martes, 15 de marzo de 2011

Casa de Oro por : Mario Berrios

Llegó tarde, me dice don Chevo, el sirve para nada de Ña Toribia, ya las ollas están embrocadas y que no quedó ni un pastelito. Pero la vieja le tiene el último chambre, ese usted no se lo huele ni por cerca. Me alega Ña Toribia, al aparecerse, que la tal casa esa de Río Piedras (donde, por recomendación, mano y plan millonario de un diputaditito), es de oro. ¡Quién diría que aquí, en San Pedro Sula, tendríamos una casa de ese calibre!, comenta ella, sonriente, ajustando su delantal.

—¡De oro! No, usted anda más perdida que una cabra en ladera. Esa es una casa normal —le explico en defensa de ese proyecto—. Es rentada a buen precio, apoyarán al pueblo, a los necesitados, a los ciudadanos de la Costa Norte.
—¡Uyy!, tráguese usted si quiere ese cuento, pero dicen que esa casa es de oro. Que hace tiempo por ahí pasó y vivió Indiana Jones, el de una película, y que se pretende recuperar un tesoro escondido. Yo quisiera conocerla, dicen que es una chulada, expresa, haciendo de sus dedos un puñito sobre los labios.

Le explico, según lo que yo sé, que es un bien inmueble cualquiera, bajo precio de la módica, baja, paupérrima, insignificante, pequeña e ínfima suma de 14,940 dólares mensuales, para totalizar 1 millón mensual, incluyendo renta, vigilancia, papelería, agua, energía eléctrica, aires acondicionados, aseadores y servicios públicos, buen precio para nuestras finanzas, ya que son inagotables, ¡ni cosquillas le hace al presupuesto!, le insisto.

—Ehh, usted por pasar con esos de la asociación SIFILOSOS, con su gífiti en la lengua no se da cuenta que se trata de instalar una segunda municipalidad, paralela a la del Bruty, y un fuerte de operaciones para una campaña política, bajo el manto de segundo hogar del congreso. ¿Ya vio la jugada?
“¡No!”, respinga ahora don Chevo, “esa casa no es común, tiene forradas las paredes de biyuyo, adornada con oro por todos lados. El día de mañana con mi ladrillo que me den puedo sobrevivir por años. Usted como no tiene mucho colmillo no entiende, eso es una verdadera joya, es que en mi juventud yo fui joyero”.
—Yo no veo a Mandrake a la vista —le insisto—, lo único que sé es que del Gran Teatro Nacional tienen la intención de desarrollar diversos proyectos para beneficio del pueblo, de las mayorías.
—Esa paja nadie se la a creer aquí. Yo he vivido más años que usted, por eso le digo algo, ya me dijeron que es una oficina para administrar la campaña del desleal ese del Gran Teatro Nacional y de lanzar la candidatura del diputaditito en la Costa Norte, además de que en secreto ahí se están repartiendo las cosas de oro, eso es lo que nos tiene de cabeza.

—No, Ña Toribia, no se aviente con la primera que le cuenten.
—Escuche, usted no sabe de las antigüedades que hay dentro, las joyas, paredes repelladas con oro macizo. De oro también son los cortineros, las llaves, las llavines, los inodoros, lavamanos, pasadores, es que como ahí van a poner el sagrado cuerpo los futuros grandes actores.
—Yo ya le dije a esta mujer que la cubertería también es de oro —se entromete don Chevo—. Las lámparas tienen incrustaciones de diamante y otras piedras preciosas.

—Mm, pucha, al rato me convencen, Ña Toribia, don Chevo, tal vez yo ando perdido en eso.
—Sí, usted es muy tierno. Con sonrisas, un estrechón de mano o una llamadita lo pajean, a nosotros no, ya tenemos callos.

—Bueno, yo defiendo al diputaditito, al goverment del hombre de la sonrisa y al Bruty, como usted le dice, porque han pavimentado las principales carreteras y calles, yo las veo como nalga de india; han traído inversión y han dado trabajo empaleta; basura no se ve por ningún lado; en los hospitales hoy por hoy ya fueron abastecidos de medicinas, no es como antes, cuando entregaban a los recién nacidos envueltos en papel; tenemos buena educación; y los jubilados del Imprema tienen todo garantizado. Y eso de que una vez iban a meter preso al amigo y que lloraba, es mentira. No veo gato de angora encerrado.

Responde Ña Toribia, “no hay brinco, párele. ¿Ya oyó al hijo de ex presi español?, dice una gran verdá, no se ha cumplido con el mecanismo exigido por la ley”. Le respondo que, con la charla que me ha dado, no veo la burla al pueblo porque a mi juicio la casa vale el precio pactado, pues es de oro y el nudo está bien hecho. Lo único que sí me gustaría, distinguida pareja, de manera urgente, es que se pensara en la Ley del Consejo de la Congresitura, ente que administre el presupuesto del Congreso, nombre empleados y fiscalice lo administrativo, que a los congresistas únicamente les quede la facultad de promulgar leyes, de manera que no haya disputas en el seno acerca de nombramientos. Descontaminar la función legislativa de la de regalías, sobornos y derroche del erario sería genial.

Mm, soñando se va a quedar en la loma —me dijo Ña Toribia antes de despedirnos.
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