domingo, 30 de octubre de 2011

Grandes aportes en obras

Por :Mario Berríos
El negocio de mi distinguida amiga, Ña Toribia, hoy presenta de novedad un rótulo de un precandidato presidencial, “se buscan candidatos a alcaldes, diputados, colaboradores, gerentes…”, se lee en la entrada. “No es mío, usted”, me responde ella cuando le pregunto. “Unos comensales se han dado a esa tarea, dicen que no tienen ni para cubrir las mesas a nivel nacional en ese próximo proceso eleccionario, todos andan camisetas rosaditas, como las del Motagua, ¡ya se imagina!, ¿usted no anda en esa línea?”. “Je, ni por cerca, yo no juego en esos equipos”, le respondo, mientras me devoro el primer pastelito de carne, calientito.
Ajá, comejamo, negro desteñido, dicen que por estar en la capital ya no se asoma por estos lados, aquí lo hemos estado extrañando —expresa, moviendo sus enaguas.
—Eso es bueno, Ña Tori, mejor ser deseado que despreciado; suelte lengua con las novedades, ¿qué dicen los consumidores de su famoso plato alimenticio?
—Vea, las novedades son esos remedos de puentes de Los Amates, del Sur, el de la Burrera, en Colón, y la infusión de inseguridad, de la chepa con la chafarotada.
—Buen tema han comentado esta semana, Ña Tori, con la fusión la cosa va buena.
—¡Qué va a ser!, la gente aquí dice que eso lo hacen para aplicarle la depuración al suave a los “chepitos”, con la “casaca” del código militar, ¡fuera de la institución y punto!, sin las normas legales. ¿Pero sabe qué es lo peor? —coloca sus dos manos sobre sus caderas.
—No.
Después viene el reclutamiento forzoso, ¡pobres de nuestros vástagos! Bueno, fíjese que hasta unos comunistas andan asustados.
—¡Según ellos en Cuba no hay trole! Jajaja.
—¿Usted cree que harán el servicio forzoso los comunistas? Esos del LIBRE o antiguo FNRP no permitirán ver a sus hijos vejados, ¡ultrajados!, como en los 80. Urcina cuenta que el pasó por eso y no se lo desea a nadie.
—Dígales que no lloren. Han pasado años y siguen soltando lágrima. ¿Y su Chevo qué dice? Me ha contado que es veterano…
—Poco habla de eso mi bueno para nada de Chevo, es veterano de guerra, aunque no fue al frente de batalla, solo hacía prácticas con garrotes, ¿cómo iban a aprender a tirar con palos?, ni sabe desarmar uno que tiene, ¡pero ellos se dicen veteranos de guerra! Pues los amigos de él cuentan barbaridades, de cómo les violentaban el honor y mancillaban la dignidad, Marcos López cuenta eso. Por ese tema don Lázaro Alvarado dice que el presi es un ladrón de la dignidad de los jóvenes, que desea hacer retroceder al país.
Esos son cuentos, Ña Tori.
—¡Qué! No, papa, yo estaba muchachona, pero recuerdo esos días. Una vez andaba de salida con unas amigas, cuando en el cine Presidente pusieron de retroceso un camión militar, ¡comenzó la zozobra! Agarraron del pelo a unos amigos peludos, los macanearon, hoy son pelones, usted sabe, la edad, un cabito los hizo escupir sangre ese día porque se la tiraron de machitos.
—Bueno, aquellos que ponen las gallinas se dejan colgados en la posta principal.
—Mi Chevo cuenta que una vez un turquito Larach bramaba haciendo trole, sólo por su descendencia, se ensañaron en él. Pero sabe, lo peor es que a los árabes, hijos de ricos, de coroneles y generales ni porra que los agarrarán, sólo a los pobres, aquellos que nadie habla por ellos, ¡los desamparados!
—La fusión beneficiará la lucha contra el crimen, Ña Toribia, no se despeine por eso.
—Los que vienen a comer aquí dicen lo contrario, ¡ni les vaya a decir eso!, dicen que esa unión es retroceso, revivirá una época espantosa. Escuche, los policías serán sorprendidos, deberán ser obedientes y no deliberantes, el que se oponga a alguna orden superior, ¡pangán!, baja deshonrosa. Al policía se le permite defenderse, el militar pasa a calabozo en un abrir y cerrar de ojos. Oiga, con esa fusión cualquier chafarote va a hacer su operativo y siempre y cuando esté candela no habrá problema. Cualquier oficial podrá ingresar a las postas policiales, poner firmes a los polis y ordenar sus santos deseos, ¡será la madre del abuso! ¡Los narcos caminarán libremente por Honduras! Oiga esta otra aberración, creer que la tal Policía Militar es para combatir el crimen común.
—Ahí sí tienen razón, un policía no se improvisa, es un estudio bajo otros sistemas de aprendizaje, de otras disciplinas y ciencias.
—Al menos eso mantiene ocupado a mi bueno para nada de Chevo —dice, tocando las bolsas de su delantal en busca de monedas—, para que no ande callejeando, para arriba y para abajo. ¿Ha notado que desde que hicieron ciertos cambios en esa inseguridad ya no hay tanto problema en las calles de Tegucigalpa y San Pedro Sula?, ¡aquellas bullarangas, sirenas! Ahora todo tranquilo, ya no golpean carros y personas al paso de motos y carros en desbandada, ¡desenfrenados! ¿Sabe qué otra época se puede revivir?
—No, cuénteme. Pero también narre lo que dicen sobre los puentes.
—Los jefes militares reclutarán al novio de quien estén enamorados de ojos, para matarlo a trole, o al enemigo de equis empresario que les pague. Y de los puentes varios que han viajado a la capital, exponen que ese problema no es de la constructora, es del autor de los diseños, pero como tienen que dejar una tajada grande, de buen porcentaje, al final hacen esos remedos de diseños, ¡viera esos puentecitos de Tegucigalpa a Comayagua, ¡miedo da pasar debajo de ellos! Ni han inaugurado esa carretera y ya tiene cráteres, de ahí puede sacar más piedra el lunático vendedor ministro, para transar en el extranjero.
—¿Y para usted, doña Toribia, cuál ha sido el mayor aporte de los últimos tiempos en la segurité hondureña?
—¡Uyy, cosas para pasar a la historia!, por ejemplo esos conos que se ven a lo largo de las carreteras, verduscos, y los chalecos que llevan policías, ¡eso ha sido monumental!
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