miércoles, 24 de octubre de 2012

La emigracion de intelectuales de Olanchito hacia La Ceiba

Por : Juan Fernando Avila Posas

Refiere el historiador Antonio Canelas Díaz, en su importante obra, La Ceiba, sus raíces y su historia, que el primer intelectual de Olanchito, “que llegó a radicarse en la ciudad puerto de La Ceiba, fue el licenciado Francisco J. Mejía”.
Efectivamente, Francisco J. Mejía, retornó a Olanchito graduado como profesional del Derecho, pero los escribanos del pueblo impreparados  para asimilar la presencia de alguien que de algún modo llegaba a desplazarlos, dado el empirismo en el que habían estado amparados realizando diligencias judiciales. Coludidos con los opositores políticos de ideas liberales, dispusieron hacerle la guerra, obligándolo virtualmente a emigrar de la ciudad.
Francisco J. Mejía, que no fue hombre de confrontaciones menores, sopesó la mezquindad de sus enconados opositores, y cargando un profundo desencanto telúrico por lo que le había sucedido en su tierra natal, una mañana furtiva tomó sus maletas y buscó la ruta más rápida que lo conduciría hacia La Ceiba.

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Radicado en el bello puerto, fundó dos periódicos, PATRIA Y PUEBLO, que le abrieron el camino a su vida cultural y política. En 1891 se había convertido en redactor de COMBATE, órgano que defendía la candidatura presidencial del General Ponciano Leiva, desempeñando iguales responsabilidades en ECO POPULAR, heraldo que se editaba en la misma ciudad de La Ceiba. Pero como reza el refrán, nadie es profeta en su tierra, seis años después, Francisco J. Mejía, llegó a ser alcalde del puerto, realizando una obra fecunda en materia educativa, al fundar los más importantes centros de formación primaria, como fueron las escuelas  Francisco Morazán y la Guadalupe de Quesada.
Con el propósito de dedicarse al ejercicio activo del periodismo, adquirió la imprenta LA ESTRELLA, colaborando también en el Semanario EL COMERCIO, con escritos de trascendencia política, igual que en EL INICIADOR, semanario que propugnaba por la candidatura presidencial de Manuel Bonilla.
Francisco J. Mejía, abandonó La Ceiba al convertirse en miembro distinguido del gabinete provisional del gobierno del doctor Francisco Beltrán en 1911.
En idénticas circunstancias retornaría a su pueblo Olanchito, Horacio Moya Posas, ejerciendo por poco tiempo su profesión de Abogado, ya que los liberales intransigentes buscaron las formas de presionarlo a fin de que se sintiera incómodo y lograra abandonar la ciudad, a pesar que su padre Roque J. Posas, era un convencido liberal Bonillista, según lo consigna la correspondencia epistolar del renombrado político. Después de razonarlo fríamente, y no queriendo intranquilizar a sus padres, tomó la determinación de viajar a establecerse en La Ceiba, pero este se hizo acompañar de su hermano Ángel Moya Posas, quien ya anunciaba inquietudes intelectuales y deseaba dedicarse al ejercicio del periodismo y la docencia por haber recibido su título de Maestro de Educación Primaria de manos del venerable educador Pedro Nufio, en la célebre promoción de egresados de la Normal de Varones en 1915.
Horacio Moya Posas, instaló su bufete, dedicándose con pasión a la política, habiendo alcanzado al poco tiempo una diputación por el departamento de Atlántida, convirtiéndose además, en uno de los hombres confortantes del círculo de hierro del Cariato. Mientras, su hermano Ángel, compró la tipografía El Progreso, que más tarde convertiría en Tipografía Moya Posas, y finalmente en el Atlántico, fundando el Semanario ERL ATLÁNTICO, del que fue su director y administrador. Ángel Moya Posas, dejó afirmado su criterio como periodista activo, aportando para la bibliografía porteña y nacional seis obras trascendentales  cuyos nombres consigno para el conocimiento de los lectores:
1. LA MUERTE DE LOS POQUITEROS
Tipografía Moya Posas
La Ceiba, Atlántida, 1927.
2. LA PRIMERA SOCIEDAD CEIBEÑA
Tipografía Moyas Posas
La Ceiba, Atlántida, 1931.
3. LA ESCLAVITUD VINO DEL NORTE
Imprenta Moya Posas
La Ceiba, Atlántida, 1937.
4. EL ESTRANGULAMIENTO ECONÓMICO DE LA CEIBA
Imprenta Excélsior
La Ceiba, Atlántida, 1939.
5. REMEMBRANZAS CEIBEÑAS
Tipografía EL ATLÁNTICO
La Ceiba, Atlántida.
6. HISTORIA DEL PERIODISMO EN LA CEIBA
Tipografía EL ATLÁNTICO
La Ceiba, Atlántida, 1967.
Obras que ante la actual desorganización de los archivos y bibliotecas de nuestro país, presumiblemente reposan en los anaqueles de la Biblioteca Central de Washinton, DC, negándosele al hondureño la posibilidad de conocer su propia y verdadera historia, y la brillante pluma de un ameno escritor como fue Ángel Moya Posas.
Las páginas del Semanario El Atlántico, sirvieron más tarde para que otro emigrado valioso del pensamiento como fue Ramón Amaya Amador (primo de Moya Posas), saliera de Olanchito, donde había subsistido escribiendo los capítulos primordiales de su novela Prisión Verde. Amaya Amador como lo consignara su principal biógrafo Juan Ramón Martínez, aprovechó su permanencia en La Ceiba para moldear su visión de mundo y asumir por primera vez, de manera consciente y responsable su opción marxista. Pero hay que señalar que el escritor olanchitense  permaneció poco tiempo en el puerto, el necesario para consolidar sus ideales, retornando a Olanchito para emprender posteriormente un viaje sin retorno al exterior, donde desarrollaría todas sus potencialidades intelectuales que lo convertirán en el más prolífico y coherente escritor de Honduras.
Motivado por la presencia de sus paisanos, por esos tiempos emigraría también Manuel Nover Zúñiga, quien comenzaba a domeñar sus primeros poemas testimoniales de evidente contenido social, Nover participó en la bohemia conformada por sus coterráneos, a la cual se integraría de manera decidida Pedro Nolasco Duarte, poeta y escritor excelso, Carlos M. Ramírez poeta y escritor, igual que Francisco Sánchez (Marco Tulio Miró), autor del poemario MASTILES, lo mismo que Dionisio Romero Narváez, quien se incorporó a la dirección periodística del Semanario LA TRIBUNA, ante la obligada ausencia de sus editorialistas Adolfo Miralda y Enrique Ortez Pinel, órgano de evidente tendencia partidaria liberal que censuraba las arbitrariedades de los más consumados reaccionarios de la época. Pero Romero Narváez no solo asumió responsabilidades en LA TRIBUNA, sino que extendió su prolífica capacidad creativa, para colaborar con otros semanarios que también formaban parte de la numerosa impresión de semanarios que orientaron la conducta ilustrada del pueblo porteño.
Carlos M. Ramírez, fundó el Semanario ORIENTACIÓN, tabloide de impresionante contenido social, confiriendo un espacio a la creatividad poética la cual dominó con suficiente fluidez. Más tarde se convirtió en director de REFLEJOS, órgano de divulgación de la transnacional norteamericana Standard Fruit Company.



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