lunes, 7 de diciembre de 2015

"Cuentos Tardios" : La Entrevista

Juan Ramon Martinez, Olanchito,Literatura de Olanchito, Honduras
Por: Nery Alexis Gaitán
Entrevista al escritor olanchitense Juan Ramon Martinez 
Fuente : Diario La Tribuna

1. ¿Por qué el título, Cuentos Tardíos?
Ocurre que cuando publiqué mi primer libro de cuentos, “La Pasión de Prudencia Garrido y otros relatos”, en un periódico de la costa norte, se dijo que publicaba tardíamente porque estaba entrado en años; y que además, hasta ahora me atrevía a escribir, cuando me había dedicado casi toda mi vida profesional, exclusivamente a hacer análisis político. Se creía que la calidad literaria estaba reducida a la precocidad. Es decir que, en ese momento era víctima del encuadernamiento: a uno lo meten en una “caja” o compartimiento estanco; y de allí, no quieren permitirle que se salga. El crítico o la crítica, no quería que me saliera del encuadre del analista; y se anticipaba que mi ingreso a la literatura era muy tardío. Por lo que estaba condenado a no tener éxito. Se me ocurrió que allí había un bonito nombre, de forma que usé una expresión cargada de negatividad, en algo positivo. Por eso es que el segundo libro se llama “Cuentos Tardíos”. Esa es la historia.

2. Háblanos acerca de lo que representa para ti “Cuentos Tardíos”, dentro de tu obra cuentística.
Pues, como nos ocurre a todos, en la Pasión de Prudencia Garrido y otros relatos, como sabes es mi primer libro de cuentos, puse toda mi ilusión. En consecuencia, puse en él todas mis esperanzas. La respuesta de los lectores ha sido buena e incluso, en algunos casos, los personajes –que en los cuentos son ligeros, frágiles y construidos a pinceladas rápidas por el autor- desarrollaron con la complicidad de los lectores, una personalidad que no me había imaginado originalmente. Ese es el caso de Prudencia Garrido, que se ha vuelto un personaje que se me repite, sin que mi voluntad intervenga siquiera, en otros cuentos e incluso creo que estará presente en la primera novela que espero publicar dentro de algún tiempo. Cuentos Tardíos es un segundo paso en la búsqueda de mi propia expresión. En su conjunto, este libro de cuentos, mucho más voluminoso que el anterior, me confirmó que el oficio periodístico y la creación literaria no están confrontados; y que más bien, se enriquecen mutuamente. Lo periodístico da oficio. La cuentística nos obliga a la creatividad que, no es otra cosa, que el limpio ejercicio de la libertad. Pero hay algo más. Este segundo libro de cuentos, representa un avance en la forma de relacionarme con los lectores y la confirmación de la necesidad de comunicarme conmigo mismo, echando mano de historias pensadas durante mucho tiempo y ambientadas en lugares conocidos. Como puedes ver, cosa que tú mencionas en el prólogo, es el mejor homenaje que le puedo hacer a mis amigos. Por ello cada cuento está dedicado, con el afecto merecido, a cada uno de los que me han acompañado en su condición de amigos en esta vida cargada de satisfacciones. Es en pocas palabras, un libro dirigido a los amigos. A los mencionados y a los muchos que he ido conociendo a partir de la lectura de sus páginas.

3. ¿De este libro, cuáles son tus cuentos favoritos y por qué?
Bueno, esta pregunta siempre es problemática. Los cuentos son como los hijos del autor. A todos se les quiere por igual. El que recuerde el que le dio más dificultad, es algo incidental como cuando nos ocupamos del hijo menos aplicado; o a la hija más desafortunada en el amor, por ejemplo. Aunque estoy obligado, en consecuencia a decir que los quiero a todos, tengo algunos que son más cercanos a mi vida, por lo que los releo con frecuencia. Otros valen mucho porque son guiños e indirectas a algunos de mis amigos literarios y profesionales, a los cuales busco impresionar. Este es el caso de Apuntes para “El Hombre de la Esquina Rosada” cuento de Borges, del cual tomo el título y en que lo imito inventando, no en el estilo sino que en las transgresiones y libertades, introduciendo en el relato personajes a partir de conocidos extraordinarios –este es el caso suyo- e incluso, hago un esfuerzo de invención, para mostrar que el cuento de la Calle Rosada, tuvo un origen en una visita de Borges a Puerto Cortés, Honduras. Como que por supuesto todo esto no es cierto; lo que quiero demostrar es que los personajes y las historias, en vez de obra de la realidad, pueden ser originados en los libros mismos. Pero, después de darle vueltas al asunto, te diré –estoy hablando como si fuera un jugador hondureño de fútbol- que podría señalar como tres cuentos que son mis favoritos, por diversas razones a: “Déjame que te cuente”, “Tanto tiempo disfrutamos de este amor” y “50 años de inventada soledad”.

4. ¿Por qué decides iniciar el libro con una rememoración de Máximo Luján?
De repente porque, como lo hiciera Lisandro Quesada, uno de nuestros mejores escritores vivos, originario de Olanchito, quiero continuar la saga de Ramón Amaya Amador. Quesada escribió las primeras páginas de la continuación de Prisión Verde, que no terminó que por consiguiente, tampoco publicó. En mi caso, la mejor manera de hacerlo, fue la de construir un personaje utilizando a uno señalado por Amaya Amador como principal en su primigenia obra literaria –pero poco trabajado en cuanto a sus características psicológicas y biográficas- como es el caso de Máximo Luján. Dicho en otros términos, me identifico con Ramón Amaya Amador, mi coterráneo inevitable y le doy continuidad, en otros tiempos, otros materiales y otras visiones, a su obra que la considero como la obra de todas, en la persona de Máximo Luján, resaltando sus valores éticos y sus visiones y compromisos en la vida.

5. ¿Existe un personaje con el que te identifiques particularmente y por qué?
Como te dije, no es cuestión de identificación. Es más bien administración la que siento por Prudencia Garrido que ha tomado una singularidad y unas características que le han convertido en más que un personaje, en una persona de carne y hueso, viva entre todos nosotros, a quien la vemos cruzar en la calle y a la cual la saludaron con afecto y naturalidad. Muchos de mis amigos, creen que ella es el mejor personaje que he creado. Y yo estoy de acuerdo.

6. “Cuentos Tardíos” reporta una vasta cantidad de nombres. Háblanos acerca de la fluidez con que logras nombrar a casi todos los personajes del ambiente, a la vez que imprimes en cada uno de ellos una personalidad y una psicología particular, sin necesidad de detenerte mucho en ello haciendo que la narración lleve su curso natural.
Cuando escribo no tengo nombres anticipados. Prefiguro el personaje, masculino o femenino, más que ser sus características, por la forma cómo piensa, cómo se expresa y la manera cómo se relaciona con su entorno. Es en este momento en que busco el nombre o los nombres. Porque tú tienes razón: en mis cuentos no hay hombres solos, sino que articulados dinámicamente con otros seres humanos, con los que se relaciona amorosamente o se envuelve en una terca y compleja confrontación. Y para nombrarlos, me dejo llevar por la coincidencia, lejana o no; o por el simple juego de la repetición, entre el personaje sin nombre y el nombre de un amigo o conocido. No soy el inventor de esta metodología. Otros lo han hecho. Lo que ocurre es que, como García Márquez, no la uso para molestar a nadie, sino que para honrar a mis amigos y amigas; y para demostrarles que, en el mejor momento de la creatividad, los tengo presentes en mi memoria y en mis afectos. Y con ello, además, les confirmo que los quiero como tales. Todavía no me he enredado; pero me puede ocurrir lo que a Camacho, en “La Tía Julia y el escribidor” de Vargas Llosa, que un día de estos, una persona buena en un cuento, aparezca en otro, con un comportamiento negativo o malvado. Me mantengo alerta; pero los diablillos literarios tienen sus propios planes.

7. ¿De dónde provienen todos esos nombres, en qué medida tienen, o no, que ver con personas de la vida real?
La mayoría de los nombres, como he indicado, son de personas con las cuales ha tenido alguna forma de contacto. En primer lugar mis compañeros de escuela, colegio y universidad. En segundo lugar, las personas que dentro de la esfera de la amistad me han impresionado por su carácter, su forma de hablar y se han introducido en el círculo de mis registros mentales. Tengo entonces, más que referencias históricas o literarias que necesito articular para volverlas verosímiles, una lista de nombres a los cuales echar mano, teniendo cuidado que sean los más naturales posibles. Por que está bien inventar la historia; pero debemos compartirla con la realidad, y la mejor manera, en usando nombres que todos puedan reconocer, por lo menos los contemporáneos suyos.

8. ¿Tu obra narrativa es un estrado imperdible desde el que has lanzado una fuerte crítica al sistema político en Honduras. ¿Sientes que ya has denunciado, por tu parte, y a través de la narración, todo al respecto?
Tengo que confesarte que no uso la creación literaria como un instrumento de crítica social y política. Pero claro como soy un crítico social y político profesional, dedicado a la tarea de observar y cuestionar, cuando hago literatura algo detrás va conmigo. Por ello, aunque no me considero un escritor que denuncia en sus cuentos las cosas que no le gustan de la sociedad, o niego que sin ser un realista puro, me debo al entorno social, económico y político del cual soy parte; y en consecuencia, me expreso literariamente con los mismos valores que reclamo para los políticos, los gobernantes y los empresarios, solo para citar algunos ejemplos. Por ello, como la realidad es cambiante, es muy posible que en mis próximos libros, especialmente en Cuentos Breves que espero publicar este mismo año, continúe ejerciendo la crítica, por medio del ejercicio literario. Tú sabes, porque eres mejor cuentista que yo, que uno como escritor, no es tan libre, en el acto creativo, como quisiera.

9. Háblanos acerca del tratamiento simbólico que rodea las acciones del padre Nicanor Nufio en el cuento “La Llorona”.
Una de las cosas que recuerdo de mi niñez en los campos bananeros de la Costa Arriba –Coyoles Central, Culuco, Tiestos, El Cayo, Campo Rojo y la Jigua- son las historias que los campeños se contaban entre sí, en las últimas horas de la tarde y las primeras de la noche. Allí escuché al narrador que más me ha impresionado en la vida y que de repente, me animó para el oficio que comentamos: Don Gregorio Corleto, un salvadoreño que minúsculo -estatura reducida, tono de voz suave y lento caminar- durante el día, en las primeras horas de la noche, se agigantaba cuando hacía uso de la palabra, en el momento de narrar “mentiras” –como decía mi papá, que no aceptaba estas cosas de la libertad creativa, ni de la verdad de las mentiras de Vargas Llosa, porque era un realista indomeñable- y llenarnos la cabeza a sus oyentes de preguntas y respuestas inconclusas. En alguna de esas tertulias debí haber escuchado la historia de La Llorona. Después en Olanchito, incluso hacíamos apuestas entre los compañeros más dispuestos a la indagación, para determinar quién era La Llorona. Porque en realidad, que una mujer saliera a llorar en las horas de la noche –hay que recordar que no había entonces luz eléctrica en las calles- era una forma de protestar o de buscar consolación por sus sufrimientos. El juego imaginativo entonces era averiguar quién era La Llorona. En el cuento a que te refieres, hago una broma a mis amigos, al señalar al padre cura católico como La Llorona, para indicar que las posibilidades eran infinitas; y que, nosotros nos habíamos quedado tan solo con el nombre de la esposa del diputado, la novia del militar; o la querida del político de turno. Por supuesto, este cuento lo considero bien logrado; y además, muy tradicional, por la temática no por el lenguaje, porque incluso termina desconcertando a los lectores. Ahora que lo he releído, no descarto por ejemplo que, de alguna manera, pretenda un cierto ajuste de cuentas con algún cura católico, que en la tarea de educarnos cristianamente, nos haya ofendido, de palabra o con la acción. Y además, rendirle un homenaje a García Márquez que tiene en “Cien Años de Soledad”, el padre Nicanor, después de tomar dos tazas de chocolate, al predicar levitaba. Los laberintos de la memoria son inescrutables.

10. ¿Qué vigencia mantiene en la actualidad el argumento del cuento “Los Pantalones de los Españoles?
Este cuento es un homenaje, sin mencionarlo por supuesto, a Mario Felipe Martínez Castillo quien escribiera un libro sobre las probanzas de un exsoldado español que reivindicaba la condición de autor de la muerte, en una lucha cuerpo a cuerpo, de Lempira. Pero además es la celebración de su existencia histórica concreta, que nos obliga a los hondureños a introducirlo en nuestra conciencia para que, su conducta y su comportamiento, en una situación traumática como fuera la Conquista, nos sirva como lección para poder en nuestros tiempos modernos, usar sus tácticas –como por ejemplo, disfrazarse de español para luchar contra ellos-, asumiendo además, su deseo de desmitificar al enemigo, configurando que este no es más que otro mortal, que puede ser superado; o derrotado en la lucha. Si uno tiene voluntad para enfrentarlo. Además, es un reconocimiento que el desarrollo cultural, se alimenta incluso de los artefactos, las costumbres e incluso las modas de los peores enemigos. Depende del uso que se les da. Por lo que ese cuento, es de cierta manera, un homenaje no a los hondureños del pasado, sino a los que en el futuro, se pongan de pie y luchen por su libertad y su singularidad.

11. Háblanos de la inclusión y replanteamiento que logras hacer de autores y personajes de la literatura universal. El Fusilado y el Extraño y Apuntes para El Hombres de la Esquina Rosada son un par de buenos ejemplos.
Tú sabes que no soy un literato de escuela. Soy un narrador por impulso natural que por tal razón, no trato de defenderme colocándome bajo la suya de los grandes escritores mundiales. Me imagino el último de sus discípulos, desafortunadamente para molestia de algunos que, por razones ideológicos, no me quieren bien. Por ello, casi no hago uso de ellos para legitimarme.

Trato de buscar mis propias formas de expresión. Pero en el caso de Borges especialmente, es un donde uno encuentra en toda su escritura más que vida concreta y experiencias humanas, lecturas y personajes creados por otros autores.

Por eso es que sus personajes son más de los libros que de la realidad. Intertextualidad pura. Por ejemplo “Fúnez el memorioso” no tiene cuerpo ni dimensión, solo tiene memoria y la memoria suya, proviene exclusivamente de los libros leídos, no de su vida. En los dos cuentos citados, lo que hay es una combinación, debo declararlo de personajes vivos de la historia personal o nacional; y fundamentalmente, personajes fruto de las lecturas. Un poco para confirmar que, aunque no lo repito en mis artículos, también soy un hombre que además de pupitre y barrio, tengo lecturas acumuladas durante más de dos tercios de mi vida consciente. En pocas palabras, me coloco en el mundo literario, abierto a todos los recursos. Y como tengo mucha vida acumulada, puedo utilizarla al lado de las lecturas que he hecho, desde la tarde en que, Cristelia Soto, me enseñó la magia del alfabeto y el encanto de expresarme en español, en la Escuela Modesto Chacón de Olanchito, en 1949.

12. ¿Con la madurez narrativa que has alcanzado, podrías hablar sobre un estilo particular en tu obra?
Creo que sí. Aunque esa es tarea de los críticos y los estudiosos del futuro que podrán enhebrar las historias y conseguir identificar un estilo definido. La verdad es que, creo que he logrado una forma de expresión personal, la que no califico. Más bien, no quiero ahondar en esto, porque creo que ese no es el papel del narrador. Además, nos quita el placer de anticipar cómo los lectores y los críticos descubren algunas cosas que nosotros los narradores, nunca pensamos al momento de escribir; pero que ellos identifican. Por supuesto, no puedo esconder el hecho que mis historias de alguna manera, tiene que ver con mi vida, con la de mis amigos y con las de muchos conocidos que, alrededor de una taza de café han conversado conmigo, dándome las motivaciones para ordenar una historia específicamente.

Si tomas escuchar, guardar, calentar y reescribir historias ajenas, es un estilo, pues bien, creo que tengo, como todos, también estilo de escribirlas.

13. ¿Al momento de crear, independientemente de las valoraciones y de los críticos, has pensado tu obra para un público en particular?
Sí, por supuesto. No escribo para los profesores de literatura; ni mucho menos para los críticos. Pienso más bien en un lector al cual no lo han torturado; ni mucho menos asustado con la idea que la literatura se produce para unas minorías. Y que él, el lector, no tiene derecho a lograr visualizar esos mundos que los intelectuales creamos para unos pocos.

Aunque cuando escribo no particularizo, en general, trato de no complicar las historias, creando situaciones artificiosas del difícil credibilidad. Busco lectores y por ello no discrimino. Ni mucho menos elimino a nadie. Esa es la causa por la que aunque experimente en algunos momentos en la estructura de la historia contada, no la complico deliberadamente. De repente en ese momento se me sale la venta de profesor de escuela que no tuve la fortuna de cumplir en mi vida personal.

14. ¿A manera de consejo para los jóvenes narradores emergentes ¿dónde radica la dificultad para construir un cuento?
Bueno, no me siento autorizado para hacer recomendaciones. Y mucho menos a los jóvenes. Los cuentos son a mi juicio, historias que los lectores pueden considerar como suyas, que le han ocurrido a algunos conocidos, o a él mismo. Por supuesto, hay quienes creen que el cuento es una emboscada o un laberinto en que el lector sorprendido, de alguna manera, es derrotado por el talento del cuentista. Yo no tengo esas pretensiones. Me gusta contar historias y por eso escribo. Creo que el único consejo que hay que dar es que la historia, los personajes y las situaciones se encarnen en la vida común. Y que al escribirla, se sienta uno cómodo al hacerlo. Porque el cuento no debe ser una tortura al leerlo; y mucho menos una tragedia para quien lo escribe. Si no hay satisfacción en lo que se hace, se pierde el tiempo. Cuidando, por supuesto, que además de fácil, la historia sea verdadera o una mentira, sea creíble. O verosímil como dicen los grandes maestros de estas cosas.

15. ¿Existe dentro de Cuentos Tardíos el cuento delirante que te haya obligado al desvelo y por qué?
Ninguno de los cuentos me ha puesto en una situación así. Como tengo oficio periodístico, las narraciones una vez pensadas y ordenadas fluyen con enorme facilidad. Por supuesto, hay algunos personajes que poco a poco se van materializando; y uno que otro termina hablando como ellos quieren; o estableciendo algunas veces, una ruta particular en la narración.

Pero todavía no he llegado a sentir delirio, falta de sueño o dominación por parte de algún personaje. Lo que sí me ha ocurrido es cierta persistencia en la memoria, por parte de un personaje que se quiere expresar en el momento en que él quiere. Aunque no descarto que en el futuro me encuentre en una situación a la que muchos escritores se confrontan o se han confrontado. No te olvides que para mí, el acto creativo –hacer el amor, escribir un libro o redactar un pronunciamiento- son actos positivos que deben provocar satisfacción. Cosa que aprecio cuando escribo o cuando leo.


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