viernes, 1 de febrero de 2013

Reconocimiento a damas sampedranas


Por : Mario Berríos
Como es costumbre, este año en el Centro Cultural Sampedrano, CCS, se llevó a cabo la celebración del Día de la Mujer con el reconocimiento excelso para cuatro distinguidas damas sampedranas: La reconocida escritora y poetisa —por excelencia—Ana María Alemán, la actriz de teatro Alba Luz Rogel, la pintora Ada Margarita Hernández y la ejecutiva María Selman. Hubo un programa cultural variado, luego el coctel y la exposición de arte en el tercer piso. El evento, denominado “Tributo a la Sensibilidad de Género”, haciendo alusión a la sensibilidad y labor demostrada por la mujer hondureña, sin importar el ámbito en el cual sobresalen, se ha constituido en uno de los más apreciados y notables de la últimas década.

En esta ocasión Ana María Alemán fue considerada por su importante trayectoria literaria. Nacida en Kobe, Japón, donde su padre se desempeñaba como Cónsul General de Honduras, desde los primeros pasos de su niñez demostró su amor a Honduras. Prefirió realizar sus estudios primarios en nuestro suelo, cuenta a veces ella con cierta nostalgia, específicamente en el Colegio María Auxiliadora de la ciudad de Tegucigalpa, luego cursó estudios secundarios en los Estados Unidos de Norteamérica. Con el correr de los años, siempre con ese deseo de permanecer en Honduras, se trasladó hasta la ciudad de San Pedro Sula, donde, entre las tareas de administrar sus negocios propios y ejercer sus faenas de madre y abuela, nos ha regalado hermosos poemas, contenidos en su primer poemario intitulado “DESPUÉS DE PARA SIEMPRE” (1998). Seis años más tarde (diciembre de 2004) publicó su segundo poemario, “PEZ DE AFILADAS SOMBRAS”, con el cual la vi arrancar muchos suspiros a tantos amantes de la literatura en una feria Internacional del Libro en Bogotá, en la cual tuve la oportunidad de participar con ella hace cinco años.

La celebración del Día de la Mujer, en realidad ofrecida cada 25 de enero en honor a que, en 1955, la mujer hondureña obtuvo el derecho al voto bajo el Gobierno de Don Julio Lozano Díaz, le dio a los asistentes el grato honor de compartir en la presencia de esta distinguida y elegante dama sampedrana, a quien he bautizado como una de las cinco princesas de la poesía hondureña, entre ellas Antonieta Máximo.

Se me antoja que la ocasión es propicia para recordar el entusiasmo despertado por la poetisa Ana María Alemán con sus poemarios, donde inspira el aroma de cada palabra entregada con pasión y buen gusto. En sus composiciones literarias nos ha entregado su sol y su luna, el universo de sus sentimientos, el matiz luminoso de sus versos, la palabra bonita que encanta y enamora. A través de su poesía —narrada sin obstáculos y apasionada sencillez— se conoce el dolor y la ternura en cada vocablo, se viaja tan rápido como el torrente sanguíneo hacia el corazón y se siente la vorágine de la fantasía poética. Dejar su inspiración navegar al amparo de nuestros pequeños lagos visuales, es dejar quietos y satisfechos los fantasmas del alma y ahuyentar aflicción por un amor.

Al exponer su discurso, la distinguida dama, con esa cortesía dedicada al protocolo minucioso, saludó al Cuerpo Consular, Autoridades Municipales, medios de comunicación, al selecto público y a sus amigos y parientes que la acompañaron, luego exteriorizó un párrafo para no olvidar: “Si analizamos bien, la mujer hondureña se merece este reconocimiento y más, y no hablo sólo de nosotras, quienes integramos hoy este pequeño grupo, me refiero a las miles de mujeres humildes de nuestra tierra, las que se sacrifican cada día trabajando para que sus hijos asistan a la escuela y tengan un plato de comida en su mesa, así como un mejor porvenir. Las que son cabeza de familia, las abuelas que nunca dejan de ser mamás mientras sus hijos trabajan. Todas ellas merecen un homenaje. Son nuestras heroínas silenciosas”.

En conversaciones privadas la poetisa Ana María Alemán comenta mucho su amor a la Patria, su tristeza debido a las campañas negativas realizadas por muchos compatriotas en el extranjero. Por ello aprovechó su alocución para expresar su esperanza, que no todo está perdido y que existen valores para conservar y luchar por recobrar nuestra paz y seguridad. Finalmente se comprometió a continuar su modesta labor cultural, además de agradecer al Centro Cultural Sampedrano por el gran honor de haberla considerado entre las homenajeadas del presente año. Y sobre todo habló de la incomparable emoción de sentirse apreciada en su propia tierra.


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