martes, 3 de mayo de 2011

Salvador Nasralla : opción independiente

Por : Mario Berríos
De cara el siguiente proceso eleccionario del país, mucha gente ha tomado a chiste el lanzamiento de Salvador Nasralla como futuro candidato independiente. Antes un distinguido amigo, el escritor César Indiano, también anunció el mismo propósito, incluso con un proyecto escrito que ya circula por el espacio virtual. Los que se han mofado con esa noticia del comunicador social, seguramente lo han hecho porque parece mentira que por fin otros puedan intentar esa hombrada, no porque duden de la capacidad. En realidad la mayor parte de la población se muestra ansiosa de ver nuevos rostros

 y de que, caras tradicionales, por fin desaparezcan, muchos de ellos nefastos en la administración pública, por ello apostamos a la aparición de nuevas opciones en los partidos tradicionales (no a los juega manos de siempre) o, en el mejor de los casos, a candidatos y movimientos independientes.

Con las excepciones o causales de inhabilitaciones que la ley manda, tienen la posibilidad de postularse como candidatos todos los ciudadanos en el ejercicio y pleno goce de sus derechos, Nasralla es uno de ellos. Por supuesto las trabas serán miles, en particular cuando el candidato es idóneo, ¿por qué?, simplemente porque significará grave amenaza para los politiqueros tradicionales y los sistemas de mafia interna, por lo que, no dudo, será blanco de constantes ataques, en especial por aquellos que palpitan por otras opciones, de izquierda o derecha, rojo o azul.

El anuncio de Nasralla se regó como pólvora, despertó el interés de miles y encendió la mecha en tres vías, una, para que los partidos tradicionales corran a remozar sus políticas y cuadros, dos, para que otros ciudadanos, de reconocida honorabilidad y amplia popularidad también agarren valor, y tres, para que de una vez en otras camarillas políticas dejen de lado a personajes que se creen dueños de partidos y movimientos, es decir, que haya una sacudida donde se desgaje fruto podrido y que el beneficiado sea el pueblo. Si bien es cierto no es lo mismo chirotear en “chiringos”, como han expresado algunos coterráneos, un ciudadano como Salvador Nasralla puede significar no sólo una posibilidad de gobernar de manera distinta o bajo otros esquemas, si no de que, en última instancia, se le quite cuotas de poder a los que ya aburren, de restarles espacio, pues, según se desprende —a la distancia— una sencilla lectura de sus actos, es alérgico a los corruptos, indicativo de que podría rodearse y gobernar con otro tipo de personas.

A la gente no le interesa tanto si una nueva cara es genial o carismática, simplemente desea poner sus ojos en otra posibilidad, diferente, con un discurso distinto al ya trillado entre izquierda y derecha, con 100 años de proferir exactamente el mismo palabreo, por ello no dudo de que filas de compatriotas se anoten con el reconocido comunicador social. Tan pronto como anunció su pretensión, sin encuestas pagadas él saltó a la punta, por encima de “líderes” conocidos. Chistes por Internet, celular, redes sociales y de boca en boca, no se hicieron esperar, y en oficinas, los compatriotas debatían el tema. En su momento le expresé a varias colegas, con quienes discutimos el asunto en franca armonía, mi estimado amigo desde la universidad Gamal Saleh Rumman Urquiza, Marlene de Rumman, Martha Chinchilla y Darlan Nolasco, “me alegra que surjan opciones políticas, aclámese Indiano, Nasralla, Resistencia, Yani, Xiomara, caras nuevas, en todo caso, y si surge otra, bienvenida sea”.

El principal desaliento, hasta el momento, ha sido la desconfianza en una persona que no ha ejercido cargos, no es para menos, sabemos que el arte de gobernar es diferente a lo que cualquier candidato emergente haya practicado en su vida, pero es inexcusable entender que la vida es de retos, de posibilidades y opciones. Bastante acostumbrados a ver las mismas caras, pensamos que otras son incapaces o serían un desastre. Hemos visto cómo, desde jóvenes, ciertos políticos han bregado en ese camino, eso nos induce a pensar que sólo con cierto recorrido se puede llegar a la primera silla, lo cual es una falsedad. A estas alturas, en vez de pensar si alguien es capaz o no, deberíamos preocuparnos por saber si en serio el aspirante se está preparando para la contienda, sus planes para el futuro social y político, y no en buscar cojeras para descalificar, en ponerle su equis al comentarista deportivo. Por supuesto a la sociedad le asiste el derecho de escrutar a sus futuros dirigentes, pero con el fin de saber seleccionar, de darse cuenta a tiempo de la perspectiva de un aspirante, para no caer en el embrujo y luego, con el tiempo, frustrarnos al saber que incurrimos al sumar otro fracaso colectivo.

Necesitamos políticos no comprometidos con membrecías económicas, con los reconocidos corruptos de los “azos”, alguien a quien no le importe lo que diga la comunidad internacional sobre temas que competen a los hondureños, personas que no se “acuesten” con otros gobiernos por interés, porque eso nos convierte en su dama de ocasión. Alguien capaz de componer un competente equipo de trabajo, de implementar un plan alejado de los mismos males.

En las actuales circunstancias, cuando los partidos tradicionales —de momento— escasas garantías ofrecen, la opción independiente representa una candidatura viable de poder, la esperanza renovadora de un cambio y la vuelta a la página para no ver a las mismas figuras, las detractoras, arribistas, borrachas, drogadictas, amenazantes, caóticas y mezquinas de siempre. Por ello, cambiar las estructuras actuales es un reto importante para la sociedad, de una vez quedarían fuera una larga lista de agitadores y anarquistas, así como radicales, demagogos, derrocha billetes del erario y corruptos.
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