lunes, 6 de septiembre de 2010

Cambiemos... por: Luis Zavala

Cambiar de actitud, no es fácil. Es el comportamiento que tenemos frente a la vida.
Está manejada por lo que creemos, pensamos y sentimos, por nuestras costumbres y por todas las reglas que ha impuesto la sociedad y el estado.
Se dice que los mayores problemas que se presentan en las relaciones, es por nuestra conducta. Nos complicamos la vida y le echamos la culpa a otros.
Los seres humanos somos los únicos que estamos al mismo tiempo a favor y en contra nuestra. Sabemos lo que es malo y lo hacemos, sabemos lo que es bueno y no lo hacemos.
Los drogadictos por ejemplo, saben que la droga es mala, que les daña su organismo, su vida social, familiar económica… y la usan. De las bebidas alcohólicas sabemos sus efectos desastrosos, hasta muertes ocurren por causa de ello y aún así, las ingerimos.
Nuestro mal carácter nos obliga a cometer barbaridades, por nada nos enojamos, por la mínima cosa peleamos. Las grandes consecuencias las sufre la familia y sobre todo el cónyuge.
Lo preocupante del caso es creer que hacemos bien con dañar a otros, que es parte de la calidad de hombre o mujer. No reparamos en el mal que nos ocasiona.
El cambio de actitud, exige una gran fuerza de voluntad, un espíritu de lucha por ser mejores y, prepararse para combatir lo que me hace caer en error.
Lo primero que tenemos que hacer, es informarnos de nuestros graves problemas de actitud. En este momento, puedo informarles que en un 95% he superado los desafíos que tenía con los choferes de los otros carros que me encontraba en la noche con la luz alta. Me molestaba enormemente que cuando les bajaba la luz, ellos no respondieran de la misma manera. Al no más cruzarse los carros, les decía hasta de lo que se iban a morir. Los únicos que oían mi bravura eran los acompañantes míos. El chofer del otro carro ni se enteraba. Por demás está decir que el viaje era amargado. Un día decidí ser un hombre manso y no protestarle a ningún chofer que no bajara la luz. Cuando viene un carro, bajo la luz de una vez y me esfuerzo por ser el primero en hacerlo. Algunas veces tengo respuestas positivas y la mayoría de las veces no. Sin embargo, ya no me enojo y más bien me alegro de poder controlar aquellas emociones. Al fin de cuentas qué ganaba con enojarme, nada, simplemente nada.
Pasado el tiempo, analicé mi conducta pasiva frente a los otros choferes que no respondían al llamado. Pensando en Jesucristo, me acordé que él dice: PEDID Y SE OS DARA. Entonces dije: yo debo ser manso pero no menso, cuando vengan los carros en la noche, voy hacerles señal de bajar la luz. Si al primer llamado no la bajan, le hago otro y un tercero en forma prudente. Esto es pedir y pedir con respeto. Si finalmente no atienden, no importa, yo hice lo mío y me siento bien. Así, tuve mejores repuestas.
Quiero decirles que luché contra ese detalle y he logrado mucho. La invitación que les hago, es que pensemos en la actitud negativa que tenemos y que tratemos de cambiarla. ¿Le molesta que los demás no hagan las cosas a su paso y sí al de ellos?, es hora que empiece a calmarse, comprender y ayudar a los demás.
Cambiemos señores ¿sabemos de dónde cojeamos? hagamos el esfuerzo: ¿es penoso?, ¿colérico?, ¿imprudente?, ¿cree que sólo usted tiene la verdad?, ¿le gusta gritar a los demás?, ¿es soberbio?, ¿es haragán?, ¿no ayuda en la casa?, ¿maltrata a su cónyuge y a los hijos? Si cambiamos la vida nos depara muchas bondades, una vida en paz y armonía…
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