lunes, 29 de noviembre de 2010

Duda...

Por : Mario Berrios (Escritor)
A ella sólo le faltaba un libro para cumplir aquellos sueños pergeñados en La Lima, Cortés. Ha escrito obras de teatro, actuó en el tablado de New York, donde encantó a sus fans en la década de los ochenta; canta, ha grabado dos CDs; toca la guitarra y a saber qué más; jugó baloncesto en sus tiempos de colegiala en el Instituto San Vicente de Paúl, época en que fascinaba a los amantes (de ese deporte) al corretear con la anaranjada en sus manos, haciendo rebotes y mostrando sus encantos: Es Antonieta Máximo. Duda… (Editorial Pacura. SPS, Impresos Hernández, 2010), es el título de su poemario recién entregado, como bebé de tres días, a los lectores hondureños.

En veintisiete poemas, la escritora Antonieta Máximo entrega su alma desabrigada a los amantes de la frase corta y hermosa. El título del poemario sugiere temores entregados al amar, a la pasión desenfrenada y, por supuesto, a los latidos del corazón. ¿En qué lejanía quedó su amor?, ¿dónde? ¿Qué misterio encierra el amor de madre?, ¿o dónde quedan los temores pasados? Una mujer etérea, reflejando su figura en un espejo imaginario, ilustra la portada del libro (diagramación y maquetación de mi abuelo Luis García B.). No será extraño que, al leer Duda…, el lector (o la lectora) de presto juguetee entre sus propios recuerdos, para abrirse nuevamente a sus emociones más sentidas.

La autora atrapa en las páginas interiores, y con melancolía, el aliento del hijo, la pasión del amor fugitivo y el apetito por el personaje —secreto— que un día llegará. En “DESPIERTA, con los ojos penetrados en mi retrato”, comienza la “Duda… te vas, dejando en mí la duda, si debo o no pecar…”. Y finaliza la secuencia de sus versos con una:

ECUACIÓN
Te quiero a mitad de año, te desprecio en la otra mitad, pero más me gustas al sumar…”.

A la poetisa Antonieta Máximo la inspira el hombre, una flor, los sueños, su raza, los anhelos de mujer, ¡el deseo! En la contraportada del libro, escribí “¿Acaso aquí hay secretos y confesiones ocultas? Sí, porque ahí, en esa poesía, convive el dolor con la pasión, el miedo con el desenfreno y la carne con la carne…”.

La poesía de Antonieta se contrapone sutilmente al ligero formulismo académico y el razonamiento injurioso, pues con sus versos rompe el esquema tradicional de las normas literatas. Con sentimiento y habilidad —en su puño— corta el velo pernicioso para luego atrapar mariposas en su sedal, por eso nadie al leerla podrá aguijonear, al contrario, quedará sorprendido entre los aromas de su verso libre.

Conocí a Antonieta Máximo en la cabina de Radio San Pedro, Avenida New Orleans, con la grata compañía de dos excelentes amigos míos, los periodistas Joel Morales y Santos Gálvez. Esa vez disfruté la agradable conversación con ella, mientras la entrevistaba en un corto cultural, temerosos de que la gente nada supiera de Antonieta, pero las constantes llamadas me dieron la espina de que no era una desconocida en las artes y la cultura. Una interrogante marcó la entrevista: ¿Por qué no vives en New York? La respuesta estaba cargada de amor patrio. “Me gusta vivir acá y apoyar el talento nuestro, escritores, cantantes, teatristas…”.

Para ventura de ella, invitada por la comunidad hondureña en New York, el 3 de diciembre estará presentando su obra en la Gran Manzana, evento al que asistirán los poetas Alex Bardales y Sabas Wittaker, donde además actuará, en esa noche cultural, el cantante Juan Peña, para orlar el nacimiento de una nueva planta (literaria).
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