viernes, 11 de febrero de 2011

Legislador de los pobres por: Mario Berrios

Honorable Diputada Carmen Comadrina estaba inmensamente feliz, su proyecto de ley había sido aprobado como uno de los grandes logros del Congreso Nacional. La lucha fue ardua, peliaguda, esa odisea se había transformado en una verdadera trinchera de la conquista política, todo por lograr su anhelado sueño al presentar el plan ante la augusta cámara legislativa. Para ese ansiado logro contó con el apoyo del Diputado Pedro Ponguero, un hombre chaparro, despeinado, regordete, oriundo de la capital Quiero que la gente coma, que se nutra, que los niños nazcan más vitaminados, eso sería vital para la formación y educación del pueblo, no es algo para un barrio, ni para una colonia o ciudad, ¡es para el país! —y aquí ella repitió— , ¡para los pobres del país! Obviamente sé que no lo puedo presentar a la “zumba marumba” —bajó el tono de su voz—, por eso necesito que me ayude— confió Comadrina a su honorable compañero de cámara.
Sus ojos brillaron de esperanza al escuchar la respuesta de su nuevo amigo, a quien conoció en esas lides del amarre de proyectos exitosos en el Congreso Nacional.

Espere, honorable, el mejor momento para presentarlo —le expresó Ponguero, adoptando una voz grave, con su cuerpo en actitud doctoral—. Y no se asuste, eso es así, lleva un trámite, mejor socializarla, ¿usted me entiende?
Claro, honorable, le creo, sabe que por primera vez salgo electa por el soberano—los labios le temblaban debido a su inexperiencia como congresista.
Carmen Comadrina soñaba, se solazaba día y noche visitando a su experto en elaborar proyectos, a ver si él ya le tenía consolidado el borrador. Tampoco aceptó invitaciones esas fechas, estaba imbuida en el tema.

Pasados 15 días, Ponguero daba noticias a la congresista.

Le tengo dos buenas —interrumpió Ponguero al tenerla enfrente—. No me fue fácil convencer al Presidente. Aquí vamos a tener que negociar. Dice él que su proyecto se le da el trato adecuado y pasa en la augusta cámara, si le da el voto para destituir a la Corte Suprema, ¡quiere borrarla del mapa! Consienta y su proyecto pasará sin contratiempos. ¡Ahh!, no sólo eso, gana doble porque también le caerá su milloncito en la mano, aparte de eso no se esconda en la butaca, que el honorable Presidente mire que usted participa, y que está de acuerdo en todo lo que la bancada presenta, no llegue sólo a hablar por celular, mire que la puede mandar a un viajecito, pagarle un apartamento fino, esto sólo lo hace con los diputados que están con él… usted me entiende. ¡Ahh!, y eso no es nada, el Presidente del Ejecutivo, el mero-mero, la puede meter en la planilla de la presidencial, recuerde que hay que aprobar todo lo que él manda, sólo ahí son 30 mil. El hombre siempre le va a dar la palabra cuando usted la solicite, no la va a tener esperando como a los que no se han alineado, mire que tiene aspiraciones.
¿Y si no acepto?
Corre el riesgo de que su proyecto quede engavetado por 20 o 30 años… es más, el Secretario en el camino a su oficina lo rompe, no va a llegar pero ni a la secretaría, no digamos a la Comisión de dictamen, y si llega se lo diagnostican desfavorable… alíniese…

¡Uy!, no sabía. Démosle viento, honorable diputado, es que eso para mí es de currículo, que el país sepa que yo presenté ese proyecto, dele mi seguridad al Presidente, dígale que en la discusión me dé la palabra para tirarle “cumbos” a la moción esa contra la Corte Suprema, ¡tendrá mi voto!

Llegado el momento del debate usted debe mostrarse a favor. Y tiene que llamar la atención del Honorable Presidente, para que la considere, usted me entiende. Ahora que ya asegura su voto para destartalar esa Corte, el Presidente y el Secretario le darán inmediatez a su proyecto en la próxima sesión. ¡Oh-oh!, otra cosa, de paso le batearemos el anteproyecto al diputado liberal de Choluteca, porque al Presidente le conviene más uno de dragado de un río de El Progreso, además de que él recibirá su lonja también quedará como santo milagroso al darle beneficios a la municipalidad… piedra, arena, usted sabe, todo eso que muchos botan y miran con los pies es oro.

El día esperado, con toda solemnidad, como si no nada supieran, Presidente y Secretario le dieron cabida en el uso de la palabra a Comadrina para que expusiera su moción. Conferenció como nunca ante la augusta cámara e hizo una formidable. Habló de estadísticas que nadie entendía. ¿Cómo olvidar esa fecha de la discusión? Diputado Pedro Ponguero, asimismo, había estado magnífico, “a mi me parece extraordinario ese proyecto de la honorable Diputada Carmen Comadrina, el más beneficiado será el pueblo, los pobres, nosotros estamos aquí definitivamente, Señor Presidente, para ese fin, lo felicito por ese tipo de iniciativa, que es lo que necesita el país, ¡yo me pronuncio a favor del proyecto!”.

Extendida por horas la amplia discusión, y, luego de escuchar sus argumentos, Presidente y Secretario la rellenaron de paja, después le dieron el trámite correspondiente: ¡Tiene la palabra…! ¡Iniciamos el debate…! ¡Ahora la votación…! ¡Aprobado!

En uso de la palabra el honorable señor Secretario, se le escuchó decir: “Sabido es que corresponde a este Congreso Nacional apoyar este tipo de iniciativas de Ley, beneficiosas para la población en general y de esta forma fortalecer el Plan de Nación, POR TANTO, DECRÉTESE. Artículo 1: Asignar 5 millones anuales del presupuesto nacional a partir de este día, para pagar gastos protocolarios en la celebración de ¡EL DÍA NACIONAL DE LA TORTILLA!”.
(Adaptación del relato original en Cuentos de traviesos)
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