Aún rememoro aquella inolvidable fecha en el acontecer apacible de los días provinciales en mi pueblo natal.Yo tenía poco tiempo de haber retornado del exterior,y llegaba inspirado como hasta el día de hoy lo sigo estando,de obsesiones políticas y culturales que cambiaran el curso de la vida. Las horas matutinas eran abanicadas por una brisa suave y fresca,preludiante que en la noche llovería,y apenas unas nubes timidas se replegaban animadas por techar la imponente majestuosidad isosélica del cerro Pacura. Pero curiosamente ese 19 de Julio de 1979, a pesar de los pronósticos no llovió.Las gentes seguían realizando su rutina cotidiana,y gracias a mi transistar obligado frente al Parque Central,en la esquina norte propiedad de la Iglesia Católica, en una casa construida de paredes de adobe,techo de teja,dos puertas y una ventana,atisbé a un sacerdote norteaméricano con su evidente e irrenunciable tipología de un clásico "hipster" antecesor del hippie,como bién lo conceptualizaría el novelista Norman Mauiler,en un ensayo publicado por Dissent,quién vestido de pantalón jeans descolorido,camisa ligeramente imprecisa,pelo largo,y excesivos aditamentos que poco ó nada expresaban de su vocación sacerdotal,y que más tarde supe se trataba del Padre Jack Warner,junto a una generación de jovenes vanguardistas,habían colocado un rótulo frontal custodiado por dos banderas verde amarelas en la parte superior de la vieja construcción,donde anunciaban la apertura del teatro "La Fragua",y la presentación esa noche de la obra "Los juegos X",donde la sociedad tendría la feliz oportunidad de conocer la sintesis de un programa que tuvo su mayor seduccción y exito con la versión del Teatro Campesino Californiano,"Las dos caras de mi patroncito".
Lejos para la historia local,quedaba el recuerdo de Isabel Amaya,madre del prolífico escritor y novelista Ramón Amaya Amador,cuando protagonizaba las veladas literarias que abrían espacio a versiones breves del teatro greco-latino, a los clásicos españoles,y a las pastorelas del Padre Reyes,que formaron parte de los entretenimientos nocturnales vividos con intensidad por una sociedad nutrida de influjos artísticos,predisponentes inequívocos de la constitución de un destino que marcó la posterior identidad cultural de la ciudad.
Igualmente,lejos del escenario local, quedaban las primeras manifestaciones de teatro popular representadas en obras de un solo acto,en las veladas liricas,promovidas gracias a las iniciativas y vocación direccional y artistica de Norma Quesada Bardales,como igualmente para los borradores,los dramas cortos de un teatro informal,puesto en escena con fines didácticos,por algunos entusiastas maestros de Español en Educacion Media,que a nivel institucional representaban como exigencias en el cumplimiento de su planificación laboral.
Sin embargo el Teatro "La Fragua" llegó a vigorizar una inquietud casi extinguida,a usar el teatro como diría Margo Wickesser una de sus exconformantes como instrumento ó herramienta educativa,para afirmar la riqueza,belleza y poder de los valores hondureños.
Ese 19 de Julio de 1979,en los que el teatro "La Fragua",abrió sus puertas al público,lo tendré presente el resto de mis dias,por coincidir con una fecha referente para el destino político de los pueblos sojuzgados,ya que en esa fecha también se cerraban las puertas para una de las dinatias más corrupta como fué la dictadura Somocista en Nicaragua.Al llegar a mi clínica,don Alirio Ponce Tejeda,viejo farmaceutico,liberal progresista,y vecino de negocio desde la puerta principal de su comercio,abanicado por tres almendros colosales, con una sonsrisa de inocultable alegría me gritó ! Ya se fué Urcuyo!.dando paso al Frente Sandinista de liberación Nacional en la república de Nicaragua.
El teatro "La Fragua",nació en Olanchito y eso merece más que un tímido y solitario aplauso que pueda ofrecerle desde mi trinchera periodistica.
Felicidades en sus 30 años de vigencia indiscutible por el fomento de la cultura y el desarrollo artítico nacional. (Publicado con autorización del autor)
