lunes, 11 de febrero de 2013

El voto de Tomasa

Por : Mario Berríos

Mi honorable y reconocida amiga de las ventas callejeras, Tomasa, la encantadora negra de ojos vivos como el brillo de la noche sobre el mar, con su rostro sudoroso de luna mojada por la lluvia, del trabajo, me ha hablado, a su manera, de los problemas del país y las posibles opciones que tiene para hacer valer su voto. “Oye, mi negro”, me dice, “yo voy a cruzar el voto por los mejores hombres, aunque algunos ni bajo el techo sirven, tú sabe, algunos necesitan gífiti, del mío, no de ese Diego”.

Mientras se arregla su falda, el musue (pañuelo) sobre su cabeza y entretanto mete sus dedos del pie en una chancla vieja, le pregunto: “Tomasa, ¿y entonces por quiénes estás pensando en votar? A ti fijo que te lo doy, negro desteñido de Olanchito, a tu partido Alianza Democrática también. Asimismo le meteré el dedo a Salvador porque es mi amigo, a Luis Redondo de ese tal PAC no digamos. ¡Ay mi negro!, juégatelas para conocer a Romeo acá en San Pedro, de la línea para abajo queremos platicar con él, pero quiero que le digas papa…”.

Entre la plática, la negra Tomasa se ha descosido tijereando aspectos de la política nacional. Me ha traído un café “sólo para el sabor y por sentir el aroma”, le dije. “Te quiero contar mi negro, ya no se aguanta a estos bárbaros, yo le digo a mi gente que le tenemos que dar el voto a esos partidos nuevos. Oye esto, acaban de vender la soberanía y el territorio nacional con esa ley de las tales ciudades, debemos armar una revolución para el desarrollo que aniquile a las actuales estructuras políticas. Nos tienen como vara de macanear perros, mírame mi negro, yo antes estaba gorda, ahora se me cae el pellejo del hambre”. “Mmm, Tomasa, comita del mar, pero la gente siempre vota en plancha”. “No mi negro, ahora estamos hablados, los garífunas vamos a cruzar el voto, allí estás fijo vos y tu gente. No te me enojes, pero de paso el dedo se lo vamos a meter a otros. Los del partido azul, el rojo y los de mi alera Xiomara andan ofreciendo pisto, tu sabe mi negro, papos no somos “pa” despreciar el pisto, pero no cambiaremos el voto, vamos por la dignidad del pueblo, por los valores, por las virtudes de los aspirantes, no por los mismos de siempre”.

Al fondo del cuarto de la negra Tomasa, dos niños lloran. “Uno del hambre, no quiere comer su pastelito”, me explica. “Y el otro es por unas medicinas que no he podido comprar”. “Tomasa, es que mucha tableta y pan de coco les das. Hasta transparentes les veo los ojos, de seguro mucha agua azucarada les sirves”. “Ay mi negro, ¿qué más les puedo dar? Pues te sigo contando sobre esos lanas de la política de Tegucigalpa, son perros para llorar, ¿ya viste al diputadito del bigote, el tal Marvin, llorando como mi niña cuando tiene hambre? Sabes, no tenemos líderes, son jefes de dedo, pero no directores de proyectos, esos politiqueros de las instituciones del gobierno. Ayúdanos, Mario, suerte que te tiraste ya a la politiqueada, así tendremos a alguien de pueblo, ya era tiempo, ayúdanos a revolucionar ese Congreso”. “Pero eso sí, comita Tomasa, pisto para tapar hoyos de calles no tengo, como hacen muchos”. “No te preocupes mi negro, a ti no te pediremos nada con tal de que el día de mañana rumbes candela a nuestro favor en ese tal Congreso”. “Bueno, le he respondido a la negra Tomasa, mientras le da a su hija una pastilla que he mandado a comprar, será lo único garantizado, porque de allí sólo uniformes para equipos y trofeos tengo en mi presupuesto”.

Mientras toma en sus brazos a su niña enferma, la negra Tomasa, con una sonrisa a flor de labio, a pesar de su tristeza, al continuar sus comentarios me enseña sus dientes, blancos como el marfil, “el pueblo está cansado mi negro, necesitamos funcionarios serios, firmes de carácter, de voluntad férrea para entrarle a los problemas, que no repiquen hoy y doblen mañana, candidatos estrategas, no esos dormidos que a los abismos nos arrastran, gente dormilona no queremos.

Yo le iba a dar el voto a los cheles, pero ya no, los veo muy dormidos. Porque sabes mi negro, hay que echarle la vaca a Juan, si no arrastra al país a un despeñadero. Ojalá se unan los candidatos y los partidos contra él. Quiero ver a esos enlistados en la tal Alianza Patriótica, deseo verles la sangre en esta contienda. Creo que con tanto reservista, veteranos, profesionales, empresarios y obreros, al menos, pueden dar la gran batalla. A ver cuándo los veo politiqueando por mis pueblos, Travesía y Bajamar. ¡Ah!, otra cosa, en las municipalidad


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