miércoles, 13 de abril de 2011

Felicidades amigos garifunas

Por: Mario Berrios
Garínagu, raza de sol y arena, pies rápidos y brazos fuertes, en la pupila de sus ojos se refugia el naufragio de sus ancestros, jirones ingleses, españoles y franceses, la esfinge de Sátuye, el puerto de Bequia y la belleza salvadora de Port Royal. Sí, a través de sus ojos se otea el mar calmo y esplendoroso, la vida emergiendo desde sus entrañas, el pescado, la sal, el rumor interminable y adormecido dentro del caracol.

De sus pies brota el salto, la musaraña alegre y enternecida, de su boca el canto, a veces convertido en lamento, de sus manos la machuca, el kasabe. Y de su alma, la añoranza de los colores, las costumbres en su memoria, el bruno perpetuo, tatuaje armónico y sublime de su piel. ***

Creo que no habrá mejor ocasión, para mostrar nuestro respeto, admiración y amistad a los garífunas, que el presente mes, cuando celebramos —con varios amigos garífunas— el Mes de la Herencia Africana en Honduras, con el Año Internacional de los Afrodescendientes y 214 años de su permanencia en Honduras, a cumplirse este 12 de abril. Desde mi niñez me he codeado con esta raza leal y trabajadora, quizá por ello tengo tantos amigos, como Palic Castillo, Pastor Martínez, Urko Castillo, Rudy Pinepak y Geovanni Ávila, con quienes en su momento nos divertimos tocando la número 5 y marcando y celebrando goles; hoy con el popular dirigente Marco Tulio Diego y su honorable e infatigable familia, entre ellos Melvin y Jaime, quien no habla ni escucha, pero en sus genuflexiones, vitales y artísticas, nos deja la franqueza de sus expresiones amistosas y sinceras.

Estos días he sido testigo del incansable aporte de Diego para lograr culminar con éxito la ansiada celebración. Él, de su bolsa, sin ser un potentado, simplemente un luchador que posee un pequeño restaurante, apoyado únicamente por Humberto Castillo, se las ha ingeniado para comprar y dotar a sus paisanos, descendientes de las etnias africanas —Efik, Ibo, Fons, Ashanti, Yoruba y Congo—, de todo tipo de materiales: tambores, tortugas, maracas; para desarrollar una serie de eventos, desde marcha de garaon en la capital, hasta foros en diversas ciudades, homenajes, marchas cívicas, festivales gastronómicos, fiestas del recuerdo, ferias de salud, misas garínagu, actividades musicales, teatro, pintura, literatura, conferencias sobre remesas familiares, salud, educación, medio ambiente, gobernabilidad y democracia, ballet y desfiles.

En la secuencia de actividades en las que han involucrado no menos de 45 comunidades, Bajamar se ha convertido en el bastión más importante —han llegado funcionarios del gobierno, delegaciones garífunas de Livingston, Guatemala, Punta Gorda y Stand Creek de Belice—, quizá porque allí radica la familia de mi estimado amigo Marco Tulio Diego, mejor dicho, su madre, una experta danzarina que endulza tardes y noches con su gracia morena, paños en la cabeza, ojos grandes, grandes y expresivos, vestidos coloridos, pies descalzos, inquietos y rítmicos al escuchar, por ejemplo, un Yuremein, canción alegre de evocaciones y lamentos para dar la Buiti Achuluruni a sus ancestros, a quienes frecuentemente hacen reverencia.

Garífunas también le han dado gloria a nuestro país, en el deporte rey, música y, recientemente, en el boxeo. En el fútbol brillaron en el firmamento mundial Jimmy “socio” James Bailey, Julio César “tile” Arzú, Antony “torre de ébano” Costly, de ahí paremos, porque también han jugado otros, pero se apagaron al cruzar fugazmente por los cielos. En la música un miskito nos ha representado dignamente, Aurelio Martínez, a quien siempre agradezco haberme regalado su colección musical en Cd. En el presente amenaza con darnos gloria un aguerrido del deporte de las narices chatas y orejas rojas, Miguel “El Muñeco” González.

Ojalá estas actividades les sirvan a la distinguida comunidad garífuna para afianzar sus interesantes costumbres, llena de ritos misteriosos y encantadores, reflexionar sobre su lengua, seductora al oído, las fascinantes danzas, el amor y orgullo por el color de su piel morena. Sobre todo me agradaría saber de actividades para impulsar a su gente en crecimiento socio-económico, desde la posesión legal de su tierra, hasta las posibles formas de ganarse la vida. ¿Cómo no admirar a una raza que no le da dolores de cabeza a la sociedad? Rara vez he visto que los garínagu se involucren en actividades criminales, de esa forma colaboran en la paz social. Pero algo he admirado en ellos, al menos en mis amigos, su nobleza, espíritu de trabajo y humildad. ***

En la magnificencia de su secretismo religioso, costumbres ancestrales y magia, hoy sus antepasados vendrán también a compartir con ellos. Bisabuelos, abuelos, padres, madres e hijos muertos, descenderán para reclamar parte de la emoción en las festividades, reencarnados en el alma de los retoños, nacidos en los nuevos ramales de sangre. En un rito que evoca el día de muertos, los familiares deberán colocar alimento en las esquinas de sus casas, quemar inciensos, hacer cruces con ramas de coco, beber, sí, mucho, para alimentar los espíritus que rondan en sus mentes, que luego broten entre la algarabía suscitada en el seno de las familias. Y bailar y cantar al ritmo de un garaon segunda, en un ritmo de una y dos palmadas, aletargadas y tristes.
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