lunes, 18 de febrero de 2013

La Alianza : Una causa de país

Por: Mario Berrios
Los hondureños, desencantados hasta la coronilla, hastiados de tanto desafuero cometido por las actuales estructuras políticas del bipartidismo, quienes sólo piensan en sus beneficios personales, pensamos que es inmejorable la oportunidad de una nueva elección para sumir en la derrota a los partidos Nacional y Liberal. Juan Orlando Hernández, según mi análisis, es el principal gestor de una política populista de izquierda basada en la destrucción del capital, de la inversión y de la clase trabajadora y aportadora de impuestos. Mauricio Villeda, de buen perfil moral, se presenta demasiado débil para liderar un país, en particular con los escenarios virulentos a que, sin duda, llegaremos dentro de pocos años. En el fondo JOH gobierna, legisla y enjuicia a la luz del marxismo-leninismo, del materialismo histórico y del Socialismo del Siglo 21, halado de la corbata por un par de personajes nefastos. Ese modelo caótico que, según muchos analistas, JOH busca imponer nos aproxima a una crisis sin precedentes. Libros, artículos y relatos sobre una realidad inocultable se han empezado a escribir, sólo que el pueblo de tierra adentro y de las ciudades no alcanza a digerir el alcance de las fases (incipientes en este momento) de una guerra civil en corto tiempo.

Por las condiciones sociales, políticas y socio-económicas a las cuales nos aproximamos semana a semana y mes a mes, los ciudadanos coherentes debemos establecer alianzas políticas, en esa vía el partido que ofrece la mayor garantía de estabilidad es la Alianza Patriótica Hondureña, llamado a ser el grupo político que librará al pueblo de opresión, el engaño y la galopante corrupción de los últimos tiempos. En la Alianza hay gente de valores morales, patriotas, gente leal y decidida. Compatriotas muriendo de hambre, miles sin trabajo, cero inversión extranjera, poca animación del empresariado, el abstencionismo mayoritario y la alta incidencia criminal, son sólo pequeños iceberg de la cruda realidad de nuestro —hoy— invivible país. Esta crisis actual es el inicio de una culminación despótica en un período de enconadas luchas y extrema agudización de la lucha por las ideas.

Mañana, igual que hoy, los problemas económicos, políticos y sociales planteados serán de inaplazable urgencia, no podrán ser resueltos, sin hacer saltar al mismo tiempo, en lo fundamental, a otro partido que garantice diferentes propuestas de personas en el estamento político así como otras formas de gobernar, sobre todo con moral y ética. Por ejemplo, el problema de la tierra, de la reforma agraria, no admite demoras ni medidas timoratas, como tampoco las condiciones claras y firmes para la inversión y su consecuente activación de miles de oportunidades de trabajo. Necesitamos producir riqueza para repartir esa riqueza, no producir caos para repartir caos. Como generalidad, el país cae en el fango de la desgracia donde impera la corrupción, la impunidad, el crimen organizado, la inseguridad jurídica, el irrespeto a los derechos humanos y otras condiciones que limitan la inversión pública y privada nacional y extranjera.

El país necesita de gobiernos que apuesten al orden y disciplina para rescatarlo de la anarquía e ingobernabilidad en que nos encontramos; reorientándolo a establecer un estado de derecho, democrático, de paz, libertad y prosperidad, esa única esperanza la proporciona la Alianza Patriótica Hondureña. ¿Cuál es la visión de una política coherente en este partido? Gobernar desarrollando políticas y estrategias que conduzcan hacia un crecimiento económico con equidad y responsabilidad social; generar empleo digno y unidad familiar; garantizar a la población disponer de instituciones democráticas y fortalecidas, así como mejorar los servicios de salud, educación, seguridad, respeto a los derechos humanos y protección del medio ambiente y, como corolario, estructurar una columna vertebral de amparo social para los más desprotegidos, para ayudar a salir de la miseria y el atraso —con proyectos de barrios, aldeas y comunidades autosostenibles— a la población más vulnerable.

En mi idea, diseñar e implementar tácticas para combatir y reducir la corrupción, la impunidad y el crimen organizado es vital; atraer la inversión, interna y externa; generar empleo de manera urgente, acelerar la mejora de la educación (terminar con ese eterno problema) y el sistema de salud, apresurar el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el respeto a los derechos humanos, basado el accionar de sus miembros en principios y valores, equidad social, igualdad de género, trabajo digno según sus méritos, libertad de expresión y de la prensa, respeto al estado de derecho, la búsqueda de la integración familiar, seguridad jurídica. Sobre todo estructurar una camada de nuevos políticos y funcionarios, con sed de un renovado compromiso con los más altos intereses de la patria (no como los actuales cuya mayoría —por ende raras excepciones— busca llegar sólo para satisfacerse con mordidas y contratos), honestos, transparentes, leales a la patria, al partido y a la sociedad, a quienes se deben, hombres de honor, sacrificio y obedientes al mandato otorgado por el voto popular.


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