viernes, 23 de abril de 2010

La carretera central y Miguel Rodrigo Pastor

Por :(JUAN RAMON MARTINEZ) Diario Tiempo 23 de Abril de 2010

Desde hace muchos años, le guardo especial admiración a Miguel Pastor. Su energía particular, la dedicación y el entusiasmo que le pone a la realización de sus tareas, no es común entre nosotros. Además, es el más abierto entre los jóvenes nacionalistas, en la defensa de la libertad, la propiedad y la no intervención del gobierno, más allá de lo que ordena el sentido común y permiten los derechos de los ciudadanos. Como efecto de las tareas que efectuó en forma pública en lo referido a la formación de opinión pública, Pastor siempre ha mantenido periódicos contactos conmigo, dispuesto a escuchar mis opiniones y a transmitirme sus impresiones sobre lo que ocurre, vistas desde adentro de los gobiernos en donde ha servido. Primero como Alcalde de Tegucigalpa y ahora como Ministro de Obras Públicas.


Digo esto porque el político mencionado ha creado otro mecanismo de identidad conmigo, en la medida en que luce comprometido en la realización de lo que ha sido el mayor sueño incumplido de los ciudadanos de Francisco Morazán, Yoro, Atlántida y Colón: la construcción de la Carretera Central. Quienes hicieron las decisiones sobre por dónde irían las carreteras, no tomaron en consideración el conjunto de los intereses nacionales. Les interesó la satisfacción de las mezquindades en que las obras públicas deberían generar plusvalía a las propiedades de los caudillos; o de las empresas que por entonces dominaban los procesos políticos y económicos del país. Por ello, a los hondureños del centro de Honduras, nos privaron de una alternativa directa para unir los mercados del departamento de Yoro con Francisco Morazán y con Colón y Atlántida. Yoro quedó encerrada en su ataúd de pinos, mientras Olanchito fue víctima de la dependencia de un tren que suspendieron cuando la inoperancia del gobierno lo quiso así. O se cansaron los aviones ante la resistencia de aquellos compatriotas que se atrevían atravesando “La Culebra”, -- una suerte de ruleta rusa de la muerte inevitable -- para llegar al mar y aproximarse a La Ceiba y a San Pedro Sula.


Ahora Miguel Rodrigo Pastor, desde esa importante secretaría de estado, ofrece concluir el proyecto, de forma que las obras concluidas que actualmente están en las cercanías de Minas de Oro empalmen con la ciudad de Olanchito, que actualmente es la punta de la red pavimentada que la une con Savá, Tocoa, Trujillo y con La Ceiba. De este modo, personas y productos podrán acceder al Caribe, de forma más rápida y a menor costo, que dando esa vuelta por San Pedro Sula como ocurre actualmente. A la fecha, el tramo entre El Porvenir y Olanchito, es transitable en todo tiempo. La terracería es buena, sin embargo el mantenimiento es complicado, en razón de lo cual, la vía es poco utilizada. Aunque conozco bastante las vías carreteras del país, no me he atrevido, pese a las invitaciones de varios amigos, a viajar por ella para visitar familiares y amistades en Victoria, Yoro y Olanchito especialmente. Más bien espero que esté concluida; o por lo menos pavimentada hasta San Lorenzo, en las cercanías de Olanchito, para tener el placer de salir de Tegucigalpa a las ocho de la mañana, para almorzar cómodamente en Olanchito, antes de las doce del mediodía.


Sé que esto no es pedir mucho. Apenas, salda el abandono de una obra que tiene un gran significado para el desarrollo económico nacional, en vista que integra en forma casi total los mercados principales del país, movilizando la fuerza contributiva de las comunidades por las que atraviesa la Carretera Central, como es el caso de Talanga, Cedros, Minas de Oro, El Porvenir, Victoria, Sulaco, Yorito, Yoro, Jocón y Olanchito. Y crea un mecanismo de proximidad que favorece la integración nacional, el ejercicio de la soberanía nacional y el imperio de la ley.


Miguel Rodrigo Pastor consagrará su nombre, tanto en la política como en la historia, en la medida en que se consagre a la tarea de finalizar la Carretera Central, obra que en honor a la verdad – si aquí hubiéramos actuado con lógica y sabiduría – debió haber sido la primera para que se hubiese transformado en el eje del desarrollo del país de forma integradora. Y no como ocurre actualmente, en que la acción de transformación, cada vez que se concluye, aísla y crea compartimientos estancos que frenan el intercambio rápido de bienes y servicios. En cambio la carretera central, será una vía que distribuirá servicios e intercambiará bienes y productos de una región que está casi abandonada a su suerte.
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