sábado, 9 de abril de 2011

Martirio garífuna y pocos tambores

Por:Mario Berríos
Hasta la mesa de discusiones de la SIFILOSOS, Sociedad de Intelectuales y Filósofos Sampedranos, reunida comúnmente en Diegos Place, ha llegado el tema de los garínagus y su ansiado viaje a la capital para presentar el cacaraqueado espectáculo de los 214 garaon. Yo traigo a plática mi conversación con la negra Tomasa, a quien todos los días le compro pan de coco. “¡Buiti Achuluruni!, saludó ella cuando la vi al regresar de su viaje.

Oiga bien el martirio que nos hicieron pasar, me explicó rápidamente. Primero nos tuvieran presos en unos tres pelos de nance buses “ñarecos” que contrataron, desveladas de un día para otro, engañados ahí por donde usted se reúne con esos que bañarse en pila de gífiti”. Pero comita, como la llamo yo, quizá es que estaban dramatizando el tiempo de la esclavitud negra, algún video para mostrar el martirio que vivieron sus antepasados, usted debe saber que valen mucho en Alemania, Suecia, también en la presi los venden bien, de paso el presupuesto para mover eso ha de ser de unos cinco mil lempiras.

Tomasa, con su paila plástica roja en la cabeza, sobre su trapo enrollado, sonríe, “ajá, como no chon, como decir ese zapatero de esquina, ¡cinco mil pesos!, ese comida que darnos en Tegus valer un centavos”. ¿Y eso Tomasa?, le pregunté intrigado. “Perame bajar paila y yo contar: Llegar con ojos pelados Tegus. Allá una negra loca decir que nosotros, los de marcha, ser de la necestencia, ¡no!, nosotros ir por ver y tocar tambores no por cosas de políticos marrulleros”. ¿Y no se dieron cuenta de la tapada? “Yo presentía desde que escuchar cosas, como el rumor del mar, pero dentro del cayuco en medio de la nada poco poder hacer, tú sabe, adentro no te puedes mover mucho. Fue desconsolador, fui —igual que otro montón de negros— para conmemorar la llegada del garífunas a Honduras, a escuchar el “tumbido” y presenciar los 214 tambores, prometidos en una reunión con el alcalde de Cortés y representantes de las alcaldías del departamento, también propuestos en las comunidades garífunas de Bajamar, Masca, Puerto Cortés, Tulián, Choloma, La Lima, Travesía, San Pedro Sula. El ministro eses que sólo bailar sabe nos engañó con otra gente”. ¿Y cuántos tambores reunieron, ¡imagino que tronaba Tegus!? “Mal imaginas, mejor compra más pan de coco para mejorar memoria, también te puedo vender leche de coco, es buena para… tú sabes… Ni 30 garaon vi ahí, es que un montón estaban sólo celebrando y cobrando el gasolina en Presidencial para que buses no quedar a medio palo”.

Tomasa finalmente bajó el canasto y se olvidó de vender porque, con otros colegas, le hicimos rueda bajo el compromiso de comprarle todo el pan, leche y dulce de coco, negro, negrito como ella, de ese negro hermoso, reluciente. A ratos sus blancos dientes y su lengua rosada no paraban de adornar su rostro ovalado y sudoroso.

“Oye, escucha esto que contar Tomasa porque yo no mentir. Cambiaron mil veces los horarios de salida, nada sabía esa gente, nunca nos daban el lugar donde nos reuniríamos, como magia negra aquello, pero de negro, no negra. Primero decían, en el estadio, después que no, tenían locos a los conductores del buses. Llegamos al estadio, no había nada, después avisaron que en el instituto central era la reunión. Allá nos tenían listo una burrita de a cinco centavos, ¿por qué no nos dijeron eso antes?, yo mejor hubiera comprado en restaurante de capital, tú sabes mi negro, negra Tomasa trabajar y sudar, pero tener dinero cuando viaja, no ocupa de otros negros que querer uno dar besos. Además, mi familia no desciende de aquí, aquí donde me ves descendemos de alemanes, por eso no me reúno muchos con estos “chorriados” de aquí. Del Central salimos para Universidad Pedagógica, ¡bonita!, ahí me quisieron poner en mancuerna con esos del necestencia, pero tú sabes que negra Tomasa no revivir tiempos de 214 años, no mezclarse con nadie. A todo esto a puro caite, papa, así caminando pasamos por el presidencial, de ahí, de nuevo a caite, hasta una cuadra antes de llegar al Congreso”.

Pucha, comita, me entrometo, o sea que de tanto caminar llevaban brotados los ojos. “Sí, mi negro, dicen que tú tiene de negro también, todos los de Olanchito tener de negro”. Algún ramalazo he de tener, Tomasa. “Pues te digo, al llegar al Congreso estaba lleno de chafarotes, porque les anunciaron que íbamos a incendiar Congreso. ¡Qué íbamos a meter leña!, ese no es fogón, nosotros no estudiar mucho, pero no ser papos. Iban niños a pie, niños en brazo, niños en nuca, niños en cabeza; ancianos con bordón, en silla de ruedas. Aquí te digo algo, necestencia no pelea por el pueblo garífuna, el garínagú tiene que luchar por sus propios intereses, por sus necesidades, como lo ha hecho antes, eso lo sabemos. Decía una voz que salía de aparato raro que sonaba fuerte, como cuerno, “¡Señores, siempre hemos sido resistentes!” ¿Cómo?, diga yo, ¿dónde venir a meterse Tomasa? Nosotros luchar por mantener nuestra tradición casi intacta, nuestro idioma, que si nos descuidamos algunas de nuestras costumbres las perderemos por influencias no tradicionales. Otra cosa, oye esto, he leído que nunca fuimos esclavos, ¿si nacimos de una mezcla de indios caribes con africanos, eso nos hace esclavos? Honduras no fue quien nos desterró, al contrario, Honduras nos recibió, hace 214 años, y cuando lees las entrevistas que los medios hacen a algunos miembros de la comunidad, para hablar sobre la historia garífuna, dan información confusa, controversial, el periodista escribe lo que le dice el entrevistado. Nosotros luchar con dignidad, siempre fuimos guerreros y no hemos tenido que quemar llantas o destruir la propiedad privada, manchar las paredes, insultar a quienes no piensan como nosotros, faltarle el respeto a la iglesia. Podemos exigir al gobierno, estamos en nuestro derecho, pero no siempre tenemos que depender de él. Ya me voy, gracias por comprarme todo, digo algo de último, líderes engañan a nuestro pueblo, a beber vino en presidencial fueron ellos, no les vimos el cacho por ningún lado ni escuchamos su caracol por ninguna esquina.
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