Por : Mario Berrios
Nació durante el gobierno de Juan Manuel Gálvez, en 1950, luego hizo la primaria en la Escuela Alvaro Contreras de Tegucigalpa, donde encantaba con sus primeros pasos en la música, estudió la secundaria en Long Island, New York, y la universitaria en Fiorello Laguardia, New York. Pero su pasión era la aeronáutica, ¡volar!, elevarse hacia el cielo y hacer piruetas en el aire, sentir que la adrenalina se apoderaba de él. En la persecución de ese sueño se adiestró en pilotaje de aviones y helicópteros, en New Jersey.
Jaime, quien se considera millonario, en amistades, combina sus actividades empresariales con la cátedra universitaria, pero, sobre todo, resiste al tiempo con una guitarra en la mano, sobre un teclado o con el micrófono, cantándole a quienes —durante los fines de semana o en eventos privados— gustan de sus presentaciones musicales. En sus inicios cantó en el grupo Los Desafinados, de Comayagüela, después fundó los Teddy Boys, de ahí Los Platinos. Por estos tiempos, cuenta Jaime ( jamarti53@yahoo.com)Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ), su padre, español, lo puso a escoger uno de dos caminos, el estudio y el hogar, o la música y la calle, ¡tomó la segunda opción! A partir de ahí se lanzó al estrellato musical con el paracaídas de un préstamo personal, otorgado por sus hermanos Jesús y Andrés. Con esa palmadita compró equipo sofisticado, para la época, y así fundó Los Teen Star. Ese conjunto me dio todo, suele decir el piloto y cantante, desde aplausos y reconocimiento, hasta independencia económica, de paso amores, un amor, un sueño, ahí sus ojos se enjugan con el recuerdo, Tiffany, un espasmo en su garganta lo dice todo.
La canción “Esta tarde será” vendió más discos que cualquier otro en su momento, luego vinieron otros. Fue debido a esos éxitos, me comenta Jaime, que tuvo la oportunidad de alternar con artistas como José Alfredo Jiménez, Amalia Mendoza, Los Dinners, Moonights, Aragón y Pérez Prado, entre otros. Como lleva en su sangre algo de gitano, se trasladó y vivió en España, desde donde, con su guitarra a la espalda, organizaba largas travesías por toda Europa, encantando con su música, entreteniendo —a turistas y locales— en bares, esquinas, aeropuertos y trenes, así pasaba por grandes ciudades y por pequeños poblados.
Radicado en la ciudad caliente, por todo, exuberante calor y alta tasa criminal, consolidó su amistad con otros importantes de la música catracha, Julián Reyes, Ismael Cubías, Alfredo Dubón, Nelson Chinchilla, Alfonso Flores, Oscar Galindo, Adán Rivera y Gustavo Erazo, por decir algunos, so pena de que la memoria me falle, agrega. Lleva 35 años como docente en la universidad pública, en el departamento de Lenguas Extranjeras, y en centros privados donde ha impartido clases de guitarra. Vaya, le he dicho en algún momento, sí te has tomado en serio lo de combinar el canto con la navegación de aviones.
Explica Jaime que, como miembro del Aeroclub, ha participado activamente —durante emergencias nacionales— en el acarreo de víveres y medicinas para damnificados, también en el traslado de heridos y muertos. Jamás olvida los momentos cuando ha pilotado bajo intensa lluvia, con fuerte viento en contra y, peor, un día que en esas condiciones pilotaba una avioneta con un muerto a su lado, tambaleándose conforme a la inclemencia del tiempo. Estaba en la Mosquitia cuando recibió la orden de trasladar varios cuerpos hacia San Pedro Sula. Se trataba de 3 buzos, ahogados mientras colectaban langostas en un banco de pesca lejos de Puerto Lempira. Inmovilizó los cuerpos fláccidos, todavía, en las butacas disponibles, incluyendo la del copiloto. Al cadáver que iba a su lado no pudo amarrarle la cabeza. Debido al Norte que azotaba la zona misquita, tuvo que volar a puro instrumento, es decir, guiado únicamente por los controles de su tablero, ya que no lograba observar tierra, únicamente nubarrones, lluvia, rayos, muertos a su alrededor y el ruido amenazador de los motores del aparato aéreo. Debido a la intensa turbulencia, el cadáver de su lado se inclinaba hacia Jaime, cualquiera diría que “me besaba”, explica el cantante y compositor, entonces al cantarle se enderezaba, la música tranquiliza hasta a los muertos.
Pero igualmente hay otra anécdota inolvidable para el autor de Esta tarde será. Un día, viajando siempre de la Mosquitia, recibió la orden de aterrizar en Sinaloa, Colón, pues debía trasladar dos cadáveres. Fue una extraña coincidencia, recuerda, dos sargentos que llevaban Antonio por segundo nombre, se habían perforado a tiros en un enfrentamiento, uno era de Tegucigalpa y el otro de San Pedro Sula. Como en la avioneta únicamente cabía un féretro, primero trasladó el de mayor distancia, Tegucigalpa, después al de la capital industrial, además, era su punto final, lo cual le ahorraba medios y tiempo. Cuando entregó el primer cajón, en Tegucigalpa, los familiares inmediatamente descubrieron que les estaban dando gato por liebre, vieron al otro Antonio, “¡este es el maldito que mató a José Antonio!”, gritaban los deudos. Sin hallar dónde meter su cabeza, cerró la tapa del ataúd y lo cargó nuevamente, despegó y mantuvo potencia hasta llegar a Sinaloa, donde todavía no habían confirmado la equivocación. ¡De nuevo para la capital y otra vez hacia Colón! Cuando se acercó al aeropuerto sampedrano, las luces de la pista ya estaban apagadas. De la torre de control le autorizaron luego de conocer su historia, quizá asimismo después de cantarle al difunto que traía.
Hace unos cinco años pedí autorización al distinguido cantante de la ciudad para utilizar una de sus canciones como tema en mi página de Internet, Esta tarde será, con la cual sin duda fueron concebidos muchos compatriotas, ¡bonitos!, hechos con amor y pasión. Con el tiempo, pasando de encuentros ocasionales a la amistad sincera, supe de su paso por la vida, anécdotas, logros, se trata del popular cantante nacional Jaime Martínez ( jamarti53@yahoo.comEsta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ).