viernes, 18 de diciembre de 2015

Entrevista a Enrique Soto Cano ex Jefe de la FAH

Fuente : Diario La Tribuna, Seccion : Dia 7 entrevista por el periodista Marlon Gonzalez, fotos cortesia de Diario La Tribuna.

Al escuchar el nombre de Enrique Soto Cano de inmediato se viene a la memoria la base aérea de Palmerola, en Comayagua, pero la verdad es que detrás de esa figura existe un hombre que defendió a Honduras en momentos de crisis.

Fue parte de los elementos hondureños que participaron en la II Guerra Mundial (1939-1945) en los operativos para rastrear submarinos alemanes en el océano Atlántico y el mar Caribe, además era el comandante de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), en la guerra de 1969 con El Salvador.

Fue él la persona que ordenó desde la comandancia de la base militar el despegue de los aviones Corsarios hondureños, para atacar a las aeronaves salvadoreñas que bombardearon Tegucigalpa, aquel 14 de julio de 1969.

Al contrario de lo que muchos pensarán, Enrique Soto Cano todavía da testimonio de lo que sucedió en esa ocasión. LA TRIBUNA dialogó con él sobre diferentes aspectos y épocas de su vida.

A sus 90 años es una enciclopedia viviente de la aviación militar, quien y con clara lucidez relata los momentos que le tocó vivir, desde su niñez, cuando a la edad de 8 años perdió a su padre, hasta llegar a máximo jefe de la Fuerza Aérea.


Olanchito,Honduras,Enrique Soto Cano
De dónde viene Enrique Soto Cano?
Vengo de una familia bastante grande, de mediana posición. Mi abuelo tenía una haciendita con 15 vacas y yo se las ordeñaba, y todos cooperábamos con él.

¿Cómo fue su niñez?
Guarda silencio y contesta… perdí mi padre a los ocho años y eso creó en la casa un desbalance, entonces íbamos con el abuelo a ayudarle; mi tío me llamaba a las 4:00 de la mañana para que fuera a arrearle las vacas y traer la leche a las 6:00 de la mañana, después me iba para donde mi madrina que me estaba ayudando a levantarme, y luego a la escuela; esa fue mi vida, recogiendo leña, haciendo mandados, fui zapatero, me fui a tocar marimba ¡y descalzo va!… luego deja escapar una leve sonrisa…

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Después que muere su padre ¿le tocó trabajar duro?
Sí…, como no, la formación de nosotros fue dentro del campo, nos hicieron gente muy responsable, no había descuido, eran tiempos en que el padre de familia autorizaba al maestro y le decía: “si me le ve falla, ahí lo autorizo para que me le dé”… ahora ya no se ve nada de eso.

¿Y cómo es eso que fue zapatero?
Después que terminé la primaria no había otro camino, y un tío mío se dio cuenta que un maestro zapatero podía ayudarnos y empezar conmigo a enseñarme el oficio. Acudí a él y me recibió bien. Aprendí el oficio de zapatero, tenía como 12 ó 13 años.

¿Entonces a esa edad ya no caminaba descalzo?
Como no… yo caminaba descalzo… pues no había manera, pero un día el maestro me dice: “mire joven ahí están esos materiales debajo de ese mueble, sáquelos que los vamos a limpiar”… yo hice lo que él mandó, después me preguntó que cuál color de los materiales me gustaba, entonces elegí un color que no había visto antes; después regresó y me dijo: “esta horma es la que le va a su pie, empiece a construir sus zapatos”… y de donde se los voy a pagar maestro le dije: ¡constrúyalos! …solo eso me dijo, entonces los hice…

En medio de la plática el coronel levantó su pie izquierdo y comentó: “este es el color que elegí, son marrón, por eso me gustan, y tengo estos zapatos en recuerdo de los primeros que yo usé…

¿Y cómo se metió a tocar marimba?
Es que andaba buscándole a la vida. El barbero famoso del pueblo, adonde nosotros íbamos, era dueño de una marimba y necesitaba personal. En ese tiempo tenían un maestro guatemalteco que estaba enseñando música y a mí me gustaba aquella cosa, entonces me fui metiendo. Un muchacho hondureño me dijo: “yo te voy a encaminar en esto”…después con él andaba para arriba y para abajo en todas las celebraciones…

Con esa vida tan aventurera… ¿cómo llega a la Escuela de Aviación?
Un día cruzaba por la plaza, lo que es ahora el parque de Olanchito, y me encontré a un amigo, Octavio Soto, que trabajaba en la comandancia de armas y me dijo: “quiero que vengas conmigo, han llegado unas oportunidades, hay unas solicitudes que quiero que las leas para ver si te interesaría algo de eso”… me fui con él. Eran solicitudes de la Fuerza Aérea que estaban inaugurando la Escuela de Soldados Mecánicos y buscaban en los pueblos los que estaban interesados en aprender algo así, entonces yo francamente dije que sí…

¿Fue fácil entrar?
Mire que un tío mío, Lorenzo Cano, hermano de mí mamá, que era cuñado de Amaya Amador (Ramón), que siempre me apoyó bastante, se dio cuenta que ya no había cupos, y que me había apartado a mí de los escogidos. Mi tío al oír aquello fue a la comandancia y preguntó, y se les paró en treinta… mi tío se acordó que mi padrino de bautismo era Mauricio Ramírez, que era diputado del Congreso Nacional, platicó con él y le contó lo que me estaba pasando y le dijo que fuera; yo ya había perdido el ánimo, pero fui y le dejé mis papeles, y dos días después me llamó y me dijo: “el asunto suyo está arreglado, delo por hecho. Él era diputado y conocía al comandante de la Fuerza Aérea, Harold White.

¿Pero entró como aprendiz de mecánico de aviones?
Sí, nosotros llegamos para la Escuela de Soldados Mecánicos, pero es que se acostumbraba entonces que el piloto supiera donde estaba una falla del avión y poderle hacer siquiera una reparación. Lo preparaban a uno como mecánico primero, para entrar al curso de vuelo. Ascendí a cabo, después a sargento y de repente es que aparecieron las plazas para hacerse aviador, había que someterse a examen y lo pasé. Ahí empezó todo y el instructor mío fue el coronel Hernán Acosta Mejía.


Enrique Soto Cano, Olanchito, Honduras
¿Qué anécdota tiene de esos años?
A White se le terminó el contrato, dijo que ya no quería continuar, y quería estar con su familia y se fue. Yo era sargento, y recuerdo que me enviaron junto a una cuadrilla para irlo a despedir a Pan American, yo llevaba la representación y hasta di unas palabras de agradecimiento. Él solo me decía Caño…sonríe y continúa… ¡Claro!, el gringo no podía pronunciar la eñe y ese día me dijo: “Caño, siga usted como va, que va a llegar muy alto”… él siempre andaba en los talleres y siempre me encontraba trabajando y cantando.

¿Cómo era su relación con Acosta Mejía?
La suerte para mí fue que caí en su grupo, él fue el que me enseñó a volar. Recuerdo que me decía: “Mire Soto, trate el avión como si estuviera bailando con la novia, y vaya con movimientos suaves”… a las ocho horas de vuelo, yo estaba volando solo, ¡eso fue rápido!

Nos graduamos un 15 de septiembre, llegó el general Carías (Tiburcio) y nos entregó el diploma a todos.

¿Qué aviones volaban en ese tiempo?
Un avión Stevenson, de ala alta; uno de esos aviones se perdió en el Atlántico cuando estaba la Segunda Guerra Mundial, en los patrullajes contra submarinos, era muy lento. Uno volaba local, y el primer vuelo lo hice a Santa Bárbara; anduve por todo el país, y después me eligieron como instructor y el coronel Acosta Mejía me llevó de ayudante suyo. Todavía él no era comandante, era jefe de instructores. Yo preparé un montón de pilotos… entre ellos al general López Arellano (Oswaldo), en ese tiempo era sargento, él estaba en la Escuela de Artillería y pidió traslado a la Fuerza Aérea.

¿Cuál fue la misión que tuvo en la II Guerra Mundial 1939-1945?
Lo mandaban a uno como observador. Se hacían patrullajes en la costa norte, desde la tarde, la noche y al amanecer. Ya lo iban entrenando a uno en otros menesteres, esa era una guerra declarada, pero como era para todo el mundo a Honduras le tocaba colaborar en algo.

¿Cómo vivió esos momentos?
Había tranquilidad, la gente es que estaba con eso de que los alemanes estaban buscando para todos lados y se acercaron a las costas de Honduras con los submarinos, pero los patrullajes que hacíamos lograron que se alejaran. Se comprobó que venían submarinos y Estados Unidos estaba buscando que Honduras hiciera su parte, y es por eso que se realizaban patrullajes por el mar Atlántico.

¿Por qué vinieron unos periodistas de Rusia a entrevistarlo?
Ellos dijeron que había recibido informes que en el mundo, revisando todo el panorama, ya no quedaba gente que habían participado en la II Guerra Mundial, pero que tenían la creencia que en Honduras había uno todavía, entonces investigaron y determinaron que yo era el único que está vivo. Ellos vinieron, me buscaron, fueron a La Paz, filmaron una entrevista mía y la presentaron en Rusia como el único sobreviviente en todo el mundo de la II Guerra Mundial.

¿Usted fue uno de los que impulsó la aeronáutica civil en Honduras?
Sí, cuando White se fue y Acosta Mejía era jefe, vimos la necesidad de controlar los vuelos civiles, porque ingresaban a Honduras los aviones de las compañías y andaban los aviones de entrenamiento también, y era un peligro tremendo, entonces la Fuerza Aérea colaboró en eso. El ingeniero Roberto Gálvez, hijo del expresidente Gálvez (Juan Manuel) era el ingeniero aeronáutico y otro muchacho de nombre Hernán Domínguez Agurcia y ellos se encargaron de hacer los planes, de tal modo que se organizó la aeronáutica.

¿Cómo llegó a la comandancia de la Fuerza Aérea?
Se fueron dando varios cambios, llegó Héctor Caraccioli y cuando iba de salida dijo que quería que Armando Escalón fuera el comandante, y quedé yo de subcomandante; después Escalón entra en crisis con López Arellano, que ya era jefe de gobierno, porque dicen que se andaba metiendo en cuestiones políticas. Vino cierta presión desde afuera, porque había parte del ejército que estaba diseminado en todo el país, y que había visto a Escalón en cosas que lo comprometían y todo aquello frenaba. A raíz de eso Escalón se fue enojado, no volvió al trabajo, y quedé yo como comandante. Después lamentablemente se mató en una avioneta.

Siendo usted comandante de la Fuerza Aérea ¿cómo vivió la guerra del 69?
Esa es otra historia… aquí (Honduras) había una población salvadoreña como de 750 mil personas que se estaban apropiando de las tierras, entonces eso llevó a que el gobierno hiciera algo para frenar esas cosas, y empezó el disgusto de ellos. El presidente de El Salvador era Fidel Sánchez Hernández y aquí Oswaldo López. Ambos países tenían intercambios, incluso aquí vinieron salvadoreños a estudiar a la Fuerza Aérea.



José Enrique Soto Cano
Nació el 5 de octubre de 1923 en Olanchito, Yoro, sus padres son Rodrigo Soto Quezada (QEPD) y Francisca Cano Rodríguez (QEPD), perito mercantil, abogado y destacado coronel de aviación, se casó con Ela Cervantes Gallo (QEPD) con quien procreó cuatro hijos: Enrique, Dolores Francisca, Rodrigo y Ela Dinora Soto Cervantes. Se desempeñó en varios cargos dentro de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) hasta llegar a comandante de esa institución en 1965, siendo la autoridad que estuvo al frente de las acciones bélicas contra El Salvador durante la guerra del 1969. Es considerado uno de los precursores de la aviación militar en Honduras, y es por ello que la base aérea estadounidense, situada en Palmerola, lleva su nombre.



¿Y qué pasó?
En la Comisión Latinoamericana de Fuerzas Aéreas se realizaban reuniones anuales. Yo era amigo del comandante salvadoreño, Salvador Henríquez. Cierta vez la reunión fue en Chile y fui con mi edecán Óscar Colindres Corrales, le decían Morolica. Entonces esa vez nos invitaron a una recepción en Viña del Mar, donde desplumaron a Polache… (se tira una carcajada y continúa)… ahí nos encontramos a dos oficiales salvadoreños que habíamos capacitado en Honduras y estábamos platicando con ellos. De repente entra al lugar un hombre vestido con uniforme caqui, y desde cierta distancia llamó a los dos oficiales, y cuando llegan donde él les grita: “Que están haciendo ustedes con ese par de pendejos, a esos ya les vamos a montar…”, era el agregado militar de El Salvador en Chile, y Salvador Henríquez ya estaba distanciado de nosotros.

¿Qué hizo usted?
Cuando regresamos a Honduras informé por escrito al general López Arellano y al general de las Fuerzas Armadas, Andrés Ramírez Ortega. Después me llamó el general López y no creía, me decía: “No hombre Soto, como va a creer”…, pero yo le decía que a mi nada me quitaba de la cabeza que se nos venían encima. Ellos (salvadoreños) se habían hecho de aviones y se vinieron de repente.

¿Y cómo fue el desempeño de los pilotos hondureños?
Les demostramos con los Corsarios, la formación que ellos tenían no era tan buena, pero los hondureños no eran pilotos formados así no más. El Ataque fue en la madrugada por cuatro aviones de El Salvador, mandaron C-47 a tirar bombas a lo loco en Tegucigalpa, entonces salieron los aviones nuestros a perseguirlos. Aquí vinieron algunos Corsarios pegados (perforados de bala) y aquí los repararon. En el sur solo Soto (Fernando “Sotio”) bajó tres E-51 y eran varios los que andaban.

¿La Fuerza Aérea fue la pionera del paracaidismo?
La Fuerza Aérea prestaba los aviones al Ejército para realizar los entrenamientos, y en cierta ocasión dejaron de pedirlos, porque dijeron que no tenían capacidad. Entonces el general López me autorizó a mí que formara un grupo de paracaidistas de la Fuerza Aérea, y eso fue guerra contra nosotros, porque habíamos formado paracaidistas, pero no lo hicimos a escondidas pues…y dele contra la Fuerza Aérea, de un tiempo para acá existió rivalidad con el Ejército, hoy no sé.

¿Cuándo se retiró?
Mi retiro, pues yo creo que fue por desahucio… sonríe y sigue… es que hay una ley militar que el oficial que llega a cierta edad ya se le puede dar la salida, porque no puede dar más, y eso fue lo que se usó… yo me retiré a los 75 años.

¿Después de su retiro qué ha hecho?
Mi esposa era de La Paz y le habían heredado un terreno, y ahí hice un gallinero y una porqueriza y venía al mercado a vender huevos, pero cuando murió yo dije no sigo con esto. Después compré una casa grandísima ahí en La Paz por 12,500 lempiras, y yo ahí estaba viviendo, hasta hace tres años.

¿Qué criterio le merece que la base de Palmerola lleve su nombre?
Para mí es un honor, porque es raro que gente extraña permita eso, pero como está en Honduras. Fíjese que a mí me llamaron cuando ya lo habían decidido, ellos sabían (autoridades de la Fuerza Aérea) que si me llaman para consultarme para ponerle mi nombre, yo iba a decir que no.

¿Por qué razón?
Yo he sido así, yo sería general ahorita, y no lo soy… porque estando en una reunión con el general López nos convocó a todos para el asunto de los ascensos, y mi nombre estaba en la lista, pero aparecieron oficiales del Ejército y nos pusieron por el suelo a todos, entonces yo pedí la palabra, me la dio el general López, solo para decir que yo no aceptaba el ascenso, pedí permiso, me retiré, me vine a mi oficina y se acabó… es que así me criaron a mí, no se meta donde no lo llaman, me decían…

¿Alguna vez se accidentó?
Yo siempre que salía me encomendaba a Dios.Tuve dos accidentes, pero nunca le dije a mi familia para no preocuparla, el primero lo tuve en Ocotepeque… Sahsa había comprado un terreno para una pista y fuimos. Al salir de Ocotepeque había un viento endemoniado, llevábamos seis pasajeros, cuando quisimos despegar hubo un bajón y pega la rueda y nos desvía a un cerco, salimos corriendo del avión, nadie salió herido, pero el avión en cinco minutos se incendió…

¿Qué opina de la Fuerza Aérea actual?
Lo que puedo mencionar aquí, es lo que algunos de ellos me han platicado, que se sienten ellos como reducidos, con poca actividad, no sé.

Recientemente se aprobó en Honduras la Ley de Derribo ¿Qué opina de eso?
Nosotros quisimos implementarla en un tiempo, pero se vio que no era muy necesaria, porque había contrabando de refrigeradoras que pasaban aviones de Nicaragua cargados y no pedían permiso de sobrevuelo, y estábamos obligados, entonces las hacíamos aterrizar. Nosotros hicimos el intento de establecer el derribo, porque se nos escaparon alguna vez.

¿Qué significa la Fuerza Aérea para usted?
Es mi segunda casa.


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