bárbara quiso ofrecerle a Honduras. El primero en pintar el rostro de la patria. Su mapa tuvo una duración de sesenta años, hasta que la geodesia nacional permitió superarlo. Aún así, fue un modelo para los técnicos. Toda su labor la hizo a pie o en lomo de bestia. Sin apoyo económico del Estado. Movido por su inmenso amor a Honduras. Fue maestro de educación primaria y doctor en química y farmacia.

Don Manuel Adalid y Gamero. Hombre polifacético: ingeniero, médico, profesor, escritor, periodista y político. Pero sobre todo, fue el mejor músico que ha producido Honduras. Fundador de la primera escuela de música. Maestro de músicos de fina estirpe: Francisco Díaz Zelaya, Rafael Coello Ramos, Ignacio Villanueva Galeano y otros más. De todos los mencionados, solo don Manuel Adalid y Gamero tiene una estatua majestuosa y señera en el Parque Central de Danlí, tierra de sus amores.

Doña Lucila Gamero de Medina, fue la primera mujer que se atrevió a escribir en Honduras. Realizó su famosa novela “Blanca Olmedo” que le dio renombre nacional e internacional. La publicó en 1900 y todavía es texto de lectura obligatoria en los colegios y en las universidades de Honduras: tiene, entonces, más de cien años de amenidad.

Doña Paca Navas de Miralda es la autora de “Barro”, editada en Guatemala en 1950. Por cierto, la primera novela de denuncia social escrita en Honduras.

En mérito a lo anterior, podemos concluir que la clase política del siglo pasado era más instruida que la clase política actual. Constituida por pícaros y ladronzuelos.

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sábado, 20 de junio de 2015

Biografia de Lisandro Quesada Bardales

Lisandro Quesada Bardales, Olanchito,Honduras
Por : Juan Fernando Avila Posas
Lo conocí en el vértice de una mañana resplandeciente en casa de don Antonio Gonzales Rosa, (mi padrino), en la ciudad Puerto de La Ceiba. Yo había llegado la noche anterior en un cansado tren de prolongados horarios, en compañía de mi madre, a disfrutar vacaciones, después de haber cursado el primer año escolar, y él, el día siguiente, a despedirse del dueño de la casa, que había sido su protector temporal, porque su ciclo estudiantil en el puerto del atlántico había terminado, y yo iniciaba junto a mi madre un recorrido que culminaría en Tegucigalpa en casa de la enfermera alemana Kristina Kiunemoan de Chirinos. Al subir las escalinatas Lisandro Quesada Bardales, me preguntó de dónde venía, y yo con la timidez propia de mi infancia provincial, le respondí que de Olanchito, y él al ver mi tez blanca y mis ojos verdes, sorprendido me preguntó de nuevo, quién era mi madre, respondiéndole que Susana Posas, y entonces diligente se apresuró a saludarla y preguntar por mi padre, el doctor Ávila Ruiz, amigo singular de su abuelo, el agricultor y ganadero Próspero Bardales Núñez.

Mi madre me contó que ya tenía referencias del recién llegado, que era un liberal íntegro, un poeta orgánico, autor del Canto a Honduras, y un bohemio incorregible de espíritu testimonial. Ese era en realidad Lisandro Quesada Bardales, nacido en Olanchito un 11 de marzo de 1933, hijo mayor del hogar formado por Ramón Quesada Fernández y de la señora Menalia Bardales Figueroa.

Lisandro Quesada Bardales, realizó estudios primarios en la memorable escuela de varones Modesto Chacón, en Olanchito, Yoro. Los secundarios los distribuyó entre el Instituto Manuel Bonilla de La Ceiba y el Instituto Francisco J. Mejía de Olancho, Yoro, los superiores en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y los de abogado en la Corte Suprema de Justicia donde le extendieron su exequátur, para ejercer el notariado.

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domingo, 31 de mayo de 2015

Olanchito, “la ciudad de la palabra” y la poesía

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Por : Juan Ramon Martinez (Diario La Tribuna)
El nombre de esta ciudad sabe a metáfora. Para decirlo, hay que juntar los labios y ponerlos como para darle un beso en sus labios. Y su repetición, suena como un grito viril para señalar, su ruta brillante y esclarecida. Pero en la medida en que se abre paso en el vacío, se desdobla la palabra y se transforma en poesía.

Para muchos de sus amorosos hijos de la década de los treinta, era la “ciudad cívica” por antonomasia, Para la generación de los empezaron a escribir en los cincuenta, fue la “ciudad de la palabra”. Y para los que venimos después, fue una ciudad especial, aislada pero risueña, pequeña y solidaria.

La cuna de los poetas. Los que vinieron un poco antes y la vieron desde el avance de la agricultura moderna, la sintieron orgullosa y señorial. Y no le dispensaron el cariño que ellos debían para ser mejores que lo que fueron. Para los que eran originarios de las primeras familias, que desde su fundación plantaron bananos, caña y cultivaron los hatos ganaderos, siempre fue su ciudad, esquiva y huraña, que no querían compartir con los recién llegados. Y cuando estos, encabezados por Juan Colindres que llego para reconstruir la Iglesia – el edificio emblemático por excelencia – y para edificar el centro de la vida pública ciudadana, el edificio del Cabildo Municipal, la ciudad era un encanto ante el cual no había otra cosa que aceptar sus risueños envites, para en su seno y en su calor, vivir sus encantos y sus bellezas.

Pero además, de las visiones mencionadas de la ciudad, hay que agregar dos más: la de los que la dejaron físicamente, llevándola prendida en el ojal de la camisa.

Y la de los que disgustados, por su repetida adhesión a su concepto de creadora de intelectuales y repetición de sus añoradas virtudes, empezaron a señalarle defectos con rencorosa y enfermiza repetición. Lo que en el fondo, no disimulaba, el hecho  que lo que, más les dolía, era no tener una ciudad como Olanchito, para llevarla a la boca, en el momento de invocar la palabra e invitar que la poesía se hiciera presente, en nombre de la esencia y la sonoridad.

Los primeros, ahora están de regreso, como Ulises que vuelven a Ítaca a buscar el encuentro definitivo con Penélope. Estos, para que se convierta en una hoja de ruta, se han unido, juntando una muestra de sus versos en donde más suenan los ecos del insinuado regreso, bajo el nombre de una nueva palabra: “Olandisea”, formada por Olanchito y la Odisea. Invento del cariño, obligación de los afectos y confirmación de la fuerza de la memoria y sus recuerdos. Con lo que confirman un doble viaje.

Desde las fuentes de sus inquietudes intelectuales iniciales, sus primero balbuceos poéticos, sus viajes por el mundo de los desconocido, el sentimiento de estar siempre junto a la ciudad querida y el regreso inevitable hacia donde están todavía esperándoles, los seres queridos, las cosas que ya no existen; o los nombres de las seres que sin vida corpórea, fueron reales porque ellos los imaginaron. Livio Ramírez Lozano, José Luis Quesada, Marco Tulio Del Arca y Heber Ernesto Sorto, de diferentes edades y generaciones; pero, todos poetas consagrados, con rutas individuales emocionantes, experiencias singulares específicas, modelos y formas de expresarlas muy particulares en cada uno de ellos, se toman de la mano para mostrar – en este anunciado primer tomo de un libro más grande y fornido que, aparecerá en el futuro –, el largo recorrido desde sus fuentes hasta este regreso simbólico, en que la santa poesía, renueva los olores de la ciudad de sus amores. Cada uno con su tono, con su propio manejo de la palabra; pero los cuatros, con la brida del potro indómito, piafando sobre los viejos caminos y en la puerta de las antiguas querencias, regresan a la ciudad de los amores compartidos por todos, a confirmar que Olanchito es, antes que cualquiera otra cosa, la ciudad de la palabra y por esa vía, la ciudad de la poesía.

La cuna de los poetas, la Ítaca de los soñadores, el faro de los que siempre vuelven.

Y el espacio físico en donde las palabras tienen, sus más profundos e intensos ecos multifacéticos. Bienvenidos los que nunca se han ido; los que nunca han dejado las pequeñas cosas de Olanchito y los que solo se fueron para conocer el mundo del mas allá y descubrir que aquí, es el principio y el fin de todas las cosas. Las puertas están como cuando se fueron, abiertas de par en par.

Por su Penélope, que los estuvo esperando siempre, tejiendo y destejiendo los sueños, las esperanzas y los recuerdos nuevos por vivir. Ellos llegan con sus versos, para entregarlos, amorosamente a los pies de la ciudad.

De su ciudad. Para que todos recuerden que Olanchito, siempre ha sido y será, la ciudad de la palabra y la capital de la poesía.

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jueves, 23 de abril de 2015

Imaginarios : nuevo libro del escritor olanchitense Carlos Escamilla

Olanchito,literatura de Olanchito,Honduras, literatura de Honduras
Carlos Escamilla 
Por : Jordi_diez
Según confiesa el propio autor, él es de Olanchito, una población de Honduras que se caracteriza porque desde el año 1530 en cada casa, por humilde que sea, vive un poeta, y no voy a ser yo quien lo ponga en duda porque en la casa donde nació el señor Carlos Escamilla no solo les nació un poeta, sino que les nació un escritor con un talento extraordinario para este trabajo de juntar letras y convertirlas en historias.

Y esto es lo que ha hecho precisamente el autor en un compendio de cuentos, vivencias e historias, muchas de ellas narradas en primera persona y otras en tercera, pero situadas dentro de su círculo más cercano, juntar letras y convertirlas en pequeñas obras de gran talento.
Como he dicho en otras ocasiones en este mismo blog, no soy demasiado amante de los cuentos, a pesar de que los disfruto muchísimo mientras los leo, pero si bien entiendo que es un palo de la literatura de gran dificultad y valor literario, creo que en las novelas es donde el esfuerzo y el talento real del autor se ve con mayor claridad, por eso estoy esperando en ascuas una novela de Carlos Escamilla. Él mismo se declara en uno de sus cuentos incompetente para escribir una novela, pero estoy seguro de que no lo es. Solo es miedo escénico previo al reto.

En su libro Imaginarios denota un talento extraordinario, una capacidad de narración que no tiene nada que envidiar a los grandes. Puede parecer exagerado lo que digo, pero no lo es. Quizá la obra no sea la mejor del mundo, pero hay momentos en las letras del señor Escamilla que me quedé boquiabierto con la facilidad de su prosa y la belleza de la misma. Eso es un don, que se entrena, por supuesto, pero es un don que como los famosos pimientos del Piquillo, unos lo tienen y otros non.
Como en cualquier libro de cuentos, hay algunos que me han gustado mucho, como El diablo, por citar uno de los últimos, y otros que no tanto, pero el conjunto de ellos guarda una línea argumental relacionada con la vida del autor, sus orígenes en Honduras, en Olanchito, y su vida de inmigrante en los Estados Unidos. Y es desde esa óptica de desterrado que delata las penurias de sí mismo y de su entorno por adaptarse al nuevo país, así como describe la añoranza de los inmigrantes y la inestabilidad en la que viven aquellos que han cruzado a tierra desconocida sin llegar a marchar nunca y sin poder regresar jamás.

Os dejo una muestra de un minicuento que se titula Ilusión:

Por mucho tiempo fue el dueño indiscutible del récord de la patada más alta en Latinoamérica.
Luego, alguien le aseguró que en los Estados Unidos ganaría mucho más dinero con el manejo del taekwondo.
Ya han pasado varios años y no volvió a saltar.
Por el contrario, cada vez que se agacha a pegar un ladrillo, le cruje la espalda y, desde el fondo de su alma, maldice a Nueva York.

De verdad os recomiendo las letras del señor Carlos Escamilla, a quien veo como una especie de gran bailarín que no se atreve todavía con una obra completa de Txaikovski, pero al que ya se le adivinan las maneras que lo llevarán al circuito internacional en cualquier momento, y entonces, cuando suceda esta evidencia, nosotros podremos decir: yo ya lo conocía.

Resumen del libro (editorial)

Imaginarios es un libro de cuentos en tres partes.El futuro, invitan a un joven poeta a participar en la Feria del Libro de Miami.El presente, vivencias de un joven emigrado a Estados Unidos.Y el pasado, el mundo mágico en Olanchito Yoro, Honduras.Imaginarios se enfoca en las influencias culturales de la sociedad latinoamericana en Estados Unidos y al revés; porque de alguna manera ambas sociedades están conectadas, y por lo tanto, es fácil perder el sentido de la realidad cuando se vive en un punto intermedio.


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domingo, 5 de abril de 2015

El Origen y desarrollo histórico del teatro en Olanchito

Olanchito,historia del teatro en Olanchito, Honduras
Isabel Amaya, madre del escritor Ramon Amaya Amador
Por : Juan Fernando Avila Posas
No existe hasta el momento una fecha específica que determine con exactitud, el día, hora y fecha de cuándo se inició el teatro en la Ciudad Cívica de Honduras, ni la noche en que por primera vez se presentaron en el improvisado escenario el elenco de actores y actrices a desarrollar el potencial de sus facultades históricas. De lo que sí se tiene seguridad, es que fue el profesor JOAQUÍN REYES TEJEDA, nacido el 26 de junio de 1886, el indudable iniciador de esta disciplina artística, que envolvió a una juventud inquieta en la dramatización en los primeros años de la tercera década del siglo pasado (1930-1940), y creó las condiciones para el posterior desarrollo de lo que es hoy día, la HISTORIA DEL TEATRO EN OLANCHITO.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, como educador, había fundado en el año 1922 el INSTITUTO “PEDRO NUFIO”, en la ciudad de Olanchito, en reconocimiento y gratitud a quien fuera su maestro y le entregara el título de docente en noviembre de 1914 en la ESCUELA NORMAL DE VARONES de Tegucigalpa. Mucho tiempo después, REYES TEJEDA, había escrito una obra dramática de dos actos conocida con el nombre de LOS SIETE PECADOS CAPITALES, de la que se ignora si fue llevada a los rudimentarios tablados de la época, e infortunadamente quedó inédita y el instituto fundado desgraciadamente tuvo vida efímera, mientras el maestro REYES TEJEDA, fue exigido a ocupar la dirección del INSTITUTO “LA FRATERNIDAD” de Juticalpa, Olancho, más tarde el mismo cargo en el instituto “JOSÉ CECILIO DEL VALLE” en Choluteca, como igual responsabilidad le delegaron en el Instituto “LEÓN ALVARADO” de Comayagua, y finalmente en el “MANUEL BONILLA” de la ciudad puerto de La Ceiba, Atlántida.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, retornó a su tierra natal, después de haber cumplido una misión histórica y educativa, ocupando igualmente direcciones de Educación en los departamentos de Yoro y Atlántida, y fue después cuando se ocupó definitivamente de implementar el teatro de la Ciudad Cívica de Honduras.

Se presume que fue el año de 1934, cuando reclutó una serie de señoritas talentosas de belleza resplandecientes y jóvenes deshinividos e inteligentes, para conformar el primer cuadro dramático, y llevar el escenario el mensaje de una nueva expresión, aunque fragmentaria, de las PASTORELAS DEL PADRE REYES, desconocidas por el público, que recibió con entusiasmo y receptividad el mensaje y los monólogos de algo hasta entonces desconocido por los numerosos espectadores.

En base a lo descrito, se considera a JOAQUÍN REYES TEJEDA, como el indiscutible pionero de este arte, hoy evidentemente olvidado, y sin posibilidades comunales de reivindicación.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, falleció de muerte natural el 8 de junio de 1948 en la ciudad de Olanchito, a los sesenta y dos años de edad (62), dejando un legado histórico, educativo y cultural en la sociedad, que supo valorar su esfuerzo creativo y su empeño cultural.

Muerto el honorable maestro y quedando el teatro en la orfandad, MARÍA ISABEL AMAYA, madre del escritor RAMÓN AMAYA AMADOR (1916-1966) asumiría con elevados grados de responsabilidad la dirección escénica, conservando un reducido número de intérpretes, quienes con el fallecimiento del principal gestor dramático, vieron capitular sus inquietudes, obligando a la nueva promotora cultural el reclutamiento de personal joven, aunque desconocedores del arte, para impulsar nuevamente el género artístico en el ambiente distrital.

MARÍA ISABEL AMAYA, había recibido sus primeras lecciones y logrado un aprendizaje fácil y admirable al lado del maestro REYES TEJEDA. Ella fue una mujer dotada de talento natural para asimilar los recursos dramáticos del teatro popular, y poseedora de manos prodigiosas para la confección artística de flores artificiales con la que ornamentaba las imágenes de la Iglesia Católica, y donde encontraría igualmente el tejido de un amor secreto con el sacerdote GUILLERMO R. AMADOR, encargado de la parroquia de la localidad y de cuya relación, naciera un 28 de abril de 1916 el célebre escritor y novelista RAMÓN AMAYA AMADOR.

De su sensibilidad en el arte floral de su cultura para la dramatización, y de su sentido único para la dirección escénica, nació en su interior una pasión y así continuar con la misión heredada simbólicamente por el maestro REYES TEJEDA. Con ese fin convocó personal, dentro de los que se inscribieron JESÚS SANDOVAL NÚÑEZ, AMÍLCAR LOZANO MURILLO, MANUEL LOZANO TEJEDA, ANTONIO R. NÚÑEZ, JULIA AGURCIA ALVARADO, ANA P. VALDERRAMOS, MERCEDES CANO RUIZ, ELVIA TINOCO, FRANCISCA ILIAS PLATA y muchos (as) que se identificaron con el elenco y se solidarizaron entusiastas con la nueva propuesta artística del teatro local.

MARÍA ISABEL AMAYA, se distinguió por su capacidad en el dominio de todo cuanto inicialmente había asimilado del arte dramático, y le dio sentido y perduración expresiva y cultural a lo que en el pasado naciera como fuente de placer estético en el medio.

Es indudable que con sus ideales influyó decididamente en la formación cultural de su hijo RAMÓN AMAYA AMADOR, para que este desarrollara sus potencialidades y talento como escritor, puesto en evidencia a través de cincuenta libros escritos, incluyendo dentro de los mismos la obra teatral LA PESTE NEGRA, con la que participó en el certamen literario promovido por la UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS, el año de 1957, donde se hizo merecedor de MENCIÓN HONORÍFICA, al declarar desierto el concurso  por falta de participantes.

MARÍA ISABEL AMAYA, falleció el 20 de febrero de 1946, dos años antes que el maestro REYES TEJEDA, y con su muerte el teatro dio por terminado su ciclo de presentaciones, culminando de esta forma una etapa trascendental para el arte dramático de la ciudad.

Tendría que vivirse un prolongado silencio en espacio y tiempo, hasta que a finales de los años cincuenta, providencialmente NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, con el don propio y virtudes naturales de liderazgo y dirección, se le ocurriera expresar su talento e invitar familiares para constituir lo que una noche sería la renovación artística del TEATRO POPULAR EN OLANCHITO. El escenario fue improvisado, frente a la casa de su abuelo y patriarca de la familia don PRÓSPERO BARDALES NÚÑEZ, a quien dejaron desprovisto de sus sábanas y frazadas invernales, para organizar con ingenio y estrategias el manteado escénico, y hacer más fácil las manipulaciones y dominio de los telones a JUAN RAMÓN MARTÍNEZ BARDALES, quien desarrollaba funciones empíricas de tramoyista en las presentaciones nocturnales. El elenco artístico estaba integrado en su generalidad por familiares, vecinos y amigos, siendo los principales MELTON BARDALES MARTÍNEZ, ÓSCAR (COCO) BARDALES, POPITO QUESADA BARDALES, ELSA NÚÑEZ, MIGUEL ÁNGEL SOSA (LANGUE) SONIA QUESADA BARDALES, ANTONIO REYES (CAPITO) Y NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, como responsable del montaje y dirección de la obra, presentando la velada melodramática con ejecuciones preliminares del trío de guitarras ejecutadas magistralmente por POLICARPO REYES SOSA (CAPO) ÁNGEL CÁLIX MERLO Y PASCUALIO DELARCA, quienes interpretaban canciones sentimentales de lo más renombrados cantantes mexicanos de la época, mientras se hacían los últimos detalles para develar el telón de la obra.

De los recuerdos inmemoriales que se conservan, es que la dramatización de la obra con fragmentos de la llegada de los TRES REYES MAGOS, presentada en los preludios navideños, a uno de los comediantes de escaza y despreocupada memoria, involuntariamente olvidó un fragmento de la sexteta que le correspondía exponer, y aquel lapsus imperdonable, indignó al propietario de la casa, exigente y sanguíneo por su estirpe española, quien en holocausto imprevisible, terminó llevando sus cobijas a su tibio regazo nocturnal, desmantelando aquel ensayo subliminal de una juventud que protegidos bajo el calor paternal se asilaron en una casa de donde posteriormente surgirían intelectuales renombrados como LISANDRO QUESADA BARDALES (poeta y escritor) NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES (actriz) MANUEL QUESADA BARDALES (poeta) JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES (poeta y pintor) RIGOBERTO QUESADA FIGUEROA (poeta) JUAN RAMÓN MARTÍNEZ BARDALES (escritor y periodista) JUAN CARLOS QUESADA ORELLANA (poeta) ROBERTO QUESADA LÓPEZ (novelista) y tantos otros que hoy con su talento vigorizan ostensiblemente la bibliografía nacional.

NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, cumplió de esta forma su deseo de quedar en la historia local como promotora de cultura desde una perspectiva donde pocos han querido incursionar, pero ella demostró con sus acciones estar preparada igualmente para salir airosa de este drama cotidiano que envolvió su vida.

NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, falleció en la ciudad de La Ceiba el 8 de diciembre de 2014, antes de las fiestas navideñas como ella siempre lo soñó, a la edad de 79 años.

Cuando apenas era una niña de cara angelical, trenzas azabaches cayéndole en sus hombros como ríos caprichosos, siendo estudiante de secundaria en la intersección de la avenida La Unión y la calle El Telégrafo del Barrio Abajo, sobre un promontorio de piedras de lo que con el tiempo sería la residencia del más grande potentado local y diputado por el Partido Liberal SIXTO QUESADA SOTO, la señorita Alma Caballero Herrera (1947) según lo relata en una crónica genealógica de la familia Saravia, el doctor OMAR GONZALES, hacía sus primeros ensayos convocando actores de su edad, que se aproximaban a los espacios de la curiosidad juvenil deseando conocer un arte que había estado ausente por muchos años y era imperativa su reivindicación.

Esa tentativa de ALMA CABALLERO HERRERA, se produjo en la década del sesenta, cuando ella cursaba estudios secundarios, despertando inquietudes por su interés y sus iniciativas lírica de una nueva expresión del Teatro Popular en Olanchito.


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Alma Caballero Herrera
ALMA CABALLERO HERRERA, demostró a temprana edad, ser poseedora de talento para el manejo y conducción teatral, sin haber recibido orientaciones de ningún dramaturgo o conocedor de dirección escénica, ni lecciones de prosodia, pero ella traía vocación y caudal artístico, que más tarde desarrollaría con profesionalismo y de manera libertaria, cuando obtuvo sus doctorados en ESTÉTICA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE LAS ARTES Y ESTUDIOS TEATRALES, en la universidad de París Vinsennes, en la admirable y legendario Francia, y en la UNIVERSIDAD DE TOLOUSE LE MIRAIL en  la misma nación europea.

Hoy día, ALMA CABALLERO HERRERA, es promotora del TEATRO EN HONDURAS, habiendo sido fundadora del DEPARTAMENTO DE ARTES de la UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS, directora del taller de la tarde en Tegucigalpa, directora del Teatro Zamora, en la misma capital, participante del TEATRO UNIVERSITARIO DE HONDURAS, e integrante del CUADRO DRAMÁTICO DE TEGUCIGALPA, habiendo realizado una carrera exitosa junto al extinto dramaturgo hondureño FRANCISCO SALVADOR, quien dejó una huella inalcanzable en el desarrollo histórico del Teatro de Honduras.

Paralelamente ALMA CABALLERO HERRERA, ha investigado y escrito libros disciplinarios de arte como EL TEATRO EN HONDURAS, junto a FRANCISCO SALVADOR, publicado por SECTIN en 1977, y otras obras genéricas dentro de los que se incluyen LAS PASTORELAS DEL PADRE REYES, LA BRUJA DEL SIGLO DE ORO, EL BAILE DE LAS TIRAS, EL BAILE DE LOS MOROS Y CRISTIANOS, Y FRANCIA EN EL TEATRO CENTROAMERICANO, que dan fe de su preocupación y estudio sobre el teatro hondureño y regional centroamericano, y como  miembro del INSTITUTO INTERNACIONAL DE TÉCNICOS Y CRÍTICOS DE TEATRO LATINOAMERICANO.

Los olanchitos con sensibilidad artística, que por cierto se contabilizan por cienes, y los vecinos de la avenida La Unión y la Tiburcio Carías Andino, que fue el domicilio donde pasó su adolescencia, y la unión donde han nacido el mayor número de intelectuales de renombre nacional, recuerdan con sentimiento y eterna nostalgia y admiración, la niña que fue ALMA CABALLERO HERRERA, caminando orgullosa por las calles coloniales de nuestro pueblo con sus trenzas envidiables y coquetas, en la anunciación juvenil de lo que sería con los años, un valor inequívoco del arte dramático nacional.

Por esos mismos años de efervescencia cultural e inquietudes estudiantiles JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, hermano menor de NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, nacido el 12 de septiembre de 1948, revelaría inclinaciones para la dirección escénica, formando un elenco protagónico con compañeros de estudios de nivel medio al interior del INSTITUTO “FRANCISCO J. MEJÍA” y montando pequeñas obras de un solo acto, que serían aplaudidas por el conglomerado juvenil, cuando eran presentadas en los años setenta en las festividades promovidas en el centro de educación media, como también en los actos cívicos de inusitada alegría de la colectividad municipal.

Esta facultad direccional artística parece que fue un legado cultural que dominó con acentuada determinación la sensibilidad de la familia, pues años antes como queda consignado, su  hermana mayor NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, había realizado un intento expresivo del arte escénico en uno de los barrios más bullangueros de la ciudad como fue el barrio El Jazmín, donde se preeminenciaron veladas artísticas que hoy recordamos con indescriptible y acentuada saudade.

Más tarde JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, emigraría a la hermana República de Costa Rica a realizar estudios superiores de FILOLOGÍA en la Universidad “RODRIGO FACIO” y a entregarnos, “una poesía de raíz existencialista en la cual predomina una visión bastante precisa de la vida, que en términos generales no lo abandonara en su poesía posterior”, según el análisis teórico de la crítica de literatura hondureña HELEN UMAÑA.

Hoy JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, además de burilar poemas, plasma su expresión artística en lienzos expresionistas de un arte que subsidiariamente domina con intenso colorido. Hoy igualmente el poeta es PREMIO NACIONAL DE LITERATURA “RAMÓN ROSA” y uno de los valores fundamentales de la nueva lírica hondureña.

Pero si JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, abandonó lo que parecía el resurgimiento del teatro en la ciudad, paralelamente creó espacios para que una inolvidable mañana en el acontecer apacible y provincial, unas tímidas nubes se replegaran animadas pretendiendo techar la imponente majestuosidad isosélica del CERRO PACURA, preludiando que en el anochecer llovería, pero ese 19 de julio de 1979, a pesar de los pronósticos no llovió. Los habitantes siguieron realizando su rutina cotidiana, y gracias a mi obligado tránsito por el parque Central, divisé en una esquina propiedad de la Iglesia Católica, en una casa de paredes de adobe, techo de tejas, dos puertas y una ventana, a un sacerdote norteamericano con su irrenunciable tipología de un clásico “hipster” antecesor del Hippie (como bien lo conceptualizara y describiera el novelista NORMAN MAILER, en un ensayo publicado en (DISSENT), vestido de pantalón jean descolorido, camisa ligeramente imprecisa, pelo largo y excesivos aditamentos en su entono corporal, que poco o nada expresaban su vocación pastoral, y que más tarde supe se trataba de JACK WARNES, junto a una generación de muchachos vanguardistas de la PASTORAL JUVENIL ESCLESIÁSTICA, colocaban un rótulo frontal en la vieja construcción, donde anunciaban la apertura del TEATRO LA FRAGUA, y la presentación esa noche de la obra DOS JUEGOS X, custodiado el rótulo por dos banderas verdes amárelas, donde la sociedad tendría la feliz oportunidad de conocer la síntesis del TEATRO CAMPESINO CALIFORNIANO, con la obra, LAS DOS CARAS DE MI PATRONCITO.



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Aqui se fundó el Teatro la Fragua (Olanchito)
La llegada del TEATRO LA FRAGUA, el 19 de julio de 1979, vino a vigorizar una inquietud casi extinguida, y usar el teatro como lo diría MARGO WICKESSER, una de sus exconformantes, como instrumento o herramienta educativa para afirmar la riqueza, la belleza y poder de los valores hondureños.

Posterior a la migración hacia la ciudad ribereña de PROGRESO del TEATRO LA FRAGUA, donde fuera trasladado en su misión sacerdotal el jesuita JACK WARNER, al interior del instituto “FRANCISCO J. MEJÍA”, principal centro educativo de la localidad, la licenciada en Letras y Lenguas LUISA ORELLANA LOZANO, dentro de sus iniciativas pedagógicas, organizó lo que se conoció como TIFRAJME (Teatro del INSTITUTO FRANCISCO J. MEJÍA) presentando dramas cortos que informaban de su sensibilidad creativa y didáctica, y la búsqueda de valores con disciplina artística y facultades para desarrollar las obras con talento escénico.

Lo que primero presentó fue la obra A RAZ DE SUELO, que mereció el aplauso generalizado de la colectividad estudiantil, más tarde otro drama conocido como LOS INQUILINOS DE LA IRA, y finalmente EL ESCULTOR, además de obras mímicas como LA SONÁMBULA, hasta pretender llevar al escenario de manera monumental la obra, PRISIÓN VERDE, de RAMÓN AMAYA AMADOR, que constituyó indudablemente un desafío en su montaje y diálogos, utilizando para ello personal académico dentro de sus propios compañeros de trabajo.

Pero el TIFRAJME no se circunscribió escénicamente al interior del Instituto, sino que trascendió el dominio público cuando fueron llevados sus dramas al conocimiento general en el marco esplendoroso de las festividades de la SEMANA CÍVICA, lo que marcó un hito histórico dentro de la comunidad, captando la merecida ovación de la sociedad, ansiosa de disfrutar un género que se rescataba con entusiasmo y deliberado vigor cultural.

Hoy de aquel impulso apenas sobreviven el recuerdo y en la historia del instituto que le vio nacer, crecer y extinguirse, cuando los conformantes del elenco escénico terminaron exitosamente sus estudios, y emigraron en busca de sus verdaderos destinos, y la licenciada LUISA ORELLANA LOZANO, se refugió en su feliz y merecida jubilación, después de una entrega sin paralelo en la preparación de cuadros que hoy constituyen honra y orgullo de la sociedad.


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El Teatro Tolupan 
Finalmente en los años recientes y en los que quedan por vivir, un hijo de Olanchito, actor de los principales escenarios de la costa norte, miembro del célebre TEATRO LA FRAGUA, como es EDDY BARAHONA, se ha encargado de organizar y dar vida a lo que se conoce como TEATRO TOLUPÁN, reclutando miembros de la comunidad Xicaque de Agalteca (distante a dos leguas al norte de Olanchito) adaptando piezas y temas vinculados con la perduración indigenista, la marginalidad y su virtual segregación, para llevarle a los tablados, y rescatar los valores de una etnia que ha sido tácitamente olvidada por la sucesión de gobiernos insensibles con las manifestaciones de la cultura y el arte en general.

Las obras del teatro TOLUPÁN se han presentado en la CASA DE LA CULTURA, marcando una impronta expresiva y testimonial, de lo que debe ser el arte en nuestra patria, cuando predomina voluntad y los deseos de hacer bien las cosas como debe ser.

El teatro no debe convertirse simplemente en fuente de placer estético, sino en testimonio totalizante de creación, belleza y libertad.

Fuente de el articulo : Diario La Tribuna

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domingo, 29 de marzo de 2015

Una Sociedad igualitaria con poca exclusión

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Torre del reloj del parque de Olanchito
En este extenso articulo publicado en diario La Tribuna el Lic. Juan Ramon Martinez analiza la situación socioeconomica de la ciudad de Olanchito durante la época de 1940  a 1960 donde menciona  innumerables personas que son de grato recuerdo para la sociedad de esta ciudad.

"No es que no hubiese diferencias y contradicciones. Económicas, políticas y sociales. Ni pequeños explotadores; ni míseros sirvientes En todas las sociedades del mundo los hay. Pero es obvio que, en comparación con lo que vemos ahora, Olanchito era una ciudad bastante igualitaria, — con un solo sector que podría considerarse con el lenguaje de ahora, marginal o excluido: los “mirriñaques”, dedicados, sin embargo, a la pesca artesanal individual; los peones de los hacendados, las empleadas domésticos y los “criados” de las familias pudientes (Rosendo Ochoa y Teófilo Cruz)–, y con pocos mecanismos de exclusión social, de forma estructuralmente deliberada.

Los últimos, fueron superados con la creación del Instituto Francisco J. Mejía (1943), lo que permitió el ascenso social y económico de los más pobres, con tal que tuvieran el deseo de salir adelante, cursando estudios en la más alta institución educativa de la ciudad. Y se formaran intelectualmente, porque para entonces, lo educativo, le disputaba el prestigio a lo típicamente económico. Y a lo político. Y por, supuesto, a la estratificación social, que operaba artificialmente, más por razones nostálgicas, necesidades de diversiones compartidas; o inventos sin fundamento.

Otra cosa que, llama la atención, en la época estudiada, es la proliferación de actividades económicas a que se dedicaban los vecinos de la entonces conocida ya como “ciudad cívica”. Todo el mundo trabajaba en algo. De forma que todos; o casi todos, tenían ingresos. Muy pocas personas eran desempleadas. Los que ejercían la mendicidad eran, desconocidos; o los que, por no tener una casa suya o de un allegado, terminaban durmiendo en la calle. Lo que todavía marcaba las diferencias muy sutiles de “clase” en la ciudad, era la frontera entre los grandes ganaderos y los más pequeños. Con la diferencia que, estos últimos, tenían casi siempre, otras actividades complementarias que, normalmente se relacionaban con el comercio, la pequeña industria, la enseñanza o el ejercicio de profesiones liberales como la medicina, el magisterio o el derecho, especialmente.

Esta frontera, permitía diferenciar a la “clase alta”, de la “clase media”. O lo que llamaba Ramón Amaya Amador, — en el ejercicio preliminar de sus tanteos para entender la realidad política – “los de primera, de los de segunda”. En 1946, propuso y logro – tal el grado de influencia que para entonces había logrado– que se organizara la “Segunda Clase” de Olanchito, cuyo primer presidente fue Lino E. Santos y la primera Tesorera Donatila Colindres Bardales.

La auto titulada “Primera Clase” hacia a finales de la década de los cuarenta, sus propias y exclusivas fiestas que, como es natural, eran muy reducidas numéricamente; y obligadamente, aburridas. En cambio, las fiestas de “Segunda Clase” eran numerosas, ruidosas musicalmente alegres, y divertidas.

Y, la otra fuente diferenciadora, era el acceso a los estudios, universitarios o no, en México, Estados Unidos, Tegucigalpa, el Zamorano o la Escuela Granja Demostrativa de Catacamas, que para entonces, mediante becas en el gobierno, había permitido nivelar a los hijos de los “más riquitos” – los de “Primera Clase” — de los que no lo eran tanto; o que pertenecían a la “Segunda Clase”. Posiblemente, la primera institución que abrió las puertas, para que los pobres e integrantes de la “segunda clase” de Olanchito pudieran estudiar en Tegucigalpa – en donde solo lo hacían los hijos de los más integrados con las fuerzas de poder de la capital, los que tenían más recursos; o los más agresivos que se iban por su cuenta – fue la que después se llamaron, las Fuerzas Armadas. Los mejores ejemplos fueron Alejandro Galo, Enrique Soto Cano, Pito López, Arnaldo Miranda, Omar Ramírez, Alberto Urcina, Eulalio Duran y Carlos Dubon, que ingresaron e hicieron carrera en la Fuerza Aérea, sin ser miembros, la mayoría de ellos, de las familias que hasta 1944, se llamaban de “primera” en la ciudad. (La excepción es, posiblemente, el piloto aviador Omar Ramírez, hijo de  Mauricio Ramirez). Otros, hicieron carrera en la infantería como fue el caso de Amilcar Zelaya Rodriguez, el que más alta posición política, ha ocupado en toda la historia de la ciudad.

Pero lo más interesante de todo es que, como decíamos antes, todo el mundo tenía una ocupación definida. O varias, con las cuales, subvenían sus necesidades, participaban en diferentes estratos de la sociedad; y creaban algunos excedentes que capitalizados, le servían para alcanzar la cúspide de la pirámide social que estaba representada por la posesión de alguna propiedad ganadera mayor; o tener casa de alto. Carlos Martínez (*), ahora ingeniero civil retirado, hijo de un carretero de entonces (Tavo Soto) y nieto de un ganadero y residente en “casa de alto”, Félix Soto, nos ha proporcionado, con la diligencia de un Antonio R.Vallejo local, una descripción, con nombres y oficios, de esa pirámide local que describiremos a continuación. La clasificación por supuesto, es responsabilidad total del autor.

La clase alta, la primera, estaba integrada por los ganaderos de más alta tradición en la historia de la comunidad – que, además de los mencionados en un artículo anterior – eran entre otros, los siguientes: Norberto Quesada Soto, Sixto Quesada Soto, Juana Quesada Soto, Daniel Quesada, Andrés Alvarado, Felipe Ponce, Félix Soto, Prospero Bardales, Jacobo Puerto, Francisco Meléndez, Francisco Romero Lozano, Salomón Sosa, Tomas Ávila Ruiz, Claudio Orellana, Jacinto Sorto.

Como sub clase, miembros de la baja clase superior, hay que mencionar a los comerciantes de origen árabe y nacionales, que controlaban el comercio a gran escala, mediano nivel y bajo, con fuerza de crecimiento: Emilio Chahin, Nicolás Marzuca, Gregorio Marzuca, Carlos Hoch, Emilio Chahin, José y Victoria Chahin, Leonor Mahomar, Rafael Nasar, Nasry Mahomar, Serapio Bedeck, Nicolás Marzuca hijo, Camilo Nassar, Elena Yacaman, Jorge Bendeck, Salomón Busmail, Felipe Ponce, Alirio Ponce, Mauricio Ramírez, Rafael Ramos Rivera, Alfredo Ramos Rivera, Ramón Pineda, Arturo Rosales, Ángela Acosta, Arnulfo Fúnez, Francisco Nasser, Pio Carrasco, Tomas Bonilla, Jesus Villafranca y Nuncho Quezada;
 los médicos y cirujanos: Pompilio Romero, Octavio Bennet, Tomas Ávila Ruiz, Raúl Madariaga, Marco Antonio Ponce, Marco Tulio Burgos, Francisco Murillo Escobar, Roberto Mejía Durón, Felipe Ponce, Saúl Ayala Ávila, Rafael Ruiz Leiva; los dentistas: Ramón Molina Pastor, Sixto Quezada Soto, Constantino Martínez, Marco A. Sosa, y el técnico dental Francisco Maradiaga;
 los agrónomos: Manuel Dobles (Costa Rica), Coy Hum (Guatemala), Regino Quesada Ramírez, Roberto Salas Posas, Alfredo Murillo Galo, Luis Enrique Aguiluz, Roger Valerio, Antonio Bourdeth, Elfego Fernández, Rene Servellon, Marcelino Pineda, Angel Suazo, Osman Fajardo, Juan Solórzano, y Martin Matute;
 los altos funcionarios de la Stándard residentes en Olanchito: Mauricio Ramírez, Francisco Núñez, Sergio Castro, Rafael Melara Mercadal;
 los diputados al Congreso Nacional :Francisco G. Ramírez, Mauricio Ramírez y Francisco Murillo Soto; los alcaldes municipales: Francisco Murillo Soto, Felipe Ponce, Francisco R. Lozano, Dionicio Romero Narváez, Ramón Duran Hernández, Santos Reyes, Purificación Herrera, Roger Orellana Irías; los comandantes militares y de la Guardia Civil: Alfredo Galo, Faustino P. Calix, Salomón Sosa, Felix Velásquez, Camilo Mejía, Chito Cárcamo, Eligio Bautista, Cándido Amaya, Carlos Fortin, Arturo Rosales;
 los directores del Instituto Francisco J. Mejía: Francisco Murillo Soto, Modesto Herrera Munguía, Julio C. Benites y Jesús Medina Nolasco; y los directores de las escuelas primarias de la ciudad: Alicia Ramos de Orellana, Francisco Murillo Soto, Rafael Núñez España, Manuel de Jesús Castro, y Renato Quesada;
 las profesoras de la Escuela de Niñas José Cecilio del Valle: Alicia Ramos de Orellana, Gloria Quesada, Gloria de Lobo, Ondina Núñez, Celia Saravia de Fúnez, Raymunda Soto de Valerio, Mercedes Mesa, Olimpia Ramos, Thelma (Tita) Galdamez, Yolanda Quesada, Olivia Cartagena, Hilda Murillo, Elvia Murillo, Telma Murillo, Olga Teresa Reyes;
 los profesores de la Escuela de Varones Modesto Chacón: Francisco Murillo Soto, José Antonio Rodríguez, Manuel Cabrera, Jesús Villafranca, Humberto Meléndez, Plutarco Meléndez, Carlos Saybe, Jesús Núñez España, Alejandro Lobo Calix, Cristelia Soto, Máximo Chandia, Tila Soto de Murillo, Antonio Murillo, Joaquín Reyes Figueroa, Donaciano Reyes Posas, Ramón Amaya Amador, Oscar Murillo, Candiano Lozano, Francisco Lozano, Juan Ramón Fúnez Herrera, Roberto Sorto, Salomón Sosa Enrique Bardales, Darío Meléndez, Teresa Soto, Cossete Morales Funes, Juan Ramón Martínez, Darío Meléndez, Adolfo Quesada Ramírez;
 las secretarias comerciales Ángela Acosta, Blanca Nieves Márquez, Delmy Ruiz, Delma Posas Hernández, Marina Lanza, Liduvina Orellana, Judith Argueta, Eda Puerto, Aleyda Moya Soto, Elizabeth Nuñez, Remi Rosales Nuñez, Judith Caballero, Paula Posas, Etna Estrada, Mirian Posas, Margarita Posas, Irma Cruz, Amanda Cruz, Lilian Ramires, Telma Carcamo y Ana Almendarez;
 y los jefes expedicionarios: Balbino Leiva, Florentino Gamoneda, Tulio Garín, Sabino Cartagena: pequeños industriales, dueños de curtiembres : Francisco G. Ramírez, Francisco Murillo Soto, Beto Quesada, Simeón Elencof, y Nuncho Quesada; de zapaterías y talabarterías con pincipios industriales, como era el caso de la del salvadoreño Ángel Orellana, Carlos Castro, Delio Lozano, Pedro Zelada (salvadoreño), Luis Zelada, Juan Delarca y Tico Araya; los transportistas,
 dueños de automóviles: Purificación (Puno) Martínez, Jorge Farusca, Leónidas, Alfredo y Alberto Zuniga, Danilo Moya, Moncho Ramírez, Armin Quesada, Francisco Gonzales Baca, María Gómez, Alfredo Castro, Raúl Estrada, Toya Yacaman, Carlos Hoch, Luis Alonso Martínez, Alirio Martínez, Juan Ramón Ramírez, Francisco Nasser, José Lozano y Enrique Lozano ;
los carreteros Checho Núñez, Tavo Cano, César Castro (Camarada), Purificación Reyes (Capo), Margarito Suazo, Placido Almendarez, Ramón Fúnez y Fausto Cárcamo que eran propietarios de carretas tiradas por caballos; y los carreteros, dueños de carretas tiradas por bueyes: Purificación Reyes, Francisco Villagra, Antonio Meléndez, Tavo Soto, Donato Figueroa y Lucas Figueroa; y los dueños cultivos permanentes ( café ) Elías Serrano, caña de azúcar, Juan Rascof, naranjas, Marel Medina y plátano y chatas, Prospero Bardales y Francisco R, Lozano. Además,

formaban parte de la “baja clase alta” de la ciudad, los médicos Octavio Bennet, Pompilio Romero, Tomas Ávila Ruiz, Raúl Madariaga, Felipe Ponce, Roberto Mejía Duron, Raúl Ruiz Leiva y Saúl Ávila; los farmacéuticos: Alirio Ponce, Jaime Ramírez, Carlos Chavarría y Carmen de Ponce; los bacteriólogos: Salustio Hernández y Salatiel Quesada, los ingenieros; Juan Pablo Soto Sevilla, Elvin Ernesto Santos Lozano, Armodio Villafranca; los abogados: Isabel Núñez, José Ramírez Soto, Lucas Zelaya Lozano, Juan Ramón Calix, Efraín Ponce Tejeda, Epaminondas Quesada Ramírez, Florencio Puerto, Horacio Moya Posas, Orlando Lozano Martínez, Andrés Alvarado Puerto, Juan Roberto Murillo, Antonio Suazo, Ramón Ovidio Navarro, José María Carpintero, Pedro Antonio Urquia, Miguel Zepeda, Carlos Alberto Pineda Mesa, Roberto Martínez Agustinus y Ricardo León Castillo y los tinterillos Jesús Sandoval y Jesús Núñez.
 Además formaban parte de esta sub clase los economistas: Cecilio Zelaya Lozano, Leonel Ramírez Soto, Luis Andino, Antonio Puerto, Francisco Núñez Narváez; los perito mercantiles y contadores públicos: Celedon Morales, Carlos Urcina Ramos, Camilo Nasser, Fernando Servellon, Linda Nasser, Sotero Miranda, Santiago Saybe Mejía, Moy Núñez Narváez, Olga Murillo, Rafael Melara hijo, Rely Santos Lozano, Adolfo Amaya, Aquilino Díaz, Francisco Fúnez Herrera, Francisco Bustillo, Virgilio Cruz, Juan María Zuniga, Luis Alonso Zuniga, Oscar Puerto, Roger Orellana Irías, Lisandro Hernán Cruz, Juvenal Flores y Zenen Romero

La clase media estaba integrada por los pequeños comerciantes: Francisco Santos Ramírez, Rita Rodríguez, Toñita Soto, Hermanas Zelaya, Donaciano Navarrete, Leandrita Moya, Efigenia Espinoza, Toñita Castejón, Jacinto Sorto, Angelita de Nasser, Sara Reyes, Victoriano Bardales Nuñez; dueños de bares y cantinas: Lino E Santos, Domingo Urbina, Fausto Castejón Rafael Martínez, Arturo Rosales, Mercedes Ponce, Ángela Acosta y Lalo Rueda;
  sastres: Samuel Rodríguez, Fermín Saravia, Aníbal Saravia, Emiliano Caballero, Alejandro Herrera, Federico Berrios, Raúl López, Felipe López Hernández, Rafael Martínez, Enrique Figueroa, Edgardo Posas Castro, José Martínez Caballero,, Laureano Irías, Efraín Duarte, Flavio Núñez, Rufino Calix Sevilla, Mario Membreño, Rolando Agurcia, David Lozano, Víctor Manuel Troches, Octavio Lozano, Julio Calix, Daniel Calix, Chico Calix, Hernán Melara, Blas Melara, José Abel Melara, Reynaldo Melara, Luis Alonso Posas, Osvaldo Sosa, Melton Bardales y Jaime Pérez; costureras: Toñita Soto, Cristelia Soto Sevilla, Olimpia Bardales Colindres, Donatila Colindres Bardales Colindres, Julia Bardales Rivera, Eva Varela, Lolita Varela, Rubenia Cartagena, María Fúnez Herrera, Hilda Armijo, Cordelia Castro, Lola Moya, Mercedes Ramos, Carmencita de Lanza, Eda Sandoval, Mercedes Sandoval, Amparito Caballero, Arnulfa Cano Ruiz, María Mercedes Cano Ruiz, Antonieta Chávez, Nila Chávez, Elvia Tinoco y Efigenia Espinoza;

 ebanistas y carpinteros: Manuel Sandoval, Arturo Sandoval, Raúl Sandoval, Alberto Paguada, Salomón Busmail, Ángel Calix Merlo, Gumercindo Santos, Carlos Santos, Armando Santos, Francisco Ruiz (Chicho Ruiz), Ramón Castro, Salvador Morales, José María Rajo y Tiburcio Carias, estos dos últimos constructores de edificios y viviendas; los hoteleros; Leónidas Zuniga, Max Starkman, Elena Yacaman, Purificación Martínez y Argentina Bardales de Alvarenga; los médicos naturistas o curanderos: Rodrigo Núñez, Ramón Fúnez y Francisco Guillen D; y los intelectuales Dionisio Romero Narváez, Ramón Amaya Amador, Juan Ramón Fúnez, Lisandro Quesada, José Abel Melara, Faustino Calix, Roger Orellana Irías, Aquilino Díaz, Carlos Urcina Ramos, Luis Enrique Aguiluz, Juan Fernando Ávila Posas, Pablo Magín Romero, Antonio Romero, Francisco Sánchez, Wilfredo Mayorga, Juan Ramón Martínez, Ibrahim Puerto Posas y Blanca Amalia Sánchez.

El proletariado con bienes, estaba representado por los albañiles; Ramón Rosa, Héctor Ruiz, Beto Ruiz, Julián Pérez, Juan Pérez, Ernesto Rodríguez, Julio Herrera, Céleo Herrera, Héctor Ruiz y Beto Ruiz; el escribiente y archivero municipal Salomón Moya, el impresor Pablo Magín Romero; las floristas Lola de Cano y Dolores Martínez de Romero; los destazadores: Rubén Gómez, Leónidas Ruiz, Margarito Suazo, Daniel Lozano, Francisco Chahin, Jorge Chahin. Enrique Saravia, Ramón Cano, Samuel Posas, Tulio Cacarraco, Simeón Baca, Francisco Martínez, Martin Martínez, Jorge Martínez, Manito Guillen, Marcos Quezada, Tavo Soto, Cayo Sosa, Alfredo Villagra, Fernando Reyes, Tomas Almendarez, Pedro Sorto, Jorge Poste, Placido Almendarez, Pedro Posas y Francisco Posas;
los músicos: Leónidas Ruiz Cano, Ismael Soto, José Martínez Caballero, Ramón Rosa, Luis Vargas, Rolando Agurcia, Plutarco Meléndez, Israel Flores, Antonio Espinal, José Estrada, Renán Núñez, Bill Oneill Santos, Carlos Inocente Urcina Ramos, Gilberto Zelaya, Jorge Burgos, Elfego Fernández, Antonio Burdeth, Héctor Núñez, Donaciano Reyes Posas, Israel Arteaga, Héctor Martínez, Juan Carmen Cruz Pery, Manuel López, Ángel Calix Merlo, Purificación Reyes,, Chico Reyes y en Sabanetas desde donde se desplazaban a la ciudad, Tío Gabo Cutinche y Chame, músicos de cuerdas. Al integrarse por parte de Lino Santos el Conjunto Lux, encargado de amenizar las fiestas semanales que se celebran en el salón del mismo nombre, llegan a la ciudad músicos que hacen grupo con los músicos locales: Alejandro Lincan, Arnulfo Martínez, Gustavo Kilter, Morris Thompson, Hermes Talavera ( el arreglista y el director del Conjunto Musical), Plutarco Meléndez, José Estrada y Edgardo Reyes (cantante);
 los mecánicos con taller: Ciriaco Núñez, Raúl Núñez Gomes, Lupercio Núñez, Armin Quesada, Ricardo Núñez, Héctor Murillo, Adelmo Urbina Martínez (Memo Tubo) e Israel Arteaga; los carpinteros: Ángel Calix Merlo, Francisco Cano, Ángel Torres; los vendedores de lotería: Raúl Rivera, Ángel Espinoza, Carlos Chávez hijo, Abel Zelaya, Antonio Narváez Rosales, Rigoberto Quesada, Conrado Quesada, Juan Edilberto Cano, Virginia Vaquedano, Irma Reyes, Simón Fajardo, Rubén Zapata, Antonio Almendarez y Telesforo Zapata que vendía la Lotería Mayor y tenía una clientela más extendida, incluso fuera de la ciudad de Olanchito; relojeros: Gonzalo Tablada y Roy Frazer; herreros y reparadores de pistolas: Pedro y Juan Janania; los canillitas distribuidores de periódicos: Bill Santos, ( El Cronista) Raúl Murillo (El Día), Cruz Pery (El Semáforo); los lustrabotas (todos menores de edad): Evelio Guillen, Roger Guillen, Oscar Rosa, Puri Rosa, José Rascof y Jardel Quesada; y los vendedores de golosinas Virgilio Cárcamo, José Rascoff, Luis “Pipi” Garay, Filadelfo Lobo, Teresa Sorto, Cesar Castro (Camarada) que vendía las famosas “estrellitas” de hielo y miel de diversos colores. Y otros más, que hacían sus ventas en los campos bananeros cercanos.


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