sábado, 7 de enero de 2012

Cabañuela hondureña

por : Mario Berríos
 Con la algarabía y quema de pichingos, a medianoche de cada 31 de diciembre, se inicia la tradicional cabañuela catracha. Darse abrazos, besos y hacerse promesas con los seres más sentidos, es una forma de iniciar, con pie derecho, ese periodo de 12 días de enero, en los cuales, a toda troche y moche, se busca el secreto para alcanzar la felicidad, trabajo, dinero, seguridad, salud y, sobre todo, amor. Pero de entrada lancemos un flashazo sobre el presidente y sus ministros. Si el mandatario estaba con botella “en pico”, ¡agarrémonos!, no parará de beber en enero, si ya el 2 ó el 3 estaba en calzoneta, es que se nos perderá en Semana Santa, ¡ni los cachos le veremos! Y si él amaneció bravo, como en efecto lo estaba, de junio para allá quién le aguantará sus rabietas, dizque porque “en la capital sólo saben hablar e inventar papadas”, según sus palabras. El ministro que andaba con la panza pelada el 4, en el bulevar Morazán, con ojos lechuzones, abogando en una posta por un amigo demasiado amigo, quedará sin beneficios antes de abril, ¡justo en la Semana Santa! El aspirante presidencial con sombrero de gamonal y de peaña, ni los huesitos de su esposa tendrá para esa Semana Santa, no ven que ella no estaba con él, sino celebrando feliz en otro lado.
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- ¡Ay de aquellos policías que decomisaron los pichingos del año viejo!, con la figura de la poli, padecerán demandas todo el año, principalmente en enero, por ello no faltarán en la lista de los “lisos” para la “civiluca”, no ven que esa cúpula actual de la policía está tiesa, tiene compromiso con la sociedad y no perdona, el pueblo premiará a Ramírez, Orellana, Suazo, Romero, los Mejía y Villanueva, por librar a la institución de muchos “abusadorcitos”, como me ha llamado el honorable presidente Hugo Chávez Frías, de Venezuela, al polemizar con él en ciertas ocasiones. Estos primeros 12 días del presente mes marcarán para muchos compatriotas el rumbo de su vida durante esos 365 días. Cada día representa un mes del año. ¿Consejos?, dicen ciertos entendidos de tierra adentro, “desde el primer día, amanecer el 1 de enero, observen detenidamente la lluvia, el sol, el viento, las nubes, las relaciones con los vecinos, los patrones y la familia; una sonrisa, un mal gesto, una mala mirada pueden marcar un año llevadero o, por el contrario, un largo tiempo de enemistades, el surgimiento de un romance, la pérdida de un ser querido... Por ejemplo, Ña Toribia, quien siempre me atiende generosamente con sus pastelitos de carne, refunfuñando de su Chevo, el bueno para nada de ella —y sin faltar en sus labios el gífiti de Diego, mi pasado de comejamo y negro descolorido, Darlan, y el resto de la tropa de “empinadores” de codo—, afirma estar alineada con los astros. Mantiene, durante las 12 fechas, comida en el fogón, para no pasar hambre durante el año, pues eso marcará el resto de los meses. “Frijoles y tortilla no pueden faltar, manifiesta, porque la familia al menos eso debe asegurar, con este gobierno, usted sabe —se vuelve hacia mí echando tortillas—, nos puede matar de hambre, sin fuentes de trabajo, sin desarrollo nacional, mejor recurrir a los trucos de la mente. De ser posible hay que tener gallina, con ella hacemos caldo todo este tiempo, ¡que rinda! Vea, continúa manifestando, si los vecinos regalan rosquillas u hojaldras, quiere decir que va a ser un año de suerte, pues no les faltará ayuda. Es importante compartir lo poco que se tiene con los demás, no olvide, Dios observa nuestro comportamiento en esos días, y ve el corazón generoso, así será con nosotros la suerte”. Edelmira, la hija de nuestra distinguida Ña Toribia, no tiene compañero, por ello en estos 12 días se arregla más que de costumbre, y aunque le faltan los dientes de “su delantera”, camina más risueña que de costumbre: moño tirado en su nuca, bien apretadito, colorete en sus cachetes y un rojo fuerte en sus labios, vestido apretadito, zapatos de garza, y toda esa cosa de mujer en las orejas, los puños, el cuello, la cintura y, por si fuera poco, hasta en los tobillos. —¿Para dónde va su hija? —le pregunto a la milagrosa señora de los pastelitos de carne. —Anda así porque en estos 12 días alguien debe echarle el ojo y recibir un piropo, así sabrá cuándo le aparecerá un marchante. De esa forma sabrá en qué momento hacerse acompañar, usted sabe, “embobador” de clientes —como llama a los profesionales del derecho—, la vida es para tener compañía, no podemos estar solos, sin duda tendrá suerte mi nena linda. —Cuénteme algo más. —En estos primeros 12 días debemos de madrugar, asearnos bien, abrigarnos para que no nos pegue un resfriado, porque podríamos pasar enfermos en el año. Trabajar con ganas, para tener abundancia de pan en la mesa. Sonreír, sin duda entonces nos sonreirá la vida. Andar con cuidado para evitar accidentes, peligroso nos marque la vida en los próximos meses. No agarrarle limosnas al gobierno, para no dejarnos comprar, tampoco a los políticos, que nos den obras perdurables, no paja. Y escuche esto, si su novia lo desprecia, estará torcido en el amor, deberá esperar hasta diciembre para hacerse de algo nuevo, lo que agarre del 15 antes de Navidad, ya lo puede considerar modelo del año siguiente, como los carros, pero, mientras tanto, estará torcido. A cada persona le conviene reunirse con gente buena e importante, si estos días se dedica a vagar, vagando quedará, si duerme mucho, dormido permanecerá. Cuide el pecho, las mujeres su “pechuga”, porque si se enferma y pasa días en cama, una larga enfermedad lo consumirá durante meses, no olvide que cada día marca un mes, son doce días, que marcaran la diferencia entre la abundancia y la miseria, el amor y el desamor, la vida y la muerte, no se meta en problemas, trabaje, luche y aporte al país, no esté pensando en pajaritos preñados y en regalos del cielo.
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