domingo, 5 de abril de 2015

El Origen y desarrollo histórico del teatro en Olanchito

Olanchito,historia del teatro en Olanchito, Honduras
Isabel Amaya, madre del escritor Ramon Amaya Amador
Por : Juan Fernando Avila Posas
No existe hasta el momento una fecha específica que determine con exactitud, el día, hora y fecha de cuándo se inició el teatro en la Ciudad Cívica de Honduras, ni la noche en que por primera vez se presentaron en el improvisado escenario el elenco de actores y actrices a desarrollar el potencial de sus facultades históricas. De lo que sí se tiene seguridad, es que fue el profesor JOAQUÍN REYES TEJEDA, nacido el 26 de junio de 1886, el indudable iniciador de esta disciplina artística, que envolvió a una juventud inquieta en la dramatización en los primeros años de la tercera década del siglo pasado (1930-1940), y creó las condiciones para el posterior desarrollo de lo que es hoy día, la HISTORIA DEL TEATRO EN OLANCHITO.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, como educador, había fundado en el año 1922 el INSTITUTO “PEDRO NUFIO”, en la ciudad de Olanchito, en reconocimiento y gratitud a quien fuera su maestro y le entregara el título de docente en noviembre de 1914 en la ESCUELA NORMAL DE VARONES de Tegucigalpa. Mucho tiempo después, REYES TEJEDA, había escrito una obra dramática de dos actos conocida con el nombre de LOS SIETE PECADOS CAPITALES, de la que se ignora si fue llevada a los rudimentarios tablados de la época, e infortunadamente quedó inédita y el instituto fundado desgraciadamente tuvo vida efímera, mientras el maestro REYES TEJEDA, fue exigido a ocupar la dirección del INSTITUTO “LA FRATERNIDAD” de Juticalpa, Olancho, más tarde el mismo cargo en el instituto “JOSÉ CECILIO DEL VALLE” en Choluteca, como igual responsabilidad le delegaron en el Instituto “LEÓN ALVARADO” de Comayagua, y finalmente en el “MANUEL BONILLA” de la ciudad puerto de La Ceiba, Atlántida.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, retornó a su tierra natal, después de haber cumplido una misión histórica y educativa, ocupando igualmente direcciones de Educación en los departamentos de Yoro y Atlántida, y fue después cuando se ocupó definitivamente de implementar el teatro de la Ciudad Cívica de Honduras.

Se presume que fue el año de 1934, cuando reclutó una serie de señoritas talentosas de belleza resplandecientes y jóvenes deshinividos e inteligentes, para conformar el primer cuadro dramático, y llevar el escenario el mensaje de una nueva expresión, aunque fragmentaria, de las PASTORELAS DEL PADRE REYES, desconocidas por el público, que recibió con entusiasmo y receptividad el mensaje y los monólogos de algo hasta entonces desconocido por los numerosos espectadores.

En base a lo descrito, se considera a JOAQUÍN REYES TEJEDA, como el indiscutible pionero de este arte, hoy evidentemente olvidado, y sin posibilidades comunales de reivindicación.

JOAQUÍN REYES TEJEDA, falleció de muerte natural el 8 de junio de 1948 en la ciudad de Olanchito, a los sesenta y dos años de edad (62), dejando un legado histórico, educativo y cultural en la sociedad, que supo valorar su esfuerzo creativo y su empeño cultural.

Muerto el honorable maestro y quedando el teatro en la orfandad, MARÍA ISABEL AMAYA, madre del escritor RAMÓN AMAYA AMADOR (1916-1966) asumiría con elevados grados de responsabilidad la dirección escénica, conservando un reducido número de intérpretes, quienes con el fallecimiento del principal gestor dramático, vieron capitular sus inquietudes, obligando a la nueva promotora cultural el reclutamiento de personal joven, aunque desconocedores del arte, para impulsar nuevamente el género artístico en el ambiente distrital.

MARÍA ISABEL AMAYA, había recibido sus primeras lecciones y logrado un aprendizaje fácil y admirable al lado del maestro REYES TEJEDA. Ella fue una mujer dotada de talento natural para asimilar los recursos dramáticos del teatro popular, y poseedora de manos prodigiosas para la confección artística de flores artificiales con la que ornamentaba las imágenes de la Iglesia Católica, y donde encontraría igualmente el tejido de un amor secreto con el sacerdote GUILLERMO R. AMADOR, encargado de la parroquia de la localidad y de cuya relación, naciera un 28 de abril de 1916 el célebre escritor y novelista RAMÓN AMAYA AMADOR.

De su sensibilidad en el arte floral de su cultura para la dramatización, y de su sentido único para la dirección escénica, nació en su interior una pasión y así continuar con la misión heredada simbólicamente por el maestro REYES TEJEDA. Con ese fin convocó personal, dentro de los que se inscribieron JESÚS SANDOVAL NÚÑEZ, AMÍLCAR LOZANO MURILLO, MANUEL LOZANO TEJEDA, ANTONIO R. NÚÑEZ, JULIA AGURCIA ALVARADO, ANA P. VALDERRAMOS, MERCEDES CANO RUIZ, ELVIA TINOCO, FRANCISCA ILIAS PLATA y muchos (as) que se identificaron con el elenco y se solidarizaron entusiastas con la nueva propuesta artística del teatro local.

MARÍA ISABEL AMAYA, se distinguió por su capacidad en el dominio de todo cuanto inicialmente había asimilado del arte dramático, y le dio sentido y perduración expresiva y cultural a lo que en el pasado naciera como fuente de placer estético en el medio.

Es indudable que con sus ideales influyó decididamente en la formación cultural de su hijo RAMÓN AMAYA AMADOR, para que este desarrollara sus potencialidades y talento como escritor, puesto en evidencia a través de cincuenta libros escritos, incluyendo dentro de los mismos la obra teatral LA PESTE NEGRA, con la que participó en el certamen literario promovido por la UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS, el año de 1957, donde se hizo merecedor de MENCIÓN HONORÍFICA, al declarar desierto el concurso  por falta de participantes.

MARÍA ISABEL AMAYA, falleció el 20 de febrero de 1946, dos años antes que el maestro REYES TEJEDA, y con su muerte el teatro dio por terminado su ciclo de presentaciones, culminando de esta forma una etapa trascendental para el arte dramático de la ciudad.

Tendría que vivirse un prolongado silencio en espacio y tiempo, hasta que a finales de los años cincuenta, providencialmente NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, con el don propio y virtudes naturales de liderazgo y dirección, se le ocurriera expresar su talento e invitar familiares para constituir lo que una noche sería la renovación artística del TEATRO POPULAR EN OLANCHITO. El escenario fue improvisado, frente a la casa de su abuelo y patriarca de la familia don PRÓSPERO BARDALES NÚÑEZ, a quien dejaron desprovisto de sus sábanas y frazadas invernales, para organizar con ingenio y estrategias el manteado escénico, y hacer más fácil las manipulaciones y dominio de los telones a JUAN RAMÓN MARTÍNEZ BARDALES, quien desarrollaba funciones empíricas de tramoyista en las presentaciones nocturnales. El elenco artístico estaba integrado en su generalidad por familiares, vecinos y amigos, siendo los principales MELTON BARDALES MARTÍNEZ, ÓSCAR (COCO) BARDALES, POPITO QUESADA BARDALES, ELSA NÚÑEZ, MIGUEL ÁNGEL SOSA (LANGUE) SONIA QUESADA BARDALES, ANTONIO REYES (CAPITO) Y NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, como responsable del montaje y dirección de la obra, presentando la velada melodramática con ejecuciones preliminares del trío de guitarras ejecutadas magistralmente por POLICARPO REYES SOSA (CAPO) ÁNGEL CÁLIX MERLO Y PASCUALIO DELARCA, quienes interpretaban canciones sentimentales de lo más renombrados cantantes mexicanos de la época, mientras se hacían los últimos detalles para develar el telón de la obra.

De los recuerdos inmemoriales que se conservan, es que la dramatización de la obra con fragmentos de la llegada de los TRES REYES MAGOS, presentada en los preludios navideños, a uno de los comediantes de escaza y despreocupada memoria, involuntariamente olvidó un fragmento de la sexteta que le correspondía exponer, y aquel lapsus imperdonable, indignó al propietario de la casa, exigente y sanguíneo por su estirpe española, quien en holocausto imprevisible, terminó llevando sus cobijas a su tibio regazo nocturnal, desmantelando aquel ensayo subliminal de una juventud que protegidos bajo el calor paternal se asilaron en una casa de donde posteriormente surgirían intelectuales renombrados como LISANDRO QUESADA BARDALES (poeta y escritor) NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES (actriz) MANUEL QUESADA BARDALES (poeta) JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES (poeta y pintor) RIGOBERTO QUESADA FIGUEROA (poeta) JUAN RAMÓN MARTÍNEZ BARDALES (escritor y periodista) JUAN CARLOS QUESADA ORELLANA (poeta) ROBERTO QUESADA LÓPEZ (novelista) y tantos otros que hoy con su talento vigorizan ostensiblemente la bibliografía nacional.

NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, cumplió de esta forma su deseo de quedar en la historia local como promotora de cultura desde una perspectiva donde pocos han querido incursionar, pero ella demostró con sus acciones estar preparada igualmente para salir airosa de este drama cotidiano que envolvió su vida.

NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, falleció en la ciudad de La Ceiba el 8 de diciembre de 2014, antes de las fiestas navideñas como ella siempre lo soñó, a la edad de 79 años.

Cuando apenas era una niña de cara angelical, trenzas azabaches cayéndole en sus hombros como ríos caprichosos, siendo estudiante de secundaria en la intersección de la avenida La Unión y la calle El Telégrafo del Barrio Abajo, sobre un promontorio de piedras de lo que con el tiempo sería la residencia del más grande potentado local y diputado por el Partido Liberal SIXTO QUESADA SOTO, la señorita Alma Caballero Herrera (1947) según lo relata en una crónica genealógica de la familia Saravia, el doctor OMAR GONZALES, hacía sus primeros ensayos convocando actores de su edad, que se aproximaban a los espacios de la curiosidad juvenil deseando conocer un arte que había estado ausente por muchos años y era imperativa su reivindicación.

Esa tentativa de ALMA CABALLERO HERRERA, se produjo en la década del sesenta, cuando ella cursaba estudios secundarios, despertando inquietudes por su interés y sus iniciativas lírica de una nueva expresión del Teatro Popular en Olanchito.


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Alma Caballero Herrera
ALMA CABALLERO HERRERA, demostró a temprana edad, ser poseedora de talento para el manejo y conducción teatral, sin haber recibido orientaciones de ningún dramaturgo o conocedor de dirección escénica, ni lecciones de prosodia, pero ella traía vocación y caudal artístico, que más tarde desarrollaría con profesionalismo y de manera libertaria, cuando obtuvo sus doctorados en ESTÉTICA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE LAS ARTES Y ESTUDIOS TEATRALES, en la universidad de París Vinsennes, en la admirable y legendario Francia, y en la UNIVERSIDAD DE TOLOUSE LE MIRAIL en  la misma nación europea.

Hoy día, ALMA CABALLERO HERRERA, es promotora del TEATRO EN HONDURAS, habiendo sido fundadora del DEPARTAMENTO DE ARTES de la UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS, directora del taller de la tarde en Tegucigalpa, directora del Teatro Zamora, en la misma capital, participante del TEATRO UNIVERSITARIO DE HONDURAS, e integrante del CUADRO DRAMÁTICO DE TEGUCIGALPA, habiendo realizado una carrera exitosa junto al extinto dramaturgo hondureño FRANCISCO SALVADOR, quien dejó una huella inalcanzable en el desarrollo histórico del Teatro de Honduras.

Paralelamente ALMA CABALLERO HERRERA, ha investigado y escrito libros disciplinarios de arte como EL TEATRO EN HONDURAS, junto a FRANCISCO SALVADOR, publicado por SECTIN en 1977, y otras obras genéricas dentro de los que se incluyen LAS PASTORELAS DEL PADRE REYES, LA BRUJA DEL SIGLO DE ORO, EL BAILE DE LAS TIRAS, EL BAILE DE LOS MOROS Y CRISTIANOS, Y FRANCIA EN EL TEATRO CENTROAMERICANO, que dan fe de su preocupación y estudio sobre el teatro hondureño y regional centroamericano, y como  miembro del INSTITUTO INTERNACIONAL DE TÉCNICOS Y CRÍTICOS DE TEATRO LATINOAMERICANO.

Los olanchitos con sensibilidad artística, que por cierto se contabilizan por cienes, y los vecinos de la avenida La Unión y la Tiburcio Carías Andino, que fue el domicilio donde pasó su adolescencia, y la unión donde han nacido el mayor número de intelectuales de renombre nacional, recuerdan con sentimiento y eterna nostalgia y admiración, la niña que fue ALMA CABALLERO HERRERA, caminando orgullosa por las calles coloniales de nuestro pueblo con sus trenzas envidiables y coquetas, en la anunciación juvenil de lo que sería con los años, un valor inequívoco del arte dramático nacional.

Por esos mismos años de efervescencia cultural e inquietudes estudiantiles JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, hermano menor de NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, nacido el 12 de septiembre de 1948, revelaría inclinaciones para la dirección escénica, formando un elenco protagónico con compañeros de estudios de nivel medio al interior del INSTITUTO “FRANCISCO J. MEJÍA” y montando pequeñas obras de un solo acto, que serían aplaudidas por el conglomerado juvenil, cuando eran presentadas en los años setenta en las festividades promovidas en el centro de educación media, como también en los actos cívicos de inusitada alegría de la colectividad municipal.

Esta facultad direccional artística parece que fue un legado cultural que dominó con acentuada determinación la sensibilidad de la familia, pues años antes como queda consignado, su  hermana mayor NORMA ROSALÍA QUESADA BARDALES, había realizado un intento expresivo del arte escénico en uno de los barrios más bullangueros de la ciudad como fue el barrio El Jazmín, donde se preeminenciaron veladas artísticas que hoy recordamos con indescriptible y acentuada saudade.

Más tarde JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, emigraría a la hermana República de Costa Rica a realizar estudios superiores de FILOLOGÍA en la Universidad “RODRIGO FACIO” y a entregarnos, “una poesía de raíz existencialista en la cual predomina una visión bastante precisa de la vida, que en términos generales no lo abandonara en su poesía posterior”, según el análisis teórico de la crítica de literatura hondureña HELEN UMAÑA.

Hoy JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, además de burilar poemas, plasma su expresión artística en lienzos expresionistas de un arte que subsidiariamente domina con intenso colorido. Hoy igualmente el poeta es PREMIO NACIONAL DE LITERATURA “RAMÓN ROSA” y uno de los valores fundamentales de la nueva lírica hondureña.

Pero si JOSÉ LUIS QUESADA BARDALES, abandonó lo que parecía el resurgimiento del teatro en la ciudad, paralelamente creó espacios para que una inolvidable mañana en el acontecer apacible y provincial, unas tímidas nubes se replegaran animadas pretendiendo techar la imponente majestuosidad isosélica del CERRO PACURA, preludiando que en el anochecer llovería, pero ese 19 de julio de 1979, a pesar de los pronósticos no llovió. Los habitantes siguieron realizando su rutina cotidiana, y gracias a mi obligado tránsito por el parque Central, divisé en una esquina propiedad de la Iglesia Católica, en una casa de paredes de adobe, techo de tejas, dos puertas y una ventana, a un sacerdote norteamericano con su irrenunciable tipología de un clásico “hipster” antecesor del Hippie (como bien lo conceptualizara y describiera el novelista NORMAN MAILER, en un ensayo publicado en (DISSENT), vestido de pantalón jean descolorido, camisa ligeramente imprecisa, pelo largo y excesivos aditamentos en su entono corporal, que poco o nada expresaban su vocación pastoral, y que más tarde supe se trataba de JACK WARNES, junto a una generación de muchachos vanguardistas de la PASTORAL JUVENIL ESCLESIÁSTICA, colocaban un rótulo frontal en la vieja construcción, donde anunciaban la apertura del TEATRO LA FRAGUA, y la presentación esa noche de la obra DOS JUEGOS X, custodiado el rótulo por dos banderas verdes amárelas, donde la sociedad tendría la feliz oportunidad de conocer la síntesis del TEATRO CAMPESINO CALIFORNIANO, con la obra, LAS DOS CARAS DE MI PATRONCITO.



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Aqui se fundó el Teatro la Fragua (Olanchito)
La llegada del TEATRO LA FRAGUA, el 19 de julio de 1979, vino a vigorizar una inquietud casi extinguida, y usar el teatro como lo diría MARGO WICKESSER, una de sus exconformantes, como instrumento o herramienta educativa para afirmar la riqueza, la belleza y poder de los valores hondureños.

Posterior a la migración hacia la ciudad ribereña de PROGRESO del TEATRO LA FRAGUA, donde fuera trasladado en su misión sacerdotal el jesuita JACK WARNER, al interior del instituto “FRANCISCO J. MEJÍA”, principal centro educativo de la localidad, la licenciada en Letras y Lenguas LUISA ORELLANA LOZANO, dentro de sus iniciativas pedagógicas, organizó lo que se conoció como TIFRAJME (Teatro del INSTITUTO FRANCISCO J. MEJÍA) presentando dramas cortos que informaban de su sensibilidad creativa y didáctica, y la búsqueda de valores con disciplina artística y facultades para desarrollar las obras con talento escénico.

Lo que primero presentó fue la obra A RAZ DE SUELO, que mereció el aplauso generalizado de la colectividad estudiantil, más tarde otro drama conocido como LOS INQUILINOS DE LA IRA, y finalmente EL ESCULTOR, además de obras mímicas como LA SONÁMBULA, hasta pretender llevar al escenario de manera monumental la obra, PRISIÓN VERDE, de RAMÓN AMAYA AMADOR, que constituyó indudablemente un desafío en su montaje y diálogos, utilizando para ello personal académico dentro de sus propios compañeros de trabajo.

Pero el TIFRAJME no se circunscribió escénicamente al interior del Instituto, sino que trascendió el dominio público cuando fueron llevados sus dramas al conocimiento general en el marco esplendoroso de las festividades de la SEMANA CÍVICA, lo que marcó un hito histórico dentro de la comunidad, captando la merecida ovación de la sociedad, ansiosa de disfrutar un género que se rescataba con entusiasmo y deliberado vigor cultural.

Hoy de aquel impulso apenas sobreviven el recuerdo y en la historia del instituto que le vio nacer, crecer y extinguirse, cuando los conformantes del elenco escénico terminaron exitosamente sus estudios, y emigraron en busca de sus verdaderos destinos, y la licenciada LUISA ORELLANA LOZANO, se refugió en su feliz y merecida jubilación, después de una entrega sin paralelo en la preparación de cuadros que hoy constituyen honra y orgullo de la sociedad.


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El Teatro Tolupan 
Finalmente en los años recientes y en los que quedan por vivir, un hijo de Olanchito, actor de los principales escenarios de la costa norte, miembro del célebre TEATRO LA FRAGUA, como es EDDY BARAHONA, se ha encargado de organizar y dar vida a lo que se conoce como TEATRO TOLUPÁN, reclutando miembros de la comunidad Xicaque de Agalteca (distante a dos leguas al norte de Olanchito) adaptando piezas y temas vinculados con la perduración indigenista, la marginalidad y su virtual segregación, para llevarle a los tablados, y rescatar los valores de una etnia que ha sido tácitamente olvidada por la sucesión de gobiernos insensibles con las manifestaciones de la cultura y el arte en general.

Las obras del teatro TOLUPÁN se han presentado en la CASA DE LA CULTURA, marcando una impronta expresiva y testimonial, de lo que debe ser el arte en nuestra patria, cuando predomina voluntad y los deseos de hacer bien las cosas como debe ser.

El teatro no debe convertirse simplemente en fuente de placer estético, sino en testimonio totalizante de creación, belleza y libertad.

Fuente de el articulo : Diario La Tribuna

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