lunes, 13 de septiembre de 2010

El libro en Olanchito y su trascendencia histórica


Por: Juan Fernando Ávila P.
Gracias a la voluntad periodística del investigador inclaudicable de noticias y documentos formales para la hemerografia Julio César Marín, quien entonces desempeñaba funciones en la plana de redacción de El Agricultor, y visitaba Olanchito en busca de elementos provechosos para conformar su información, fue posible reclutar los primeros libros escritos por hijos de la Ciudad Cívica, vivos o muertos; y con ellos formar la muestra inicial que una ciudad creativa pudiera mostrar a las restantes del país, como sugerente y motivadora para promover el turismo, y el orgullo excepcional de sus habitantes que en otro tiempo habían observado con elevado grado de recelo la eclosión literaria de sociedades como Comayagua, Copán, El Paraíso y Olancho.
La obsesión de tener en mi biblioteca algunos libros, había comenzado en el año de 1960, cuando mi padre me obsequiara “Hambre de Luz” de Reynaldo Narváez Rosales, y “Tea de Patriotismo” de Cecilio Dueñas Quesada, más tarde llegaría “Prisión Verde”, “Amanecer” y “Bajo el Signo de la Paz” de Ramón Amaya Amador, hasta finalmente reclutar la prolífica e incesante producción de los más caracterizados creadores de los diversos géneros de la literatura contemporánea. Aquel fue el luminoso principio de un proyecto informal que más tarde fue tomando características de seriedad, nutriendo mis conocimientos, y fortaleciendo los anaqueles de mi biblioteca, hasta culminar con el proyecto de devolverle al pueblo de Olanchito más de 250 obras, y en cuyo ideal como verdaderos paisanos involucré a los ingenieros Elvin Ernesto Santos padre e hijo, al Lic. Juan Ramón Martínez, al empresario Rafael Ramos Rivera, como aportantes económicos y Juan Fernando Ávila P., como bibliógrafo y albacea del proyecto.
A partir del 11 de septiembre de 2010, quedarán definitivamente en sus vitrinas en un salón de la Casa de la Cultura las obras escritas por los olanchitos, y la Galería de Retratos configurados a grafito, gracias al talento natural e indiscutible de un joven apasionado de la plástica como es Olman Jubini García.
Esta inconmensurable obra entra a formar parte de los acontecimientos relevantes en el devenir histórico de la ciudad, y su donación al pueblo y develización de su placa inaugural, son coincidentes con los diez años de vida del Centro Universitario Regional del Valle del Aguán (CURVA), como primer Centro de Estudios Superiores, y los 75 Años de Aniversario de la Semana Cívica, actos que marcarán las etapas más vigorosas y fecundas en la didáctica de nuestra sociedad.
Se excluyen por supuesto quienes no publicaron libros en su vida ni post morten, pero que sí ejercieron el oficio de escritores, los que se contabilizan en número de treinta (30), como algunos en plena actividad sobre todo en el periodismo hablado, y las generaciones que asoman abriendo brecha como los integrantes de “A la caza del Duende”, aun no registrados en los viveros inagotables de la creatividad literaria que enmarca la colectividad local.
En suma, sobrepasan los cien (100) olanchitos involucrados en una identidad que sin deliberado propósito inequívocamente marcó a toda la sociedad y nos dio el connotativo de Ciudad Cívica, gracias a la pasión de su intelectualidad.
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