sábado, 23 de febrero de 2013

Política y moralidad

Por Juan Fernando Avila P.

Los teóricos doctrinarios de izquierda del viejo continente y algunos politólogos contemporáneos, me refiero a KRIMANH, K. DAVIS y JEAN MIRNAUD, han sustentado en sus tratados, que hay dos categorías de participación consustanciales a la humanidad, que por obligatoriedad deben caminar juntas como fuentes sustentadoras de credibilidad, estas deben ser la moral y la política.

Esta dualidad indisoluble de muy remoto recurso, ha sido paradójicamente de escasa aplicabilidad en los grupos de izquierda del mundo occidental, donde las organizaciones políticas han asumido la dirección del Estado, y no digamos en quienes buscan alcanzar esos objetivos, con la pretendida introducción de modelos socialistas, donde han validado más las irregularidades, que el juego de cartas limpias y transparentes en el ejercicio anticipado a la toma del poder.

Vivas están las acusaciones de la hijastra del presidente socialista nicaragüense Daniel Ortega, denunciando los sistemáticos abusos sexuales de su padrastro, la proliferación de hijos naturales del presidente y sacerdote paraguayo Fernando Lugo, y recientemente el tráfico de influencias en la administración de la presidencia brasileña Dilma Rousseff, en la que están envueltos unos de sus principales ministros y tantos ejemplos que diariamente publican los medios informativos, dando cuenta pormenorizada del mundo de perversión y promiscuidad en los que viven inmersos quienes disfrutan del poder, que a muchos, por la naturaleza de sus acciones les han llevado a dimitir en su frágil conducta y debilitada autoridad

En nuestro medio con un sistema capitalista de administración, han transcurrido ocho y cuatrienios desde que nos incorporamos al sistema democrático y la sociedad agotado sus esperanzas en presenciar un acto de vindicación de sus mandatarios, remitiendo a chirona a los responsables del despilfarro, el robo y todo el expediente de ilegalidad y corrupción en el que han vivido quienes han visto en el servicio público (incluyendo algunos mandatarios) el filón sustentador de sus nutridas e irregulares economías, burlando tácitamente la voluntad colectiva que cándidamente expresó su voluntad porque lo condujeran hombres de merecidos créditos y acrisolada moralidad.

Hoy después de celebrado el proceso electoral interno nacional, que sacudió de sus erróneas predicciones a los escépticos internacionales y a los incrédulos del patio, dejando como resultado una serie de revelaciones insólitas, pero sobre todo, la reafirmación monopólica del poder aglutinante de las dos principales fuerzas políticas tradicionales del país, se impone igualmente la consolidación de un Partido Liberal sin fracturas y compacto, más bien con afanes movilizadores de reencontrarse con su tradicional magnitud popular y unitaria y ser una de las organizaciones centenarias que a través de la historia ha venido escribiendo los capítulos más luminosos de conquista social que se hayan producido en nuestro país y en cuyos postulados ha creído la inmensa mayoría del pueblo hondureño.

Hoy igualmente, por primera vez, la sociedad tiene la brillante oportunidad de convertir en realidad sus frustrados sueños, cuando una pareja de hondureños ejemplares representados por el binomio del abogado MAURICIO VILLEDA BERMÚDEZ, y su esposa GRACIA ZÚÑIGA DE VILLEDA, encaminan su destino con paso firme y convicciones irreductibles hacia Casa Presidencial, a cumplir propuestas concretas y a desarrollar un ambicioso programa de gobierno signado por la moralidad y la anticorrupción, la creación de fuentes de trabajo, como columna vertebral del encuentro de la paz social, que habrá de cambiar indudablemente el destino de un pueblo que ha vivido pendulando su destino en los extremos de la tristeza, frustración, engaño y la desesperanza.

Las providencias sagradas han querido poner en el destino de la Patria un binomio ejemplar, de antecedentes políticos auténticamente liberales, demócratas comprobados, de elevados créditos morales y de capacidad incuestionable.
Unámonos en la lucha por fortalecer los ideales de nuestra sociedad, porque esta, es la gran oportunidad de limpiar el rostro y la conducta de nuestra Patria saqueada por hachas y traidores.



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