lunes, 6 de febrero de 2012

Carabineros de Honduras

Por :Mario Berríos Invocando protección a la virgen María, como su Santa Patrona, al fin el clamor ciudadano ha sido escuchado, ¡Dios te guarde María, llena eres de gracia..! Esta clase trabajadora, me refiero a la de los policías, históricamente olvidada, al fin será dotada de equipo, doctrina, reglamentación, condiciones sociales y salarios dignos, similar a los Carabineros de Chile, así lo ha prometido el señor Presidente del Congreso, don Juan Orlando Hernández. Los uniformados, por décadas pidiendo amparo a la clase política, hoy se van a congratular con los beneficios otorgados en Chile a sus Carabineros, ¿hombre!, en adelante no habrá excusas, así será bonito prestar servicio. No laborarán mas de 8 horas, como en la actualidad, que prestan no menos de 18 horas de turno, en patrullajes y servicio de posta, más un día libre a la semana, ¡uno!, así como se lee.
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 Hoy tendrán, como los del Sur, turnos rotativos, es decir, prácticamente tendrán horas libres a diario, con ese tiempo disponible podrán realizar sus trámites personales, incursionar en la pequeña y mediana empresa, atender sus problemas de salud, estudiar y ver a sus familias, condición negada por décadas. Veamos otro aspecto positivo, igual de interesante, ¡bonito!, como los sueldos siempre han sido míseros, aun cuando es la profesión de mayor riesgo, al menos en Honduras (las bajas diarias lo ratifican, igual a países en guerra), de percibir 250 dólares podrán pasar a ganar un mínimo de 1,000 dólares americanos. ¡Hombre!, ya con ese salario será diferente, los guardianes del orden podrán, finalmente, adquirir su propia casa (aspecto jamás soñado), vivir en zonas diferentes, costearse sus propios estudios y atender a sus familias. Y, al recibir un disparo (no olvidemos las altas probabilidades), irán a parar a los mejores hospitales del país, a la par de diputados, políticos y empresarios, con verdadera dignidad, no tirados en las esquinas de centros asistenciales, como en efecto hoy sucede. He acá otra enorme ventaja de la propuesta de Juan Orlando Hernández, la policía actual, que nunca ha sido dotada de suficientes patrullas, hoy, para tener la misma operatividad de Carabineros, será dotada de al menos 500 vehículos, sólo para Tegucigalpa y San Pedro Sula, así, las “carcachas” con las que cuentan en la actualidad serán sustituidas por carros idóneos para el servicio policial. Lo que sí me han asegurado, es que no cambiarán el armamento, la Policía Nacional seguirá portando los mismos retacos y medios que hasta el sol de hoy les han proporcionado. Sin embargo hay un aspecto esperanzador, los distinguidos y talentosos diputados, quienes esta vez no dejan escapar detalle, para equiparar nuestra policía a la de Chile darán una vuelta por cada instalaciones y postas, para comprobar que en muchas no hay pero ni agua potable, materiales de oficina, computadoras, baños o electrodomésticos donde calentar, siquiera, su plato de comida, a partir de ahí las postas serán, como en Chile, un lugar agradable, tanto para el policía como para el ciudadano, no me cabe la duda de que tendrán esa sapiencia. Radios no faltarán para dar pronto aviso de los problemas y atender con prontitud las emergencias. Otra cosa, antes de que se me olvide, de tener dos uniformes raídos, de lavar y poner, ya con las reformas de Carabineros, por fin nuestros uniformados de azul tendrán en sus guardarropas, no menos de 6 pares de calzados y 12 uniformes, en tiempo de frío, más otros 12, para época de calor, tal como los chilenos. (Entre nosotros, lo bueno es que en esta ocasión nadie está pensando en negocios, ni constituyendo empresas en el extranjero, como en otras ocasiones, para venir a Honduras con el carácter de extranjeras, siendo hondureñitos, de gente cercana al Congreso). Es posible que con esta medida, la popularidad del honorable hombre de leyes, Juan Orlando Hernandez, Presidente del Congreso Nacional, aumente en unos, digamos, 3 puntos, para acercarse a Miguel Pastor y a Ricardo Álvarez, más una alianzas —secretas— para asegurar urnas en tránsito en el futuro proceso eleccionario. Eso sí, se habrá ganado, por cabeza libre, al conglomerado nacional con una jugarreta emocionante. A este pueblo, con enorme arraigo ranchero, nos dará un show hermoso, el que distingue a los servidores públicos de Carabineros, ¡ver a policías encaramados en briosos caballos será fenomenal! Ya imagino a esos oficiales, con su traje de gala, haciendo maravillas sobre finos corceles (ya sabemos que a los pobladores nos encanta el show de cualquier clase, desde los más bajo hasta los más superficial), espueleando suavemente a su jamelgo, dando cátedras de cómo se ensilla, monta, hace trotar y saludan los caballos. Esto más, la gente, durante fiestas patrias o aniversarios de la policía de Carabineros de Honduras, podrá ver a los alazanes presentando el apoteósico saludo a los ciudadanos, ¡a la patria!, el cuadro será así: Al frente marchará una escolta de banderas, los cadetes de Carabineros llevarán sus banderas, la gente deberá entender que el cadete del frente, el que porta el banderín, es el primer lugar de la Academia de Carabineros. Seguidamente irá un oficial, el más gallardo, con su voz de trueno, decretando las voces de mando del siguiente movimiento de los educandos. Por espacios de tiempo, movimientos y resonancias de taconazos y armas, una voz se alzará en el centro, llamada eco, para que el resto de uniformados, entre el bullicio de las gritos y aplausos, puedan escuchar las voces de mando para los pelotones. Pasos distante marchará la escuadra de caballos, una pequeña montada, ¡la caballería!, ahí verán al espectáculo que hoy están creando en el Congreso. Garbosos oficiales irán en el lomo de los rocines, con sus kepis, guerrera, guantes blancos, cinturones cruzados al pecho y polainas refulgentes, entre los estribos de las monturas, de fino cuero, para deleite del eufórico público presente. ¡Qué show el de esos caballos!, ¡admirable, soberbio, único! Arremeterán, detrás del pelotón de cadetes en tiempos perdidos, con movimientos lentos, briosos, muertos, primero una metida de pata, sobre el pavimento, al son de golpes de herraduras, luego otra metida de pata, la segunda, con un refuerzo de cuero blanco sobre su casco, el jinete inmóvil sobre el potrillo, fundidos, conformando una estatua, una pieza de bronce, después, el siguiente movimiento, brioso, para aturdir a los ansiosos espectadores, quienes, con sus aplausos, harán relinchar a los caballos
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