domingo, 5 de diciembre de 2010

Nocturno a los Cheles : por Luis E. Aguiluz

Pues bien, yo necesito
decirte que eres papo,
decirte que ni un sapo
se aplasta como tú;
que es mucho lo que río
y es mucho lo que gozo,
que yo disfruto tanto
al ver que eres baboso,
baboso que habla en nombre
de un pájaro burlón.

Yo quiero que tú sepas
que ahora en Costa Rica
Modesto hace billetes
a costa de tu deber;
que ya se mueren todas
las esperanzas tuyas…
Que si a elecciones llegas,
te paran las patrullas,
y no sabes ni dónde
te puedes esconder.

De noche, cuando sales
buscando tu movida,
y a otros cheles quieres
tus planes proponer;
caminas mucho, mucho…
Y al fin de la partida,
la torva Mancha Brava
te pega tu molida,
y vuelves con tus huesos
al mamo a padecer.

Comprende que la silla
jamás ha de ser tuya;
comprende que mandando
los cachos rebotando,
los cheles satisfechos,
y de todos los “majes”
Piporro como un Dios.

Figúrate qué hermosas
las horas, que se han ido;
qué dulce y bello el mando
con un partido así;
y tú soñabas eso
colorado atrevido;
y al delirar ahora
con el poder perdido,
le dices a Modesto:
por ti, no más por ti!

Bien sabe Dios que ese era
tu más tremendo sueño;
tu lucha, tu esperanza,
tu disco, tu canción;
no te has de ver jamás;
y veo que en tus locas
y delirantes bullas,
te dan tus culatazos,
te amarran con cabuyas,
y en vez de darte MENOS:
te montan mucho MAS!

A veces pienso en darte
la chamba preferida:
echarme al pico a Ubaldo
y hundir a Ricardón;
mas si todo es en vano
y tu causa es perdida
qué quieres tú, que yo haga,
chelito de mi vida?
Qué quieres tú, que yo haga
con tanta imposición?

Y luego que ya estaba
tu triunfo eleccionario,
los cachos ya rendidos
y Ubaldo en su corral;
bufando los rodistas,
muy triste el adversario;
siguiendo a la mañana
fusiles cavernarios,
te echaron a patadas
de la presidencial.

Qué dulce hubiera sido
vivir bajo aquel techo:
Modesto altivo siempre
con Napky el palancón;
tú siempre rebuscado,
tus tragos en el pecho,
bien sabe Dios que en nada
ponías ya tu empeño,
si no en ver a los cachos
quedar mordiendo el leño
y en la Casa de Piedra
al torvo Sandalión.

Esa era tu esperanza…
Mas ya que a la movida
Se opuso el verde-olivo
Que estaba atrás de “vos”;
Adiós por la vez última
Chelito sin mordida,
Tropel de los rodistas,
Colorados de huída,
Discípulos de Chángel,
Mi pajarito… adiós!

LUIS E. AGUILUZ
Olanchito, Yoro
La Tribuna Cultural 5 Diciembre, 2010
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