jueves, 24 de marzo de 2011

La Rosa Amarilla

Por: Mario Berrios
A finales del año pasado, cuando tuve el honor de abrir la presentación literaria de Antonieta Máximo, en New York, EUA, relajados, después del brindis, logramos conocer a muchos autores latinos que se hicieron presentes para acuerpar el evento, entre ellos el autor cubano Armando Muñoz, con quien departimos amenamente, pues, como se sabe, los cubanos son especiales en el trato. En esa ocasión Armando me habló de su próximo proyecto, hoy realidad.


Hace pocas semanas, vía correo, recibí aquel hermoso libro que en su momento me presentara aquella noche, honor que me hizo un autor de grandes quilates al desplegar, ante mis ojos, su “La Rosa Amarilla”, un precioso —y bien escrito— poemario compuesto de 16 poemas, todos franqueados por una rosa amarilla y pinturas de reconocidos autores cubanos. El libro en sí es una verdadera obra de arte, por el papel, el colorido, las hermosas rosas amarillas en cada solapa, como si cada verso reposara en ellas, o como si en cada rosa muriera un beso, un amor, un sueño. Armando nos entrega su talento poético y, en él, también la tragedia cubana: Su Marianao (un barrio que conozco y me identifico plenamente), la mujer, la guitarra, el piano, la nostalgia de la partida, su amor deshojado, los sueños, su propia desventura.

Armando Muñoz dice que nació poco más de cuatrocientos días antes de que la historia de Cuba y América cambiara. Experimentó el socialista cubano y no guarda esos recuerdos de antes, pero tiene muy claros cada momento vivido en el proceso revolucionario, todos los experimentos con la juventud, la separación y la ruptura de las familias, la negación de la religión, el miedo a que los padres, hermanos, esposas y amigos fueran parte del aparato represivo. No participó en las guerras imperialistas de conquistas en África, no fue un soldado del “imperio de los mendigos”, tampoco formó parte de las guerrillas que proliferaron por todo el continente en apoyo a los movimientos de izquierda que surgían, financiados por la revolución cubana en América o cualquier sitio del mundo.

Pudo ser un niño Peter Pan. En los sucesos de la embajada del Perú vivía los difíciles días de soldado. Pudo salir a México en 1983; cuando el maleconazo en el 1994 y posterior éxodo de los balseros, pero temió que fuera una locura, además del miedo de arriesgar a mi familia en tal aventura; a Italia en 1996; a España en 1998, nuevamente a México en el 2002, pero algo siempre le falló. A veces piensa cómo sería su vida si lo hubiera logrado antes, ¡no le tocaba! Esperó tanto, que casi ya lo olvidaba cuando, en abril del año 2006, finalmente salió de Cuba con su familia.

Es uno más de los tantos que un día salió de su país con un mínimo equipaje, pero con una inmensa maleta llena de sueños, aspiraciones y deseos de cambiar. ¿Lo ha logrado? Sí, primero, es libre, me cuenta, como nunca antes imaginó se podía ser libre, ha crecido como persona, se ha redescubierto como hombre, hoy tiene más sueños que al salir. Mantiene sus recuerdos y vivencias, en mucho de ellos hay un nudo en la garganta, una lágrima rebelde que escapa sin permiso; son partes de los duros días que vivió en su natal Cuba: la monarquía socialista que vive hoy en esa nación, las prisiones, las desapariciones, la mentira, el engañó al mundo que aún cree en las bondades de una revolución que se anunció como la más justa e igualitaria del mundo y terminó siendo sangrienta y dictatorial.

Piensa en ese legado revolucionario, como jinetes del Apocalipsis que sólo han dejado como recuerdos de su paso las guerras entre hermanos, la muertes por diferencias de ideas, por no complacer al emperador o para alimentar a los tiburones del estrecho de la Florida, el hambre, la penuria, las necesidades, las enfermedades que regresan cada día al sitio que antes se proclamaba una potencia médica. Armando Muñoz escribe por necesidad, cada dia la conexión cerebro-dedos no interrumpe el proceso. Al sol de hoy tiene registradas en la oficina de derechos de autores de Colombia 5 obras, para citar un ejemplo.

También tiene en cartera una novela de ficción que narra las vivencias de una mujer madura en el mundo de la prostitución o jineteras, como son llamadas en la isla. Esta mujer, me escribe Armando, a través de su relación con un rico comerciante español —con negocios y amistades con la familia de Fidel Castro—, descubre los entretelones, los beneficios y privilegios que disfrutan los hijos y allegados. Desde que se conocen en Cuba, sus paseos por sitios exclusivos, su partida a España, la llegada a Madrid, la vida en Palma de Mallorca, el rompimiento de él con el régimen, el final de la relación y su final llegada a Miami, la ciudad más cubana fuera de Cuba.
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