Este relato narra un caso real.Se han cambiado los nombres. (origen desconocido)
Hace unos pocos meses, Juan desapareció sin dejar rastro. Salió de su casa al trabajo y nadie volvió a verlo. A su trabajo no llegó nunca.Juan era un hombre joven, no muy alto, de buena presencia, amable y servicial, lo que le permitía quedar bien con todo el mundo, especialmente con las mujeres. Por eso, su desaparición alarmó a sus vecinos de la aldea Carrizales, cerca de Jocón, Yoro. Al tercer día, su esposa puso la denuncia en la Dirección Nacional de Investigación Criminal, DNIC, y se destacó a un equipo para que investigara el caso.-
¿Tiene enemigos su esposo?-No, que yo sepa.-¿Sabe si tiene otra mujer?-Mire, los hombres son unos pícaros que no se conforman nunca con lo que tienen…-Entonces, ¿sí tiene otra mujer su esposo?-A mí no me consta pero siempre se dicen cosas.-Por favor, señora, sea más clara… Necesitamos toda la información posible para poder investigar qué fue lo que pasó con su marido.-Es que no sé. La gente habla pero yo no sé.-¿Ha tenido problemas con alguien su marido en el último mes?-Es que él nunca me dice nada a mí.Por aquella parte, los detectives no iban a llegar a ningún lado.-¿En que trabaja su esposo?-Es ordeñador pero le hace de todo.-¿Dónde trabaja?-En cualquier parte, donde consigue trabajo. Esta última semana trabajó en la hacienda Las flores… Ya había trabajado allí otras veces.-¿Iba para esa hacienda cuando lo vio por última vez?-Sí.-¿A qué hora salió de la casa?-Siempre salía de madrugada.
LAS FLORES. Una hacienda siempre es algo bonito de ver. Los animales, las enormes extensiones de tierra, los hombres trabajando, los terneros llamando a sus madres con largos bramidos, la leche que sale de las ubres en chorros intermitentes. Como dijo Rubén Darío en su poema “Del trópico”:¡Qué alegre y fresca la mañanita!Me agarra el aire por la nariz,los perros ladran y un chico grita,y una muchacha gorda y bonitajunto a una piedra muele maíz.Son escenas comunes en el campo hondureño, y en la hacienda Las Flores se repetían cada día. Allí era donde trabajaba Juan cuando desapareció, y hasta allí llegaron los detectives de la DNIC. Nadie les dio razón. Juan no había llegado ese día a trabajar y no sabían qué pudo haberle pasado. Lo más seguro era que se había ido mojado para Estados Unidos.-¿Por qué dice eso?-Porque desde hace días dijo que se quería ir… Aquí no hacía nada.El hombre que hablaba con los policías era un ayudante del capataz, un hombre maduro con rasgos indígenas que se expresaba con dureza, como el hombre que está acostumbrado a mandar.-¿Usted lo conocía bien?-Bien, lo que se dice bien, no, pero trabajaba aquí por temporadas. Era un hombre que nunca estaba bien en ningún lado.-
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sábado, 12 de julio de 2014
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