domingo, 2 de enero de 2011

Los negros de argolla de Olanchito

Por : Juan Fernando Ávila P.
Al licenciado Enrique Dolmo M. que interesado en el pasado reciente, solicitó explicaciones sobre el destino de esta etnia.

Los escasos etnólogos y antropólogos, igual que los historiógrafos con rigor científico, como los escudriñadores empíricos del pasado remoto, abordaron el tema y refirieron, que en un lugar ubicado entre las márgenesdel río Aguán y Uchapa, cuando los mismos ostentaban orgullosos un caudal impresionante de sus corrientes diáfanas y transparentes, y no el hilo languideciente y moribundo que hoy nos presentan, y cobijados bajo lafronda inconmensurable que ramificaban los guanacastes legendarios y los tempisques colosales reverdecidos, tiempo después de la llegada de los españoles, se asentó un reducido núcleo étnico proveniente de Trujillo, conformado por negros fugitivos deorigen africano, quienes huyeron de los vejámenes y maltratos inhumanos que les propinaban los capataces, obligándolos al cumplimiento de trabajos forzados, dada su condición de esclavos, por lo cual habían sido comprados por lotes, y traídos desde las costas occidentales de África, para venderlos en América, donde cumplirían trabajos esencialmente agrícolas.

Se supone que esta fuga de esclavos de Trujillo, y posterior asentamiento, según referencia transmitida por la tradición oral, y su establecimiento en una amplia faja de tierra, ubicada entre las márgenes delos ríos referidos, pudo producirse alrededor de los años 1600, pues cinco años antes, Honduras apenas se había visto favorecida en el negocio de tráfico de 300 esclavos negros que ingresaron a sus puertos, los que más tarde fueron distribuidos en Comayagua, Gracias,San Pedro y Trujillo.

Al llegar a tierras de América, fueron recibidos con el primer testimonio de vejación, al ser herrados con fierros candentes que llamaban “carimbo”, que según los cronistas de la época, servían para identificar la legitimidad del amo.

Si relacionamos la historia e interiorizamos en fechas coincidentes de esa migración, los conformantes de la etnia se caracterizaron por la preservación de sus costumbres, mostrándose esquivos en la interrelación conla comunidad , y sobreviviendo en un ambiente de aislamiento deliberado que apenas permitió interiorizar en el conocimiento de su conducta. La sociedad local por su sentido segregacionista llamó al sector donde vivían los esclavos, el “Barrio de los Negros”, quienes usaban distintivos de la esclavitud sobresaliendo la argolla que pendía de la nariz, o bien atada a los tobillos. Esto también dio motivo para que naciera la antigua leyenda conocida como “Los Negros de Argolla de Olanchito”.

Al abordar con rigor las investigaciones, según nos lo refiere el diplomático y escribidor Rafael Leiva Vivas, los frecuentes alzamientoshumanos y protestas en los centros de trabajo, igual que las enfermedades de los negros, obligó a los colonos esclavistas a la promulgación de un sistema jurídico que regulara las relaciones. La primera ordenanza sobre deserción establecía que todos los esclavos negros que se ausentaran al monte, huidos del servicio de sus amos, si fueran capturados, les darían cien azotes y les colocarían una argolla de fierro de veinte libras. Los huidos por segunda vez les cortarían un pie, y por tercera vez, serían definitivamente ejecutados.

Pero los negros de argolla que se asentaron en Olanchito, a pesar a provenir de las mismas regiones africanas, y no obstante haber logrado una relativa libertad, no llegaron a sentir esos aires como lo experimentaron en Cuba los negros esclavistas que huyeron del trabajo de sus cañaverales hacia los montes. Estos al caer en la cimarronería, sintieron un proceso de individuación como también lo hicieron los de Venezuela, Veracruz, La Guayra y la Isla Margarita, que dieron expresión a su espíritu festivo y a su arte danzario, donde originalmente impusieron bailes indecentes de acentuada provocación sexual, que más tarde sustituyeron pordanzas como El Zapateo, El Guasabeo, y la Caringa, que fueron antecedentes directos de los ritmos contagiosos que sin afán deliberado de colonización musical impuso Cuba en el pasado por todo elCaribe , hasta llegar el proceso revolucionario que cambió positivamente la creatividad artística y musical de la isla por un mensaje de carácter esencialmente testimonial.


Lo que nuestros negros de argolla nos dejaron, fue un grupo de montículos que el tiempo se encargó de pulverizar y que en su momento semejó antiguas tumbas, sitio llamado por los habitantes como “El Mirador”, de donde se contempla de manera impresionante la majestuosidad horizontal del Valle del Aguán, como también nos heredaron los rasgos faciales inequívocos que han perdurado generacionalmente, y que hoy forman parte del mestizaje nacional, sin negar los grados altamente vigorosos de su potencialidad física como creativa.

Los pocos esclavos de la negritud que lograron sobrevivir abandonaron silenciosamente las tierras fértiles del Valle del Aguán para ir a dejar sus últimos testimonios, sus huellas y su sangre en las latitudes del siempre extenso y fecundo departamento de Olancho, que también ha revelado signos evidentes de la presencia de esta etnia, reflejado en la fisonomía de algunos de sus habitantes.

Quedan en deuda con nuestro pasado histórico los etnomusicólogos, quienes tendrán que definir, si las facilidades que manifiesta elOlanchito para dominar con facilidad insólita los bailes cadenciosos del Caribe, son producto de una herencia que ha sido producto de su aproximación geográfica con los posteriores asentamientos negros que provinieron deSan Vicente a poblar las costas del atlántico hondureño, o definitivamente, es otra de las tantas virtudes que signan en forma distintiva nuestra identidad provincial.
La Tribuna Anales Históricos 2 Enero, 2011
Related Posts with Thumbnails